El poder de una madre fiel
Ana fue una madre muy especial. La conocemos principalmente por ser la madre del profeta Samuel, quien jugó un papel fundamental en la historia de Israel, y quien finalmente ungió a David como Rey.
Sin embargo, su imagen de mujer y madre comenzó bastante mal. Ella y su esposo no pudieron tener hijos. La infertilidad es una experiencia dolorosa, y en esa cultura, la incapacidad de concebir se entendía como el juicio de Dios. La sociedad podría haber asumido que existía algún pecado privado y secreto en el pasado de Ana. Ella era un suelo fértil para los chismes.
En consecuencia, su esposo, mientras amaba a Ana decidió «arreglar» el problema de no tener hijos al casarse con una segunda mujer. Esto debe haber roto el corazón de Ana, aún más, y su estatus social se hundió a nuevos niveles. No podría empeorar.
Entonces Ana hace lo único que le resta por hacer. Clama a Dios. Ana era una mujer justa que vivió su fe con integridad. Ahora, en su hora de crisis, va al tabernáculo a orar y lo hace con tal intensidad que Elí, el sacerdote, piensa que está borracha. Una mancha más a su reputación social.
Pero algo extraordinario sucede. ¡Dios la escucha! Esta mujer que se encuentra en lo más bajo del ranking social, de quien se presume tiene un pecado secreto, y de acuerdo con fuentes confiables, estuvo borracha en el tabernáculo, es inexplicablemente el foco de la gracia de Dios. Ana da a luz a su famoso hijo que se convertiría en el líder espiritual de Israel durante varias décadas.
Estoy seguro que la fe de Samuel fue aprendida en las rodillas de su madre. Sí, se fue a vivir en el tabernáculo a una edad temprana, pero seguramente fue su madre quien le enseñó acerca de Dios.
El poder de una madre fiel no puede ser subestimado
Las madres nunca hacen su trabajo solas; Dios está comprometido, presente y fiel en su tarea. Ahora, miles de años después, recordamos a una mujer de excelencia. Ella aprendió y vivió con la esperanza de la fidelidad de Dios. Sabemos su nombre y su historia. Pero no sabemos prácticamente nada sobre la otra esposa, su esposo o los demás que vivieron en su vecindario.
Gracias, Dios, por las madres fieles, que enseñan fidelidad y modelan la integridad.