Dios nos quiere libres
La libertad nació en el corazón de Dios y ha seguido latente, ejemplo de ello, Dios proveyó el jardín del Edén con los recursos necesarios, los talentos y capacidades, las oportunidades y principalmente el albedrío.
Mientras el albedrío está ligado a la acción, es decir, somos libres para escoger hacer lo bueno o lo malo a voluntad; la libertad está presente en lo interior del ser humano, sentirse libre.
Todos deseamos la libertad, pero en la realidad convivimos con luchas, se presentan situaciones que menoscaban nuestra autoestima, conflictos en nuestras emociones, y dificultades que constantemente atentan contra la libertad. Ante esto debemos saber que a la libertad tenemos que reconquistarla día a día. Dios quiere darnos una libertad integral y dignificarnos, primero en nuestro interior y luego en las situaciones que nos rodean.
Para vivir en libertad, hagamos algunas consideraciones.
- Entender que Jesús ya nos dio libertad y que está disponible para nosotros en todo momento.
- La justificación que recibimos es por la fe y confianza en Cristo y no por nuestro actuar.
- No tomar cargas que no podemos llevar, como los problemas de los demás.
- Busquemos ser libres de toda adicción, fobia, problema emocional, problema de carácter, con el simple hecho de no rendirnos.
- Somos libres para hacer lo bueno.
- Somos libres para dignificar a otros. Tenemos una deuda con la sociedad de llevar esa libertad y esperanza.
Porque cuando tuve hambre, ustedes me dieron de comer; cuando tuve sed, me dieron de beber; cuando tuve que salir de mi país, ustedes me recibieron en su casa; cuando no tuve ropa, ustedes me la dieron; cuando estuve enfermo, me visitaron; cuando estuve en la cárcel, ustedes fueron a verme.
(Mateo 25: 35-36) (TLA)
ESCRITO POR: Salomé Añazco