El ídolo de la distracción
¿Cuántas veces nos ha pasado que mientras estamos viendo un video, una publicación o cualquier otra cosa, el tiempo vuela y lo que teníamos pendiente o “queríamos” hacer no lo pudimos realizar? Si somos sinceros con nosotros mismos, esto nos ocurre muy frecuentemente, perdiéndonos en un sinnúmero de actividades que nos alejan del principal motivo de nuestras vidas: conocer más a Cristo y ser como él. Mi corazón se llena de arrepentimiento y culpa cuando me doy cuenta que he hecho de todo mi prioridad, excepto buscar al Señor. En la actualidad la mayor distracción que puede haber es el Internet. A cuántos no nos ha pasado que nos enganchamos de forma instantánea a Netflix o a las publicaciones en redes sociales o viendo noticias de otras personas; de todos modos, cualquiera que sea la razón debo decirte que hay consecuencias al dejar que la distracción ocupe un lugar en el pasillo de los ídolos de nuestro corazón.
Nos alejamos de su voluntad para nuestra vida: En la Biblia, Dios nos menciona que anhela que seamos santos como él es Santo (1 Pedro 1:16), que cada día nos conformemos al carácter de Cristo (1 Corintios 11:1) y que seamos hombres y mujeres que busquen en oración y ruego ante su presencia (Filipenses 4:6-7). Dios desea que nosotros nos perfeccionemos cada hora, cada instante a su imagen.
Primero, debemos preguntarnos ¿Cuál es la visión que tenemos acerca de Dios que nos lleva a desecharlo de forma tan ligera ante otras actividades? La realidad es que dentro de nosotros hay una voz que nos dice “mañana lo harás”, “lo que haces en este momento es más satisfactorio”, “Dios siempre estará ahí, puede esperarme”, “no hay consecuencias, tengo una vida para buscarle a Dios”. Y, de esta manera, es como perdemos de vista los atributos de nuestro Señor y creamos un dios tan pequeño que se acomoda a nuestro tiempo.
Nuestro corazón es tan engañoso y perverso (Jeremías 17:9) que comienza a susurrarnos mentiras sobre el carácter del Dios verdadero. Una de las más peligrosas es la insuficiencia de Cristo para satisfacernos completamente. Tergiversa lo que conocemos de Él y lo usamos a nuestro favor, y pensamos: “Él me perdona todo y hoy no me voy a morir para ir a su presencia”, tomamos la gracia como lo más común que pueda existir, sin recordar que para que nos sea entregada debió haber un sacrificio.
Qué fácil es minimizar y crear un Dios a nuestra imagen y semejanza, pero gracias doy a la Palabra que nos conduce a la verdad y nos muestra el pecado que cometemos al negar sus cualidades.
“Y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno y Príncipe de Paz…” (Isaías 9:6), “Yo conozco que todo lo puedes y que no hay pensamiento que se esconda de ti” (Job 42:1-2), “No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra” (Gálatas 6:7), “Porque Dios «pagará a cada uno según lo que merezcan sus obras” (Romanos 2:6).
Refiriéndose a una de las distracciones más comunes hoy en día, Jhon Piper afirmó:
“Uno de los mayores usos de Twitter y Facebook probará en el último día que la falta de oración no fue por falta de tiempo”
Dirijamos nuestros pensamientos cautivos a los pies de Cristo, empujemos nuestra voluntad hacia su control y enfoquémonos en lo que está por delante, en el reino de Dios y no en lo terrenal, en el ahora.
ESCRITO POR: Gabriela Puente