Tu gracia es suficiente
Aprendiendo a mirar a través de sus ojos.
El contenido de este libro nació de un taller que di en Octubre del 2019, a un grupo de jóvenes, sobre la identidad que el creyente tiene en Cristo. Recuerdo muy bien que, mientras preparaba el material, en cada versículo, pasaje y personaje de la Biblia que Dios me mostraba pude ver el fluir de su gracia. No únicamente sobre aquellos personajes, sino sobre mi propia vida; y es que Dios conoce el momento oportuno para hablar a nuestros corazones y afirmarnos en su Palabra.
Para quienes hemos sido creyentes durante algún tiempo, la palabra gracia nos resulta muy familiar, incluso, en ocasiones, ha llegado a convertirse en un concepto que lo hemos aprendido de manera intelectual. Sabemos que, gracia es el favor o regalo inmerecido que Dios nos ha dado a través de Jesús, pero se queda en eso, en un concepto, y no pasa a cobrar vida en nosotros. No llegamos a ser conscientes de la gracia que a diario se derrama sobre nuestras vidas y muy pocas veces la reflejamos a quienes nos rodean. Es decir, conocemos el concepto de la gracia, pero ésta no ha llegado a evidenciarse en nuestro diario vivir.
Es fundamental rescatar la importancia de ser conscientes de la gracia de Dios y aprender a concebirnos desde la mirada de nuestro Creador. Quien no solo se conformó con habernos creado, sino que nos invita a ir más allá, a tener una relación de cercanía y profundidad con Él, a través de la obra redentora de Cristo en la cruz.
En vista de que el taller fue tan significativo para mí, en el 2020, en los primeros meses de aislamiento por la pandemia, empecé a escribir el libro y a profundizar en los temas señalados anteriormente. Debo confesar que en mi mente no estaba la idea de publicarlo, en un inicio lo tomé como un ejercicio para plasmar aquellas verdades profundas que Dios me había enseñado en su Palabra. Sin embargo, tiempo después, sentí el desafío de parte de Dios para poder publicarlo y compartir con otros sobre su gracia y la importancia de aprender a mirar a través de sus ojos.
Por lo tanto, este libro no solo es un recordatorio de la gracia y el amor que Dios tiene por cada uno de nosotros, sino también una invitación para sumergirnos en su presencia y conocerlo cada día más. Este libro es una invitación para evaluar nuestra vida y conocer sobre qué cimientos la hemos edificado. Pienso que la pandemia nos ha mostrado nuestra fragilidad como seres humanos, nos ha recordado que, el control que pretendíamos tener, no es real. Considero que, este tiempo hemos aprendido que las tormentas son parte de la vida y que por más que intentemos evitarlas, no podemos hacerlo. No obstante, ellas tienen la capacidad de evidenciar el cimiento sobre el cual hemos construido nuestra vida. Es muy probable que, nos hayamos dado cuenta que nuestros cimientos no eran lo suficientemente fuertes o estables. O por el contrario, que hayamos sido afirmados sobre la roca, es decir, Cristo. Quien nos ofrece un fundamento firme y estable para construir nuestras vidas, y al hacerlo podemos tener la seguridad, en Él, de que no importa cuán fuerte sea la tormenta, Dios no permitirá que seamos destruidos o derrotados por completo. Por lo tanto, no se trata de nuestra fuerza, recursos, capacidad, o de aquello que podemos hacer por Dios; al contrario, todo se trata de Él y de lo que ha hecho, hace, y hará por nosotros a través de Jesús.
La gracia de Dios nos enseña que su amor es suficiente y completamente incondicional, capaz de cubrir nuestras imperfecciones, debilidades, enfermedad, dolor, o sufrimiento. Su gracia nos acerca a Él y nos invita a vivir una vida plena, de verdadera satisfacción en Él. Nos permite caminar en confianza, sin el temor del mañana, teniendo la certeza de que cualquier cosa que suceda en nuestra vida, Él la encaminará para nuestro bien.
El profeta Oseas mencionó una frase corta, pero a la vez muy profunda: «ahora es tiempo de buscar al Señor» (Oseas 10:12 LBLA). Estoy completamente de acuerdo con él, no lo dejemos para después o para mañana. Hoy es tiempo de buscar a Dios, ahora es el momento de acercarnos a Él y disfrutar de su presencia. Para quienes aceptan esta invitación, podrán tener la seguridad que las palabras registradas en Isaías 58:11-12 se harán realidad en su vida:
«Yo los guiaré constantemente, les daré agua en el calor del desierto, daré fuerzas a su cuerpo, y serán como un jardín bien regado, como una corriente de agua. Reconstruirán las ruinas antiguas, reforzarán los cimientos antiguos, y los llamarán: “Reparadores de muros caídos”, “Reconstructores de casas en ruinas».
Todo lo descrito en estos versos puede suceder en nuestras vidas a causa de su gracia, porque es ella la que nos permite recibir el amor de Dios, a pesar de nuestras imperfecciones. Es su gracia la que nos ofrece un perdón ilimitado y nos permite acercarnos a Él en todo momento. Es por eso que, con seguridad, podemos afirmar que su gracia es suficiente, es todo lo que necesitamos.
Finalmente, si miramos alrededor, podemos darnos cuenta que, nuestro mundo, ahora más que nunca necesita de aquellos “Reparadores de muros caídos” y “Reconstructores de casas en ruinas”. Las personas necesitan ver fluir la gracia de Dios a través de nuestras vidas. No obstante, debemos tener presente que, para poder ser un reflejo de la gracia y del amor de Dios, es necesario tener un encuentro con Él, a diario. Solo así, podremos ser conscientes de la gracia que se ha derramado sobre nuestras vidas, y a la vez, ser un canal para otros.
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