¿SOMOS LO QUE LEEMOS?
¿Se puede juzgar a una persona por el libro que lee? En Nueva York, Uli Beutter Cohen decidió poner a prueba esta premisa con un proyecto en las redes sociales, donde cuenta lo que otros leen y la razón por la que escogieron ese libro. Esta colección de reseñas escritas y publicadas en Facebook, Instagram y Twitter se dan a partir de lo que le cuentan los neoyorquinos que toman el metro.
Esta muchacha empezó preguntando a la gente qué estaban leyendo y por qué. Para sorpresa de ella, los entrevistados no solo compartieron sus impresiones del libro que leían, sino cómo esa lectura tenía impacto en sus vidas.
Entre los casos que menciona, Uli cuenta el caso de Joshep, un profesor de matemáticas de secundaria. Compró el libro “La Casa en Mango Street”, de Laura Cisneros para un estudiante a quien no le gusta leer y a la cual quiere ayudar a que salga bien en sus exámenes. Por eso leía este libro el maestro de matemáticas.
Este proyecto desarrollado por Uli, le permitió aprender a dejar en casa los prejuicios. Para ella, no se juzga a una persona por el libro que lee. “Muchas veces te creas una imagen de la persona por el libro y cuando te acercas y hablas te das cuenta que estabas totalmente equivocada”, menciona.
Juzgar a una persona por el libro que lee es incorrecto. Pero cuando el libro que leemos se convierte en nuestro manual de vida, cuando meditamos de día y de noche en él, y lo llevamos impreso en la mente y el corazón, sí reflejamos en nuestro caminar lo que leemos, lo que creemos y amamos. “Lámpara es a mis pies tu Palabra y lumbrera a mi camino”. Esto exactamente es lo que la Biblia viene a convertirse para los que meditamos en ella todo el tiempo.
Abrir sus páginas y sumergirse en ellas nos lleva a conocer el dulce néctar del corazón de Dios.