A pesar de las diferencias…
No es nada nuevo hablar de las diferencias que hay entre los hombres y las mujeres, pero siempre es bueno tenerlo presente, por ejemplo:
- Frente al dinero
Los hombres: Pagarán 2 dólares por algo que en realidad cuesta medio dólar, pero lo necesitan.
Las mujeres: Pagarán medio dólar por algo que cuesta dos y que en realidad no necesitan, pero que estaba en oferta.
- Frente al matrimonio
Las mujeres: Se casan con la esperanza de que el hombre cambie, pero al final se resigna porque no cambia.
Los hombres: Se casan con la esperanza de que ella no cambie, pero al final se resigna porque sí cambia.
- Frente a la vestimenta
Las mujeres: Se vestirán bien para ir de compras, para regar las plantas, para sacar la basura, para llevar a los niños a la escuela y para ir a cenar.
Los hombres: Se vestirán bien para ir a un funeral o a una boda.
- Frente a las discusiones
Las mujeres: Tendrán la última palabra, siempre, en cualquier discusión.
Los hombres: Cualquier cosa que el hombre diga después de la última palabra de la mujer es en realidad el inicio de una nueva discusión.
A pesar de las diferencias, tu cónyuge, después de Dios, no es solo algo importante, lo es todo.
El vínculo que te une a tu cónyuge no es de sangre, es de sangre, alma y espíritu. Un hombre viaja alrededor del mundo para buscar lo que necesita y vuelve a su hogar para encontrarlo. Todos los matrimonios felices se parecen; todo matrimonio infeliz es infeliz a su manera.
A pesar de las diferencias, estamos unidos a nuestro cónyuge más que por un sello legal, por el sello del amor. Grábame como un sello sobre tu corazón; llévame como una marca sobre tu brazo. Fuerte es el amor, como la muerte, y tenaz la pasión, como el sepulcro.
Como llama divina es el fuego ardiente del amor. (Cantares 8:6 NVI)