Repetir o morir
“Enseñar no es transferir conocimiento, es crear la posibilidad de producirlo” (Freire, 2004)
El sistema educativo actual fue construido desde una realidad distinta, ya que fue diseñada en la revolución industrial, época en la que eran indispensables las reproducciones incansables de una misma actividad para llegar a memorizarlas.
En la mayoría de las unidades educativas de nuestro país, se puede evidenciar una educación que invita al estudiante a repetir y memorizar los conocimientos académicos. Dejando a un lado el criterio y la construcción de sus propios conocimientos.
Estoy convencido de que este artículo no tiene la intención de criticar a los planteles educativos de la región, sino que es un grito de auxilio frente a una generación de jóvenes que se ha encargado de reproducir conocimientos ajenos desde tiempos inmemorables, sin ni si quiera detenerse a encontrar un motivo que aliente personalmente a construir el conocimiento.
Para poder tener una visión más amplia de esta idea, quisiera que leas este proverbio hindú que lo saqué de algún lugar de Google:
“Con mis maestros he aprendido mucho; con mis amigos, más; con mis alumnos todavía más”. (Proverbio hindú)
He intentado dirigirme a quienes ejercen la labor de educadores, quienes tienen una gran responsabilidad con los niños y jóvenes de esta generación. Ver detrás de sus ojos, siempre será importante, pues inmiscuirse en los intereses y motivaciones de un alumno al momento de aplicar su profesión será el punto de partida para sembrar interés por cuestionarse ante la vida.
Cada vez que rebobino la cinta de mi vida, me encuentro con un niño inseguro, con más miedos que preguntas. En un aula fría llena de alumnos que no tenían idea del porqué estaban allí. Pero también recuerdo a ese niño que hacía todo lo posible por encontrar ese camino que dé luces de conciencia a sus sueños e ideales.
Somos pocos los sobrevivientes de aquel sistema que intenta construir máquinas repetidoras y memorizadoras de conocimiento, antes que seres humanos, que son imperfectos pero con una inmensa capacidad de criterio.
Cada vez que pienso en el modelo de un buen maestro no puedo dejar de repasar la vida de Jesús, quién acogía entre sus filas a personas comunes y ordinarias. Todas diferentes e imperfectas. Él es de aquellos educadores que construyen conocimiento “desde” las personas y no “para” ellas, pues no le bastaba con enseñar grandes verdades a sus discípulos sino que intenta ir detrás de sus ojos, mirando sus miedos e inseguridades y convirtiéndolas en fortalezas.
No importa si eres: profesor o estudiante, quizá antes de ir a tu lugar de estudios, tengas que detenerte de tanto en tanto a revisar un poco al Maestro de maestros, no vaya a ser que subestimes a tus alumnos o te subestimes a ti mismo.