Seamos lentos en hablar, en responder por WhatsApp y en publicar en Facebook
Así también la lengua es un miembro muy pequeño del cuerpo, pero hace alarde de grandes hazañas. ¡Imagínense qué gran bosque se incendia con tan pequeña chispa! También la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Siendo uno de nuestros órganos, contamina todo el cuerpo y, encendida por el infierno, prende a su vez fuego a todo el curso de la vida.
(Santiago 3: 5-6) (NVI)
Por estos días hablar lo que está en tu mente tal cuál lo pensaste se supone un acto noble y valiente. En un mundo donde a menudo nos dicen que necesitamos ser efectivos y acertados en comunicar nuestras ideas y con la facilidad que representan las redes sociales, podemos decir lo que queramos de manera fácil, rápida y fuerte (¡todo el mundo lo puede escuchar!).
Sin embargo, nuestras palabras, sean orales, escritas, enviadas por mensaje de texto, tuiteadas o publicadas, deben mantenerse bajo control. Debemos ser lentos para hablar y rápidos analizando lo que vamos a decir.
Así que, seamos cuidadosos con nuestras palabras. Proverbios 10:19 es un versículo que necesitamos oír en una era de redes sociales:
El que mucho habla, mucho yerra;
el que es sabio refrena su lengua.(NVI Nueva Versión Internacional)
Las palabras son demasiado poderosas como para usarlas a la ligera, y muy importantes como para desperdiciarlas. Se necesita mucha precaución cada vez que abrimos la boca o cada vez que empezamos a escribir en el teclado de algún artefacto.
El hecho de comunicarnos tan a menudo y ante tanta audiencia hoy en día, debería hacernos temblar. Detengámonos y tomémonos el tiempo de pensar antes de hablar o escribir.