Hay momentos en los que el corazón se siente invisible. Cargas que nadie nota, dolores que se viven en silencio y preguntas sin respuesta. Así se sintió Agar en el desierto… hasta que Dios la encontró. En Génesis 16:13, ella lo llamó El Roi, “el Dios que me ve”. Ese mismo Dios que la vio en su dolor es el que decidió venir al mundo en Jesús. El Roi se hizo cercano, descendió a nuestra historia y vio nuestra necesidad de salvación. En este tercer día de Adviento recordamos que Dios no es indiferente a nuestra vida. Jesús es la prueba viva de que Dios nos ve, nos conoce y acude a nuestro auxilio. Te invitamos a visitar nuestra página web, donde encontrarás el devocional completo y una actividad familiar para reflexionar juntos y recordar que no caminamos solos.
👉 Ingresa aquí: https://hcjb.org/navidad-hcjb/dia-3/
Haz una pausa, reúne a tu familia y descansa en esta verdad: Dios te ve.