«Estoy esperando el tiempo de Dios»
Te gusta, le gustas. Comparten tiempo juntos. Disfrutan la compañía del otro. Sus familias los conocen y sus amigos saben que hay química entre ustedes, pero pasa el tiempo y, aunque uno de los dos quiere dar un paso más, el otro se niega porque está «esperando el tiempo de Dios».
¿Qué quiere decir que alguien está esperando el tiempo de Dios? Muchas veces es un pretexto, falta de iniciativa, temor, falta de interés. Mientras lees, de seguro dirás «Pero Jimmy, yo sí estoy esperando en el tiempo de Dios» y yo te diré que está bien esperar, pero si enamoraste a alguien para luego no estar con esa persona, entonces has hecho algo que lastima a otro.
Probablemente dirás «Yo si le quería pero me doy cuenta que soy muy joven» o la otra que he escuchado «Es que ahorita debo dedicarme al ministerio». Nuevamente te diré que entonces lastimaste a alguien por no hacer las cosas en orden. Si no era tiempo de ilusionar a alguien ¿por qué lo hiciste? ¿Buscabas aceptación?, ¿él o ella eran un desafío para ti?.
Si bien es cierto, Dios hizo todo para un tiempo, para una etapa de tu vida, pero también te dio la capacidad de orar y elegir. A todas las chicas que quieren un hombre como esos predicadores famosos debo recordarles que cuando sus esposas se fijaron en ellos, ¡aún no eran famosos! Un gran hombre no tiene detrás a una gran mujer, la tiene a su lado. Dios te dio la capacidad (de nuevo) de proyectar y elegir. Esto es para chicos y chicas.
Date la oportunidad de conocer a esa persona interesante que te llama la atención, hazlo con cautela, procurando no dar señales equivocadas ni viviendo una amistad que parece más un noviazgo. Conoce a esa persona, y si en esa espera te das cuenta que es alguien con quien realmente compartirías tu vida hasta el último día, empieza a orar para tener claridad y saber si ese es el camino a seguir. Y si esa persona se echa para atrás o decide no caminar contigo, confía en que Dios está contigo, cuando decides bien y cuando te equivocas también. Escribe Salmos 32:8 en tu corazón:
Yo te voy a instruir; te voy a enseñar cómo debes portarte. Voy a darte buenos consejos y a cuidar siempre de ti.
El tiempo de Dios no funciona con calendario o reloj, sino con corazones dispuestos a caminar aún sin conocer el camino. Recuerda que en ese caminar él promete cuidar siempre de ti.