Entender que un tesoro no nos hace dueños, sino administradores, nos invita a adoptar una perspectiva de responsabilidad y crecimiento. Los tesoros que Dios coloca en nuestras manos no son para acaparar ni para acumular riquezas sin propósito, sino para compartir y crecer en generosidad. Reflexionemos juntos sobre los tesoros y el propósito que tienen en nuestras vidas.