¿Felices Fiestas?
Después de comprar, al bajarte de un taxi, al despedirte en la oficina o en tu lugar de estudios escucharás lo siguiente: Feliz navidad. Pero en el preciso momento que agudizo el oído para escuchar esta frase nace dentro de mi corazón un pequeño Grinch que lejos de querer apagar el ánimo festivo surge como un crítico ante tal afirmación.
Promociones, ofertas, dos por uno, regalos. No te preocupes que hay tres meses de gracia pero ¿si me despiden? Mmmm qué importa: Dios proveerá.
Es que quizá decidimos ser felices durante una noche a cómodas cuotas de cien mensuales durante un año más. Nos aferramos a la idea de una navidad feliz, ignorando por completo la presión de las cuentas y los números. ¿Todo esto vale la pena por tan solo una noche? Tal vez la siguiente pregunta nos incomode: ¿qué celebras en navidad? O te la pongo más fácil ¿cuál es tu incentivo al momento de celebrar?
Si fueran tan felices estas fiestas no habría razón para que el índice de suicidios suba o para que el monto de la deuda incremente junto con los asaltos y violencia en términos generales.
“Yo me deprimo mucho en estas fiestas” dijo el taxista mientras miraba por el retrovisor. -Tengo una gran presión por llevar pavo, regalos y caramelos a mi casa que en ocasiones trabajo bajo presión.
No importa si eres: taxista, estudiante, ama de casa, oficinista o cocinero, pero quizá el “espíritu navideño” te esté consumiendo y necesitas escuchar este mensaje, uno que te sacudirá por completo y te hará ver desde otra perspectiva este desalentador panorama ¿estás listo? Pues ahí va: un niño nos ha nacido ¡un hijo nos ha sido concedido! Se le ha dado el poder de gobernar; y se le darán estos nombres: Concejero admirable, Dios invencible, Padre eterno, Príncipe de paz. Is 9:6
Qué bueno es descubrir que un niño surge como esperanza ante esta tormenta navideña, cuyo nacimiento expone la idea de un consejero en medio de las ofertas tentadoras, los comerciales de televisión, las películas y otros medios masivos que nos presionan a comprar, llegan sus consejos justo a tiempo: no te dejes convencer por esta influencia propagandista y sé un buen administrador.
Nunca te olvides que Él es invencible y a pesar de las muchas tristezas que te consuman si permaneces con tu mirada fija en sus ojos podrás caminar sobre las aguas de la tormenta de la depresión.
Cómo olvidarte que él es un Padre eterno y por lo tanto concéntrate en las cosas que valen la pena. La cena, los regalos, la felicidad navideña, son cosas pasajeras, pero su amor dura para siempre.
Y por último, siempre ten presente que Él es Príncipe de paz, una paz en medio de la tormenta y no precisamente va a llevarte lejos de ella si no a caminar sobre las aguas tormentosas de las presiones sociales, depresiones, deudas o desánimo, todo en un viaje directo sin escalas a su corazón.
A sí que cada vez que escuches la frase felices fiestas: recuerda que un niño nos fue dado, para de inmediato desnudar las intenciones de tu corazón, que lejos de sus vanidades y obsequios finitos, te asegura una paz que no tiene fin.
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