Decir NO, no me hace «malito»
- Mi relación con Dios se enfría porque no tengo tiempo para él.
- Empiezo a resentirme por hacer cosas que antes disfrutaba.
- No tengo suficiente tiempo para las personas importantes en mi vida.
- Pierdo la habilidad de relajarme y divertirme.
- Empiezo a tener problemas de salud relacionados al estrés.
- Llego a asumir una mentalidad de mártir y pienso «tengo que hacer esto porque soy indispensable».
- Empieza y termina positivamente. Suaviza el golpe de decir no al incluir algunas declaraciones positivas antes y después de la palabra no. Por ejemplo: «me encantaría ayudarte con eso, pero no puedo ahora».
- No respondas inmediatamente. Antes de dar una respuesta dile a quien te está pidiendo ayuda que debes chequear varias cosas previamente, como tu agenda y permisos (En el caso de necesitarlo).
- Al final, un simple y directo NO es usualmente la manera más efectiva. Elimina la expectativa de cualquier otro resultado posible y libera rápidamente a la persona que pregunta así como a la persona que responde. Incluso la Biblia aboga por un enfoque directo. Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y, cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno. (Mateo 5:37) (NVI)