¡Las palabras también sazonan!
Para bien o para mal, tus palabras te hacen grande o te debilitan, te hacen ver interesante o tedioso. “Cada vez que abres la boca dejas a los demás mirar dentro de su mente”, dijo Bruce Barton.
Las palabras también despiden aroma, así que lo agradable o desagradable aroma del corazón, dependerá de lo que se diga con la boca.
En fin, las palabras embellecen o demacran, alegran o entristecen
Las palabras edifican o destruyen, sanan o hieren
Las palabras liberan, o encarcelan
Las palabras son muerte, o son vida.
¡Las palabras son tu fuerza, o tu debilidad!
Hay palabras que se las lleva el viento, pero también hay palabras que traen esperanza. Jesús por ejemplo dijo: ¡El que oye mi Palabra y cree al que me envió tiene vida eterna!
Con la boca se expresa la salvación de Dios… también expresó San Pablo. Esa salvación que trae “vida abundante” la puedo hacer real en mis relaciones más importantes, es decir con mi cónyuge y con mis hijos, con mis padres y con mi familia ampliada, con mis los amigos y en mi ambiente laboral, etc. En fin, las palabras que expreso pueden darme gratos omentos, o tristes, eso depende de mí y de ti. En realidad, nosotros somos colaboradores de Dios en la propagación de la vida abundante por medio del uso de nuestras palabras.
¿A quién le dirás algo especial hoy? Te aseguro que le alegrarás su corazón.