IDENTIDAD EN CRISTO
Para alguien como yo que vivió en 5 lugares diferentes en nuestro país, la sensación de tener una identidad marcada por muchas culturas es inminente. Muchos de mis amigos de la costa bromeaban con mi acento y a la vez cuando volví a la sierra ocurrió lo mismo. Poco a poco el cerebro humano adopta lo que está a su alrededor, dichos, costumbres, pensamientos, incluso expresiones adecuadas para el contexto. Esto sin mencionar las influencias de padres, familiares, maestros, música, televisión, etc. La identidad de Daniela, había ido tomando forma, y pronto tenía cosas que me caracterizaban, acogidas de cientos de fuentes que marcaron mis pensamientos, mis acciones y mi corazón.
Cuando el Señor me permitió nacer de nuevo a través de escuchar Su evangelio expuesto en una preciosa predicación de Su palabra, yo tenía 24 años, mis más profundos deseos, anhelos y costumbres estaban consolidados alrededor de lo que en ese momento hacía. Estudiante universitaria, soltera, hija mayor, amiguera, amante de la naturaleza y los deportes. Hoy tengo 34 años y veo mi vida tan distinta, ¡gloria a Dios!. Seria cuestionable si siguiera viviendo igual que antes de concer a Cristo.
Una de las conversiones que más me impacta en la Palabra es la del apóstol Pablo.
«Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, educado bajo Gamaliel en estricta conformidad a la ley de nuestros padres, siendo tan celoso de Dios como todos ustedes lo son hoy. Hechos 22:3 NBLA
Al presentar su testimonio, lo primero que dice es, “Yo soy Judío”, este es un Pablo que ha nacido de nuevo y que como nuevo creyente, sigue aferrándose a lo que conoce, y me recuerda a una de mis más fuertes influencias, el catolicismo. Yo aún seguía sin entender si debía dejar de decir que era católica o no, o qué debía hacer con lo que había aprendido hasta ese momento. Creo que cuando alguien esta en este proceso se olvida, es casi como un trauma para el nuevo recién nacido pasar por el impacto del parto… de igual manera he pensado en todos los testimonios que han arrancado la identidad de alguien, para reemplazarla por la única a la cual ahora me puedo aferrar, esa identidad es la que Pablo expresaría en una de sus cartas que he estudiado recientemente.
Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia a ustedes y paz de parte de Dios nuestro Padre. Colosenses 1:1-2 NBLA
Cómo es que ahora, no vemos su tan orgulloso “soy judío”, ahora su corazón emana palabras de una nueva identidad “apóstol de Jesucristo” ese “de” a veces pasa desapercibido, pero este hombre ahora sabe con todo su ser a quién pertenece, y lo ratifica al continuar en su adoración al único dueño de su ser…”por la voluntad de Dios” casi casi puedo sentir como su cuerpo se estremece, al escribir esta carta, empezando con poderosas palabras con profunda verdad acerca de su nueva identidad. Esta preciosa identidad ahora es colectiva, es por eso que, así como el sabe a quién pertenece, recuerda a los receptores de esta carta esta misma identidad… “Santos y fieles hermanos en Cristo”. ¡wow! Volvamos un poquito a Hechos y veamos como era su vida antes de Cristo:
Perseguí este Camino hasta la muerte, encadenando y echando en cárceles tanto a hombres como a mujeres, de lo cual pueden testificar el sumo sacerdote y todo el Concilio de los ancianos. De ellos recibí cartas para los hermanos, y me puse en marcha para Damasco con el fin de traer presos a Jerusalén también a los que estaban allá, para que fueran castigados. Hechos 22:4-5 NBLA
Aquel que perseguía hombres y mujeres que estaban en Cristo, buscando que fueran castigados, ahora los saluda con un afectuoso “hermanos” y con este impactante contraste: “Gracia a vosotros y paz,” es fascinante que reconoce la fuente de su nueva condición, la única razón de su nueva identidad, “de parte de Dios nuestro Padre”, a veces me imagino al amigo más cercano de Pablo el judío antes de Cristo, leyendo esta carta a los Colosenses, y me pregunto si podría identificar a su amigo en estas palabras nuevas, en esta identidad cambiada, en este nuevo hombre.
No me sorprende esta alentadora conversación que continua en Hechos:
y vi al Señor que me decía: “Apresúrate y sal pronto de Jerusalén porque no aceptarán tu testimonio acerca de Mí”.
»Entonces yo dije: “Señor, ellos saben bien que en las sinagogas, una tras otra, yo encarcelaba y azotaba a los que creían en Ti. Cuando se derramaba la sangre de Tu testigo Esteban, allí estaba también yo dando mi aprobación, y cuidando los mantos de los que lo estaban matando”. Pero Él me dijo: “Ve, porque te voy a enviar lejos, a los gentiles”». Hechos 22:18-21 NBLA
Digo alentadora porque es la realidad de todos nosotros, solamente Cristo puede darnos un llamado irrevocable, un llamado efectivo, que sin importar donde estemos, o lo absurdo de nuestra conversión, sea un milagroso testimonio de muerte a vida. Literal. Literalmente si estás en Cristo, sabes que como Pablo, no puedes atribuirte ni un solo paso para tu nuevo nacimiento. Tu nueva vida es por “la voluntad de Dios.”
Este hombre que antes perseguía a la iglesia, ahora dice:
Damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, orando siempre por ustedes, pues hemos oído de su fe en Cristo Jesús y del amor que tienen por todos los santos, Colosenses 1:3-4 NBLA
Este hombre ahora vive para Cristo, su gozo viene de escuchar el testimonio del amor que se tienen unos por otros en Colosas, de su fe en el único que salva, Cristo Jesús, y despliega su vida de oración en gratitud por esta iglesia a la que odiaba y buscaba matar, ahora su adoración está direccionada al milagro de estos santos.
¿Dónde quedó su judaísmo, dónde quedó su sed de justicia y servicio al sumo sacerdote (al hombre), dónde está su orgullo en ser aquel que cumplía la ley a cabalidad?
Y si hablamos de nosotros… ¿Qué hago con mi religión? ¿Qué hago con mi educación formal? ¿Qué hago con mi sed de desarrollarme en determinada área laboral? ¿Qué hago con mi nacionalidad? ¿Qué hago con mi masculinidad? ¿Dónde queda mi orgullo de mujer? ¿Dónde queda mi sed de una buena reputación? ¿Amo más las costumbres de mi familia que ha Cristo?
Hermanos, si estamos en Cristo, Él debe ser supremo sobre todo en cada área que sea la fuente de tu identidad. Él ya es supremo, sobre todo, pero nosotros al igual que Pablo, los Colosenses y muchos otros, ahora debemos estar saturados en Él, renovando nuestra mente, de tal manera que cuando cualquiera vea nuestro día a día, nuestras vidas deben ser reflejo de Su gloria, ¿Si Pablo escribiera una carta para ti, podría decir que se alegra por tu fe en Cristo Jesús? ¿Podría darle gracias al Padre y al Señor Jesucristo por el amor que tienes por los fieles y santos hermanos en Cristo? Vamos a Él y arrepintámonos. Siendo así o no, mantente firme en Cristo, y pídele que tu fuente sea Él más y más. No somos perfectos, pero descansamos en Su perfección, y nos esforzamos por crecer más a Su imagen a través de la revelación de Su palabra y la obra del Espíritu Santo en nosotros, clamamos por fe a Su obra perfecta y completa y adoramos en gratitud y obediencia.
Quiero animarte a estudiar el libro de Colosenses, hay un recurso precioso de Patricia Namnún, que se llama “Completas en Él. Un estudio bíblico de Colosenses” He caminado durante varias semanas agradeciéndo al Señor por Su palabra, clamando que Su Espíritu Santo en mí me permita crecer más a Su imagen, y que mi amor por Cristo me transforme completamente. Nuestra identidad ya no puede estar arraigada en nuestra sexualidad, ni en nuestras aspiraciones terrenales, ni en nuestras relaciones, mucho menos en nuestras buenas obras religiosas o sacrificios.
¿Qué define tu identidad ahora que estás en Cristo? ¿Qué dice tu vida acerca de tu Señor y Salvador? ¿Estamos completos en Él? Oro que el Señor nos permita crecer en el conocimiento de quien es Cristo y nos conceda menguar cada vez más, para que seamos cristianos adoradores en espíritu y verdad.
Si eres un nuevo creyente y te cuesta entender muchas cosas. Si tus días están más llenos de desánimo que de alegría debido a que tus hermanos más maduros en Cristo parece que supieran lo que hacen: no te desanimes, ninguno de nosotros está a cargo, todos nosotros estamos en la búsqueda de una mayor dependencia de Cristo. Si nuestros ojos están en Él, y al igual que Pablo decimos “Señor, ¿Qué debo hacer?” Él será nuestro sustento diario. Descansa en Su fidelidad. Sigue buscando momentos en Su presencia. Sigue enamorándote de tu Señor. Roguémosle siempre por un corazón limpio, como tierra buena, que da fruto para Su gloria. Solo Él puede arar nuestros corazones.