La inteligencia emocional del emprendedor
En esta serie de criterios para emprender en tiempos actuales que estoy compartiendo con cada uno de ustedes, hay uno muy importante que se refiere a tu “inteligencia emocional” para lidiar con los altos y bajos de una actividad emprendedora.
Hemos mencionado, en varias ocasiones, que el emprendimiento necesariamente implica riesgos de diferente grado de impacto, los cuales habrá que saber administrarlos. Asimismo, es parte del arte de llevar a delante una idea de negocio el hecho de fallar varias veces, porque de cada falla se aprende.
Luego, una realidad común que veo en el mundo emprendedor es la referida a la desesperanza y desánimo cuando el camino se vuelve cuesta arriba y el modelo de negocio del emprendimiento no termina de encajar con el mercado… Es aquí donde el conocimiento interno que el emprendedor debe tener de sí mismo comienza a mostrarse necesario…
Por la experiencia puedo decirte que, al momento de emprender, dos tipos de inteligencia comienzan a entrar en juego en nuestra persona:
- la inteligencia racional que ayuda a tomar las decisiones en torno a las hipótesis del modelo de negocio del emprendimiento, por la cual tomas una alternativa u otra para decidir sobre el mercado, los aliados, los canales, los recursos, las actividades, las cuestiones económicas de ingresos y costos;
- y la inteligencia emocional, por la cual tomamos decisiones sobre los impulsos emocionales, propios de seres espirituales que somos, que surgen dependiendo de las circunstancias que el emprendimiento va transitando. Ejemplos de estos impulsos emocionales son: alegría, angustia, molestia, indiferencia, hastío, etcétera.
Al contrario de lo que algunos piensan, la inteligencia emocional no significa mostrar lo que no somos cuando hay un problema, algo así como “tener un rostro de feliz cumpleaños cuando no hay tal”. Somos seres emocionales y las emociones son parte de nuestra naturaleza, pero la cuestión está en saber utilizarlas a favor de nuestro emprendimiento y no en contra; me explico:
- si tus socios de negocio o aliados no están aportando adecuadamente o actúan de forma negativa, seguramente te causará molestia, lo cual no está mal demostrarlo, pero procurando ayudar al emprendimiento y no destruirlo. Esto significará que deberás controlar tu molestia, dejando abierta la puerta al diálogo y a la búsqueda de soluciones entre las partes;
- si llevas X meses tratando de generar ganancias con tu emprendimiento y todavía eso no se produce, el sentir angustia es muy normal. Pero, nuevamente, la angustia deberá servirte para estar más alerta sobre cuáles hipótesis de tu modelo de negocio deberías cambiar, mas no dicha angustia llevarte a la depresión y a echar por la borda lo poco o mucho que ya hayas logrado;
- si tu producto o servicio es bueno, pero los clientes te aturden pidiendo rebajas en el precio, el sentir hastío es normal también. Pero ese hastío no te conducirá a ningún lado bueno, si no decides respirar hondo, buscar mecanismos para reducir tus costos y mejorar así los precios.
Como buscador constante de Jesucristo que me considero, pues Él es quien devuelve la esperanza a mi vida cada día, recuerdo cuando se menciona en los evangelios que Jesús llamaba a Santiago y Juan como “hijos del trueno”. Evidentemente esto era porque sus actitudes demostraban a veces poca inteligencia emocional y un temperamento desmedido, por ejemplo, cuando ambos pidieron autorización a Jesús para pedir que baje fuego del cielo sobre una población que no los recibió y no les dio alojamiento… Evidentemente, a tal poco razonable pedido Jesús no accedió y, más bien, los reprendió por tremenda falta de sentido común.
Pues bien, podemos sentir molestias, angustias, hastíos en torno a la realidad de nuestro emprendimiento, pero no podemos dejar que “el fuego de las malas decisiones emocionales” consuma nuestra ilusión y esfuerzo por sacar adelante un proyecto de negocio. Más bien, dichas emociones nos tienen que servir para estar más alerta a los fines administrar mejor los riesgos, cambiar a tiempo hipótesis equivocadas y, en definitiva, llevar a nuestra inteligencia racional a tomar mejores decisiones.
Luego, a todos los que somos emprendedores nos da alegría saber que la inteligencia emocional se puede desarrollar constantemente, por lo cual, si hoy nos falta desarrollarla más, mañana lo podremos lograr con el ejercicio constante de ponerla en práctica.
Gracias por tu lectura y nos volveremos a encontrar es más entrevistas de “HCJB en casa”.
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