Carta a mis niños.
No sé por dónde empezar. Me cuestiono mis decisiones pasadas, me cuestiono los momentos más bonitos de mi vida y el regalo más hermoso que sin duda he recibido: ustedes.
Son unos aventureros exploradores, fuertes, intrépidos, juguetones, luchadores, divertidos, inteligentes, inconformistas, peleones y sensibles. Son totalmente diferentes el uno del otro, pero tienen esto en común: luchan por lo que quieren.
Me encanta que sean así. Si siguen luchando con toda esta fuerza, cuando sean mayores lograrán cada uno de sus sueños.
¿Saben? A veces siento no ser capaz de ser lo mejor para ustedes, los veo ¡tan pequeños y tan grandes a la vez! Necesitan tanto de mí y yo quisiera darles el mundo entero.
Luego miro al cielo y recuerdo que Dios me trajo aquí para ustedes, o más bien a ustedes los trajo para mí; para amarme a través de sus vidas y enseñarme a ser fuerte, valiente y buena.
Son mi mayor enseñanza de amor.
Me enseñan tantas cosas, a amar, a perdonar. Son mi motor al despertar, me enseñan a ser mejor para poder darles lo mejor. No soy perfecta, y les pido perdón por las veces en que me equivoco; pero de algo pueden estar seguros, los amo, y cuidare de ustedes, aun cuando sus manos ya sean más grandes y un día ya no vivan en esta casa.
Mientras tanto, rían, corran y disfruten, sean responsables y esforzados, pero sobre todo, sean felices.
Dios y yo, siempre estaremos aquí para acompañarlos, animarlos, abrazarlos y consolarlos.
Los amo.