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20 02, 2019

Decir NO, no me hace «malito»

2019-09-09T00:15:00-05:0020 febrero, 19|

«No»… Es una de las palabras más comunes en nuestro lenguaje pero ¿por qué es tan difícil decirla? En mi caso, hay muchas razones por las que he pasado tiempos difíciles debido a esa simple palabra. Cuando me encuentro desprevenido o cuando alguien aquí en Ecuador me dice «no seas malito» (antes de pedirme algo), lo que básicamente significa que si digo no soy malo. No quiero ser malo ni inútil. Tampoco quiero que se desate una discusión, ni perderme la oportunidad de ayudar o de hacer algo divertido. No quiero que la gente se enoje o se moleste conmigo, tampoco quiero que hablen mal de mí. Entonces vez tras vez digo sí cuando en realidad no debería. La mayoría de veces olvido que no debo decir «si» mucho y llego a sentirme abrumado y estresado. Esto hace que descuide el resto de cosas en mi vida que merecen mi atención. Y pienso «si solo hubiese dicho no». Y esto provoca que me resienta con el autor de la pregunta e incluso llego a sentirme poco apreciado y demasiado comprometido. Después de ser «el hombre sí a todo» durante años por no herir los sentimientos de los demás, me di cuenta de las consecuencias de decir mucho sí. Cuando digo mucho SI:
  • Mi relación con Dios se enfría porque no tengo tiempo para él.
  • Empiezo a resentirme por hacer cosas que antes disfrutaba.
  • No tengo suficiente tiempo para las personas importantes en mi vida.
  • Pierdo la habilidad de relajarme y divertirme.
  • Empiezo a tener problemas de salud relacionados al estrés.
  • Llego a asumir una mentalidad de mártir y pienso «tengo que hacer esto porque soy indispensable».
No hace falta decir que después de años de desgastar mi sí me quemé por las muchas actividades. Finalmente un amigo al verme me dijo «tienes que aprender a decir que no». Me tomó tiempo lograrlo pero al final lo hice, y aquí algunas cosas que aprendí:
  1. Empieza y termina positivamente. Suaviza el golpe de decir no al incluir algunas declaraciones positivas antes y después de la palabra no. Por ejemplo: «me encantaría ayudarte con eso, pero no puedo ahora».
  2. No respondas inmediatamente. Antes de dar una respuesta dile a quien te está pidiendo ayuda que debes chequear varias cosas previamente, como tu agenda y permisos (En el caso de necesitarlo).
  3. Al final, un simple y directo NO es usualmente la manera más efectiva. Elimina la expectativa de cualquier otro resultado posible y libera rápidamente a la persona que pregunta así como a la persona que responde. Incluso la Biblia aboga por un enfoque directo. Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y, cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno. (Mateo 5:37) (NVI)
Para finalizar debo decir que es empoderante ver que decir «NO» de una manera sabia es en realidad decir ¡SÍ!. Sí a la amistad, sí a tus responsabilidad y prioridades, sí a tu decisión. Decir «NO» a las cosas correctas genera tiempo y energía para las cosas más importantes de la vida.
19 02, 2019

Amor… es decir no.

2019-09-09T00:12:14-05:0019 febrero, 19|

Seguramente has oído el dicho: “esa persona tiene el sí dañado y el no flojo”.
Este era el caso de un matrimonio que tenía el “no” flojo con su único hijo. Seguramente aquel niño era muy pequeño y sus padres no querían dañar su autoestima, podríamos pensar; pero no, él era todo un joven. De hecho, según la Biblia, éste contaba con cualidades especiales, por ejemplo, era un gobernante, tenía una fuerza impresionante y sobre todo contaba con la presencia del Espíritu Santo en su vida.

Nos referimos a Sansón. Un joven que vino a este mundo con un propósito claro y definido por Dios. Antes de su nacimiento el padre de Sansón preguntó a Dios: ¿qué reglas deben gobernar la vida y el trabajo del muchacho? Ante las preguntas que hizo el futuro padre, Dios le respondió dándole instrucciones claras.
Sin embargo, la historia nos lleva a descubrir en el capítulo 14 del libro de jueces, a Sansón queriéndose casar.

Sin duda no hay nada de malo en casarse. Es joven, tiene sentimientos, es un hombre de Dios que puede hacer feliz a cualquier mujer. Pero ese no era el problema. Dice un proverbio árabe que el hombre caprichoso no es un hombre, es una cosa. Los caprichos convirtieron a Sansón, hombre superdotado, en una cosa en manos de sus enemigos. Sansón buscaba unir su vida con una mujer que no compartía su misma fe y menos aún al mismo Dios verdadero. Sansón dijo a sus padres, consígueme esa, porque esa es la que me gusta”.

Que duro lidiar con un hijo caprichoso. Más aun cuando los padres olvidamos decir “no” y terminamos cediendo a los gustos y peticiones de nuestros hijos. Ver una sonrisa en la cara de un hijo/a es algo que todos los padres queremos ver, pero es mejor educarles correctamente para conseguir que se conviertan en personas con buenos valores y de éxito.
Pero ¿qué más sucede con Sansón? Casi todos los episodios de la vida de Sansón están relacionados de una u otra forma con mujeres. Primero su esposa filistea a quien más tarde abandona por una riña con los aldeanos del pueblo de ella. Más adelante lo encontramos en la casa de una prostituta y finalmente relacionándose con Dalila una mujer que lo traicionó.
Sansón siempre jugando con la fuerza que Jehová le había dado para que la pusiera al servicio de su pueblo.

Sansón, fue una persona que tuvo un propósito y una tarea específica por parte de Dios; lo cumplió parcialmente. Un hombre cuyas decisiones lo llevaron a la ruina por tener el “sí dañado y el no flojo”.

Como madre, tengo el diario desafío de amar a mis hijas incluso cuando deba decirles no.

JOHN VARELA

18 02, 2019

Decir NO, no me hace «malito»

2019-09-09T00:15:00-05:0018 febrero, 19|

«No»… Es una de las palabras más comunes en nuestro lenguaje pero ¿por qué es tan difícil decirla? En mi caso, hay muchas razones por las que he pasado tiempos difíciles debido a esa simple palabra. Cuando me encuentro desprevenido o cuando alguien aquí en Ecuador me dice «no seas malito» (antes de pedirme algo), lo que básicamente significa que si digo no soy malo. No quiero ser malo ni inútil. Tampoco quiero que se desate una discusión, ni perderme la oportunidad de ayudar o de hacer algo divertido. No quiero que la gente se enoje o se moleste conmigo, tampoco quiero que hablen mal de mí. Entonces vez tras vez digo sí cuando en realidad no debería.

La mayoría de veces olvido que no debo decir «si» mucho y llego a sentirme abrumado y estresado. Esto hace que descuide el resto de cosas en mi vida que merecen mi atención. Y pienso «si solo hubiese dicho no». Y esto provoca que me resienta con el autor de la pregunta e incluso llego a sentirme poco apreciado y demasiado comprometido.

Después de ser «el hombre sí a todo» durante años por no herir los sentimientos de los demás, me di cuenta de las consecuencias de decir mucho sí.

Cuando digo mucho SI:

  • Mi relación con Dios se enfría porque no tengo tiempo para él.
  • Empiezo a resentirme por hacer cosas que antes disfrutaba.
  • No tengo suficiente tiempo para las personas importantes en mi vida.
  • Pierdo la habilidad de relajarme y divertirme.
  • Empiezo a tener problemas de salud relacionados al estrés.
  • Llego a asumir una mentalidad de mártir y pienso «tengo que hacer esto porque soy indispensable».

No hace falta decir que después de años de desgastar mi sí me quemé por las muchas actividades. Finalmente un amigo al verme me dijo «tienes que aprender a decir que no». Me tomó tiempo lograrlo pero al final lo hice, y aquí algunas cosas que aprendí:

  1. Empieza y termina positivamente. Suaviza el golpe de decir no al incluir algunas declaraciones positivas antes y después de la palabra no. Por ejemplo: «me encantaría ayudarte con eso, pero no puedo ahora».
  2. No respondas inmediatamente. Antes de dar una respuesta dile a quien te está pidiendo ayuda que debes chequear varias cosas previamente, como tu agenda y permisos (en el caso de necesitarlo).
  3. Al final, un simple y directo NO es usualmente la manera más efectiva. Elimina la expectativa de cualquier otro resultado posible y libera rápidamente a la persona que pregunta así como a la persona que responde. Incluso la Biblia aboga por un enfoque directo.
    Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y, cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno. (Mateo 5:37) (NVI)

Para finalizar debo decir que es empoderante ver que decir «NO» de una manera sabia es en realidad decir ¡SÍ!. Sí a la amistad, sí a tus responsabilidad y prioridades, sí a tu decisión. Decir «NO» a las cosas correctas genera tiempo y energía para las cosas más importantes de la vida.

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