Carta a las mujeres de mi vida.
Cada una de ustedes compone una pieza fundamental de mi rompecabezas.
Mamá, sos mi heroína, la más gentil, amorosa, valiente y bella mujer que jamás conocí. Quiero un día tener la mitad del corazón que tienes, y una porción de la luz que emanas, sos mi fuerza.
Hermana, mis latidos se aceleraron cuando entendí que debía compartir mi reino contigo, cuanta bondad me has enseñado, a tolerar las diferencias y encontrar fuerza de donde no existe, solo para ser tu soporte frente a la vida. Si las mejores amigas existen, llevan tu nombre.
Abuela, cuanto te extraño, cuanto llevo de ti, todo el coraje, el valor y la sabiduría que los años te dieron y posaste sobre mí con delicada fragancia. Eres mi ángel más bello y mi mayor añoranza.
Hija, te anhelo cada día, sueño contigo y con verte ser mejor de lo que algún día seré. Con ser tu refugio en tormentas y quien te lleve a conocer al gran amor de tu vida, Jesús.
Amiga, gracias por tanto y por todo, por ser mi brazo, mi cerebro y mano extendida. Por ser la otra parte del corazón, que la vida me regaló.
Y a ti, la que lee esto, gracias por existir y por ser quien eres y hacer lo que haces; nunca olvides que fuiste creada para brillar, para ser libre, amar y ser amada, para ser honrada.
Que tu hacedor te muestre cada día, cuanto vales la pena.
Y que de vez en cuando…con una que otra palabra, yo también pueda recordártelo.
Con sincero amor: