El Evangelio se Vive
Me sorprendió mucho cuando una señora entró en la oficina de nuestra iglesia y me preguntó si sabía quién era el dueño del auto café. Mi auto es de ese color. Ella dijo: "Lo siento mucho, golpeé tu coche mientras estacionaba el mío". Mi corazón se hundió y pensé: ¿cuán grande fue el daño? Fuimos al estacionamiento y miramos los autos. No había forma de negarlo: la evidencia de pintura [...]