Ciencia Ficción o Realidad
Todavía conservo en mi mente el recuerdo de mi madre, en el cálido solar de nuestra casa, volcada sobre un viejo ejemplar de una de las tantas novelas del gran Julio Verne, este escritor que se hizo célebre gracias a sus novelas de aventuras y a la profunda influencia que dejó en el género de la ciencia ficción. Todo el mundo conoce o ha oído hablar de sus obras más famosas: Viaje al centro de la Tierra , Veinte mil leguas de viaje submarino o La vuelta al mundo en ochenta días.
Pero el mundo fantástico e imaginativo que Verne desplegó en su literatura no influyó solo en la ciencia ficción, lo hizo también en la realidad pues, gracias a su profundo interés por la ciencia, la exploración y las innovaciones tecnológicas, el autor consiguió generar un imaginario literario verosímil cuya capacidad de evocación ha llegado intacta hasta nuestros días.
Nuestros tiempos son mucho más grises y, sobre todo, desesperanzados: casi nadie cree que el futuro será mejor, y la supervivencia del día a día nos absorbe todas las energías e ilusiones.
La confianza en Dios y en su fidelidad, la fe en sus promesas son las que garantizan la realidad de este futuro y permiten por lo menos percibir sus maravillas. Fe, confianza, esperanza y amor son diferentes aspectos de una actitud espiritual completa y apropiada.
La esperanza cristiana no es un mundo fantástico e imaginativo, no es pasiva, es pasión por lo nuevo y camino eficaz del futuro. La palabra de Dios evoca un futuro cierto, no solamente desde el punto de vista puramente literario, sino desde la promesa de Dios. “Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo”.