La Felicidad: decido ser feliz
La felicidad, ¡hoy decido ser feliz! Parecería una cuestión no muy complicada. Sin embargo nuestro concepto de felicidad está muy marcado por la influencia de la sociedad… empujándonos a ser egoístas y a creer que la felicidad depende de los demás, del clima, del tráfico o que se mide por el dinero que tenemos. Por ejemplo en los Estados Unidos a pesar de que el poder adquisitivo se ha duplicado desde los años cincuenta; la felicidad del ciudadano medio estadounidense se ha mantenido prácticamente sin cambios. Entonces la felicidad no depende de esos factores materiales.
La felicidad es una decisión personal. Pero tú y yo somos egoístas por naturaleza. ¿Cómo podemos tomar una decisión que va en contra de nuestra naturaleza? Una decisión no para satisfacer mi ego, sino más bien para ayudar a los demás. Te imaginas que esa felicidad la exteriorizamos y la ponemos al servicio de nuestro prójimo, me atrevería a pensar que los resultados serían grandes. La pobreza, la desnutrición, el analfabetismo, la inseguridad, la violencia, el mal trato podrían disminuir.
En una publicación del periódico español El Mundo, encontré una nota sobre un médico que decidió ser feliz. Y dice:
Primero fue el payaso, después vino el activista y finalmente el médico. ¿O fue al revés? El caso es que los tres personajes confluyeron por arte de magia en la larga humanidad de Hunter Doherty, más conocido como Patch Adams, que se hizo de joven un propósito: «En vez de intentar quitarme la vida, voy a ser feliz a toda costa… Y voy a empezar una revolución basada en el amor».
Patch Adams indica que: «La risa no es una terapia, como tampoco lo es música. Terapia suena a cirugía, a homeopatía o a tratamiento. La risa y la música son mucho más, yo diría que son la vida misma, una parte esencial de nuestra condición de humanos. Lo que no es de humanos es la seriedad. No conozco una sola enfermedad que se cure con la seriedad, con la ira o con la apatía. No llegaremos muy lejos si nos ponemos muy serios. Lo más curativo es el amor, el humor y la creatividad».
La Biblia registra un relato que va en contra de nuestra propia lógica sobre la felicidad. Pero no significa que la debemos ignorar sino que es una invitación a ser parte del Reino de Dios. En Mateo capítulo 5 encontramos el famoso sermón del monte. Jesús al ver a la multitud abrió su boca y empezó a enseñarles. En ese lugar Jesús repitió 9 veces la palabra Makarios, que se traduce como feliz, o bienaventurado. Una felicidad en todo el sentido de su palabra, pero distinta a la manera que la gente lo concibe. Makarios tal vez podría entenderse mejor diciendo que a esas personas «les irá bien» o que «cuentan con el favor de Dios». En ese contexto, las bienaventuranzas de Jesús indican que a los que buscan primeramente el reino de Dios a la larga les irá bien, porque cuentan con Su favor. Una felicidad que la podemos experimentar en este mundo, sin descansar en las circunstancias de la vida. Una felicidad que la comparte Dios para todos quienes depositan su fe y confianza en El.