Entre espadas y malentendidos
Probablemente eres una de esas personas que piensa que la Biblia es aburrida, un libro demasiado largo para leer o algo que puedes hacer solamente los domingos y en el grupo de jóvenes.
Pero la Biblia es mucho más que eso y va mucho más allá. Se reconoce a sí misma como la Palabra de Dios, inspirada y escrita por el Espíritu Santo a través de hombres fieles que se dejaron utilizar para propósitos divinos y que sobrepasaron su cultura, su lengua y su época.
Leyendo me dí cuenta que muchos de sus relatos guardan humor. Por ejemplo, vemos en Lucas 22 que Jesús se encuentra cenando junto a sus discípulos. Esto sucede durante la fiesta de Pascua y esta cena será la última de Jesús. El Señor advierte a sus discípulos sobre el futuro, sobre su muerte y sobre las duras pruebas que tendrán que soportar. Es una conversación que muchos de ellos no entienden y otros se atreven a interpretar erróneamente. La parte que me resulta interesante es cuando Jesús menciona que deben estar preparados.
Jesús utiliza esta analogía:
“Y les dijo: Cuando os envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalias, ¿acaso os faltó algo? Y ellos contestaron: No, nada. Entonces les dijo: Pero ahora, el que tenga una bolsa, que la lleve consigo, de la misma manera también una alforja, y el que no tenga espada, venda su manto y compre una. Porque os digo que es necesario que en mí se cumpla esto que está escrito: «Y con los transgresores fue contado «; pues ciertamente, lo que se refiere a mí, tiene su cumplimiento.” (Lucas 22:35-38) (LBLA)
Entonces, parece que los discípulos no escucharon nada más que la palabra espada y respondieron: “Señor, mira, aquí hay dos espadas.”
Finalmente podemos ver la grandiosa paciencia de nuestro Señor cuando dice: “Es suficiente.”
Muchas veces nosotros nos comportamos de la misma manera. Ponemos atención y nos preocupamos de cosas efímeras, pasajeras y sin importancia. Nos hacemos un mundo de posibilidades y terminamos deprimidos, preocupados o amargados. No recordamos lo esencial, lo que es eterno. Francis Chan lo puso de la siguiente manera: “No hay mayor fracaso que tener éxito en las cosas que no importan en la eternidad”.
Incluso podemos llegar a pensar y adjudicar cualidades a una persona, a una conversación o a un acontecimiento que nunca fueron parte de lo que se quiso dar a entender.
Así que por último, mientras estamos despistados y concentrados en las amistades, aquel chico o chica, en nuestra imagen, en las redes sociales, etc, etc… perdemos lo importante: Recordar que todo pasa y que lo único que permanece es la Palabra de Dios, en la cual está el acontecimiento más importante de la historia: la vida, muerte, sacrificio y resurrección de Cristo