Salmos 147:3 «Él sana a los quebrantados de corazón.”

¿Te has encontrado pensando: «¿No vuelvo a abrir mi corazón”, “¿Ya no confío en nadie, todos mienten”, “El dolor me enseñó a cuidarme”? A veces, las decepciones del pasado nos llevan a construir barreras para no volver a lastimarnos; cerramos nuestro corazón y decidimos no exponerlo. Sin embargo, esas mismas barreras a menudo impiden que la sanidad de Dios penetre en nosotros.

Las decepciones nos impiden confiar en la gente. Una mujer en la Biblia lo vivió: fue rechazada cinco veces por sus exesposos. Su dolor y sentido de rechazo fue tan profundo que decidió no abrir más su corazón, llegando al punto de aislarse y no tener ni un solo amigo. Pero un día tuvo un encuentro con Jesús, quien le mostró que sólo Él podía llenar su vacío y restaurar su corazón herido. Ese encuentro transformó su vida, impulsándola a salir, relacionarse con los demás y compartir con su pueblo que había encontrado al amigo de amigos.

¿Has encerrado tu corazón para evitar que te vuelvan a dañar? Permite que Jesús rompa esa barrera, sane tu corazón y te ayude a relacionarte de nuevo.