Que Jesús naciera en un humilde pesebre no es solo un símbolo de sencillez material, sino una profunda muestra de empatía con quienes sufren. Su llegada refleja la cercanía de Dios con los migrantes, con los padres y madres angustiados, con las familias que atraviesan crisis. Es un recordatorio poderoso de que Dios no es indiferente a nuestro dolor: Él sufre con nosotros. Jesús vino a caminar a nuestro lado y a ser la luz de esperanza que ilumina los momentos más oscuros de nuestra vida.