Malas noticias
Has escuchado alguna vez la frase ¨sin malas noticias no hay buenas noticias¨, bueno lo cierto es que esta frase está llena de verdad, pues verás sin el antónimo (lo opuesto) no sabríamos el significado real de las cosas, por ejemplo sin la noche no sabríamos qué es el día, sin el frío no sabríamos qué es el calor, sin lo malo no sabríamos qué es bueno, etc.
En este caso específico quiero exponer que los momentos malos en la vida de un no creyente como de un creyente son completamente normales, qué quiere decir esto, que todos en la vidas vamos a tener altos y bajos, cuando pasamos dificultades en nuestras vidas podemos apreciar más los momentos de estabilidad. Ahora la diferencia de los momentos malos y buenos entre un creyente y un no creyente está en que el creyente, cree en que Dios es soberano y está en control de toda circunstancia y el no creyente no.
Soy creyente y en mi caminar me he encontrado con muchas personas que cuando algo les sale mal o no va como esperaban se preocupan y empiezan a examinarse para detectar en qué están pecando porque según ellos, por eso no les va bien, pues bien la autoevaluación debe ser constante, no solo en la prueba, esta disciplina dirigida por el Espíritu Santo nos ayuda a reconocer lo malo que hay en nosotros y cambiar, porque sin su ayuda no lo lograrímos. Alguna personas incluso levanta juicios sobre otros, tal persona está en dificultad, seguro es porque está en pecado. Dios nos ayude a no caer en eso.
La verdad detrás de tales aseveraciones es que a veces olvidamos que Dios es soberano en toda circunstancia, siempre, es decir, no podemos evitar que lo que él ha planeado suceda, lo que sí podemos hacer es confiar en él. Y claro acudir a él siempre en oración, muchas veces a pedir un milagro pero sabiendo que si no se nos concede, él no deja de ser Dios.