Jesús y el día de silencio

“Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.” Romanos 8:25

Entre la muerte de Jesús y su resurrección, hubo un día de silencio. Un día en el que todo parecía perdido, donde la esperanza se desvanecía y el dolor pesaba en el corazón de los discípulos. Para ellos, Jesús había muerto y con Él, sus sueños y promesas. ¿Y ahora qué? ¿Qué pasaría después?

Así como los discípulos enfrentaron ese día de incertidumbre, muchas veces en nuestra vida enfrentamos momentos en los que parece que Dios está en silencio. Sabemos que Él prometió algo pero nos cuesta creer que sucederá. Oramos y no vemos respuestas, buscamos y no encontramos, esperamos y parece que nada cambia. La fe es probada en la espera.

Pero ese día de silencio no significaba que Dios no estaba obrando. Aunque los discípulos no lo sabían, Dios estaba cumpliendo su plan. La resurrección estaba a punto de suceder.

Si hoy te encuentras en un tiempo de espera, en un sábado de silencio, recuerda, Dios sigue obrando, aunque no lo veas. Su promesa sigue en pie y su victoria está asegurada. No pierdas la esperanza, porque el domingo de resurrección siempre llega.