Clarence quería un transmisor de mayor potencia para que expandiera la audiencia potencial de la estación.

El ingeniero Victoriano Salvador, con piezas del transmisor original, diseñó un transmisor de 250 vatios; pero como devoto católico se rehusó a montarlo puesto que HCJB era una estación de radio evangélica.

Clarence entonces se involucró activamente en la construcción del rediseñado transmisor al que apodaron: «La Voz de Quito.»