¿Necesidades emocionales insatisfechas?
Con mucha frecuencia las personas se casan con la expectativa que su cónyuge satisfaga sus necesidades emocionales. Llegan al matrimonio con el vaso medio vacío para ser llenado por su pareja, pero la verdad es que ningún ser humano puede satisfacer a otro ser humano por completo.
Sin ser responsables de satisfacer todas las necesidades de tu compañero, es necesario poner esas necesidades antes que las tuyas. Algunas de estas necesidades incluyen afecto, comunicación, honestidad, finanzas y compromiso familiar.
Un acto de bondad consiste en hacer un esfuerzo por conocer qué quiere y valora tu pareja: ¿se trata de una comida casera? ¿Un ramo espontáneo de flores? ¿Una cena en un restaurante especial o una hamburguesa rápida? ¿Reparar ese grifo con fugas o la manija floja de la puerta? ¿Cuidar a los niños? ¿Una notita en el bolsillo del terno?
En realidad, no importa cuál es el acto de bondad, lo importante es que tu cónyuge se sienta valorado y querido a través de tus acciones, que sabes lo que él/ella quiere y necesita y que estás listo para proveerle sin que tenga que pedirte. Este esfuerzo por entender y voluntad para dar es la clave de un buen matrimonio y finalmente de satisfacer tus propias necesidades.
Robert Fulghum, en su libro clásico, “Todo lo que realmente necesito saber aprendí en el jardín de infantes», comparte algunas de sus reglas básicas y que se aplican para una relación saludable de esposos: compartan todo, tómense de las manos y manténganse unidos.
Si tu pareja sabe que te preocupas por él (ella) y que estarás a su lado en las grandes y pequeñas cosas, que se siente amada, cuidada y apreciada es muy posible que muestre reciprocidad en la relación y responda de la misma manera: con amor.
Y el amor se define de la siguiente manera:
“El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia, sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia”. (1 Co. 13:4-7).