28 03, 2016

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2019-07-07T04:56:34-05:0028 marzo, 16|

15 años, son bastantes, cuando empecé a caminar me imaginaba lo increíble que debía ser tener un año de seguir a Cristo, me parecía una eternidad cumplir 5 años de fe y mis ojos veían con reverencia a quienes decían tener más de 10 años en el camino. Ahora pienso que la reverencia estaba más que justificada.

No es un camino fácil, los obstáculos, las tentaciones, las decepciones, el mal clima, los ladrones, el cansancio, la sed y el hambre han sido y son frecuentes, esta senda angosta no se sube sola, y no puedo decir que falta poco pues lo único que alcanzo a ver es el recodo que esta frente a mí.

¿Será que al pasar la siguiente curva estará la meta? Tal vez si o tal vez no, pero estoy totalmente seguro de dos cosas:

La primera es que hay una meta y en ella está parado Jesús con sus brazos abiertos esperándome.

La segunda es que el camino que ya caminé era necesario caminarlo, no había atajos ni era una opción, era un camino que yo necesitaba caminar si quería llegar a la meta.

¡Estoy muy feliz por el camino recorrido! Es mucho más lindo verlo en retrospectiva, los dolores y obstáculos ya superados no se sienten, la satisfacción de haberlos superado es embriagadora, los frutos son maravillosos, si hubiese sabido lo gratificante que sería tal vez lo hubiese disfrutado más. ¡Estoy feliz de estar aquí! Estoy 15 años más cerca de mi meta, más cerca de poder ver cara a cara y conocer a Jesús como él me conoce.

A esto se refería Pablo cuando escribió en el libro a los romanos el siguiente texto:

Hagan todo esto estando conscientes del tiempo en que vivimos. Ya es hora de que despierten del sueño, pues nuestra salvación está ahora más cerca que cuando inicialmente creímos. La noche está muy avanzada y ya se acerca el día. Por eso, dejemos a un lado las obras de la oscuridad y pongámonos la armadura de la luz. (Romanos 13:11-12)

No sé en qué parte del camino estoy, si en la mitad, en la quinta parte o al final, no sé si ya he pasado lo mas difícil o si habrán momentos peores y dolorosos,  pero estoy agradecido por lo que ya está caminado, seguramente esa ha sido la preparación para lo que está por venir.

Hoy tengo más fuerzas que al inicio y sé que nada se comparará a la dicha de llegar a la meta y tomar mi premio, un premio eterno por el que vale la pena vivir y morir diez vidas, mil vidas, mi premio es Jesús. Ya se acerca el día, así que le saco brillo a mi armadura, ajusto bien los cordones de mis tenis y sigo caminando, llegaré. Te animo a que hagas lo mismo.

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