Aciertos y Desaciertos en la Disciplina
Estoy segura que esta es un área de la maternidad en la que nos sentimos desafiadas, frustradas y a veces cansadas… se trata de la disciplina en nuestros hijos, nuestro aprendizaje al corregirlos y los errores que hemos cometido al hacerlo.
En otras ocasiones te he compartido algunos consejos para que tengamos un ambiente de confianza con nuestros hijos, otra ocasión hablamos sobre la alimentación y cómo podemos lograr que se alimenten bien y otros temas que nos apasionan como madres. Ahora no tengo una lista de consejos, ni tips para corregir a nuestros hijos porque se trata de “su corazón”.
Justamente eso es lo que dice el autor del libro Cómo pastorear el corazón de su hijo:
“Cuando los padres queremos lidiar únicamente con el comportamiento, perdemos la oportunidad de ayudar a nuestros hijos a entender que antes de corregir su conducta, necesitamos sanar su corazón” Tedd Tripp
Con esta frase tan profunda di un sentido diferente a la corrección en la disciplina de mis pequeñas hijas porque debemos notar para conocer lo que está en su corazón que les lleva a actuar de cierta manera. Definitivamente, esto te lleva a depender más de Dios porque no es una corrección superficial, es algo que requiere tiempo de oración para buscar la guía y la sabiduría de Dios, tiempo para comunicarte con tus hijos, conversar con ellos todo el tiempo para tener buenos frutos en su futuro.
Cuando digo que vamos a llegar a su corazón, no significa que hay ocasiones en las que nuestros hijos deben ser corregidos con la vara, sin enojo, pero con firmeza porque como dice la biblia, es necesario la corrección en los niños (Proverbios 23:13). Debemos tener cuidado con algo importante es la diferencia entre autoridad y autoritarismo, ya que nuestro llamado como padres es ser la guía de nuestros hijos con la autoridad dada por Dios, más no corregirles con ira o gritos ya que esto crea una barrera entre ellos y nosotros.
Recuerda siempre que somos representantes de Dios, que somos los escogidos para moldear y formar el corazón de nuestros hijos: con lo que hacemos, con lo que decimos. Esto nos muestra que tenemos una tarea sagrada que realizar diariamente en nuestro hogar, Dios nos equipa con su guía y sabiduría para cumplir esta labor, ¡lo vas a lograr!