En su infinita creatividad, Dios nos dio el valioso don de planificar, un regalo que nos permite ser responsables con lo que tenemos en nuestras manos. Sin embargo, a veces, en nuestro afán de asegurar el futuro, dejamos que este regalo se transforme en duda, ansiedad y preocupación. Es importante recordar que planificar nos ayuda a avanzar con sabiduría, pero la preocupación nos ciega y nos impide valorar plenamente lo que ya poseemos hoy. Al cerrar este año, entreguemos nuestro presente y futuro al cuidado perfecto de Dios, confiando en que Él tiene el control de cada detalle de nuestra vida