VIVE LAS ILUSIONES DE TUS HIJOS
Bart, llegó a casa cargando un casco hecho de cartón. Con algunos marcadores trazó unos cuantos dibujos para darle más color. Cuando su padre lo vio, preguntó: ¿y eso? Bart dijo: es un casco de football americano. Su padre, lo miró y le dijo: Los sueños no pagan las facturas de esta casa. Y añadió: La vida no te dará nada, simplemente porque creíste en un absurdo. Tomó aquel casco que había hecho su hijo y lo destruyó. Este es un fragmento de la película “Yo sólo puedo imaginar”.
Nuestro dolor, rabia y frustración pueden hacer pedazos la ilusión de un niño. Intentando demostrar que la vida es real, los adultos nos equivocamos cuando enseñamos a nuestros hijos que no hay espacio para ilusiones.
La ilusión, es algo que nos ayuda a buscar el cambio y a mejorar como personas. En el caso de los niños, la ilusión es una sensación que debe alimentarse, porque bien estimulada puede crear niños motivados, felices y capaces de alcanzar cualquier proyecto personal.
Los padres debemos convertirnos en canalizadores de la ilusión en nuestros hijos. Podemos hacerlo cuando oramos con ellos para que sean constantes en sus objetivos; y que sepan que si no consiguen algo no es motivo de derrota, sino perseverar en la ilusión para conseguirla más adelante.
También estamos llamados a estimular la ilusión para mejorar comportamientos o actitudes. Esto ocurre cuando al final de un curso tu hijo ha sido capaz de aprobar todas las asignaturas y le prometiste que si lo hacía le comprarías algo, pues en este caso, se lo ha ganado.
Podemos alimentar esa ilusión pidiendo a Dios que nos oriente con Su palabra para crear no solo niños motivados, sino también jóvenes felices y capaces de alcanzar cualquier proyecto personal, de acuerdo a la voluntad de Dios.