Nuestros niños están estresados…
Los profesionales de la salud están haciendo sonar la alarma: nuestros niños están bajo niveles de estrés sin precedentes. La mayoría de las causas parecen estar arraigadas a los cambios de la sociedad y la cultura. ¿Qué pueden hacer los padres para cambiar eso? ¿hay algo que podamos hacer para ayudar a nuestros niños a lidiar con las presiones emocionales que están enfrentando?
Afortunadamente sí, y comienza en la familia. Nuestras casas deben proporcionar un ambiente donde todos los que entran encuentren refugio y descanso de las presiones que enfrentan cada día. Eso no sucede por accidente, se requiere de esfuerzo. La Escritura nos guía en este proceso:
1. Gratitud. No siempre ha sido fácil, pero nos esforzamos por estar contentos y agradecidos por dónde estamos y por lo que Dios nos ha dado. Es una batalla contra el pragmatismo y el consumismo de nuestra cultura. «Sea vuestro carácter sin avaricia, contentos con lo que tenéis, porque Él mismo ha dicho: NUNCA TE DEJARÉ NI TE DESAMPARAR» (Heb 13: 5 LBA)
2. Prioridades. Mucho estrés es el resultado de expectativas no satisfechas. Nuestra cultura nos bombardea constantemente con mensajes de lo que necesitamos tener, ser y actuar. En contraste, Jesús nos dijo que persigamos su Reino y que Dios proveerá lo que necesitamos (Mateo 6: 33-34).
3. Servicio. Una manera muy rápida de poner el estrés en contexto es servir a los demás. Servir a los demás abre nuestros ojos a lo que es verdaderamente importante (Gálatas 5:13).
Vivir estas verdades parece imposible, a menos que aceptemos un compromiso completo de honrar a Jesús en todas nuestras vidas. No podemos decirles a nuestros hijos estas cosas, como padres, debemos modelarlas nosotros mismos.