El día que dejé de llamarme cristiano
Cuando me hablaron de aquel Carpintero pensé que se trataba de alguna nueva oferta, como cuando te tocan a la puerta y quieren venderte un producto, religión o servicio. Es fácil confundirse pues reconozco que existe gente que está dispuesta a utilizar la fe para: manipular, matar y destruir. Pero no te confundas, a continuación te detallo las diferencias entre las propuesta política-religiosa versus la propuesta de Jesús.
Mientras la una viaja en primera clase y tiene hambre de poder político, Jesús viaja en un burro y esquiva las propuestas para ser rey. La primera controla, manipula y señala, Jesús restaura corazones, abraza y se sienta en la misma mesa con pecadores. Mientras la primera cuelga cadenas de oro en sus cuellos y trata de no manchar su traje pulcro, Jesús se inclina a lavar pies y es tocado por enfermos “impuros”.
Jesús tiene conflicto con los primeros, aquellos que asisten a un club de santos, todos se ven limpios y hasta huelen bien, pero por dentro están sucios y llevan una doble vida. Jesús se lleva con los sinceros, aquellos que no les preocupa el status y prefieren declararse pecadores, aquellos que se reconocen como vasijas rotas necesitadas de un alfarero. Los primeros ven como números a las personas, mientras más llenen el club mejor será la cosecha, Jesús conoce la voz de los suyos, construye una comunicación “desde” y no “para” las personas.
Los primeros dicen algo, mientras que Jesús tiene algo para decir. Si tu círculo cristiano se parece más a la primera propuesta: ¡Huye lo más pronto de ahí! Puede que estés formando parte de los fariseos de la época, aquellos que se saben al revés y al derecho la ley, pero no la cumplen. Aquellos que te recitan la biblia completa, pero no abrazan a los pobres. Cada día hay nuevas religiones y doctrinas. A pesar de que religión no es más que: profesar tu fe, esta palabra ha sido sobre utilizada. Antes que religioso o creyente prefiero llamarme seguidor.
Yo prefiero seguir al pastor de pastores, leer su palabra para no ser confundido, estar convencido que soy débil y que su gracia es la que me mantiene en pie. He decidido quitarme la máscara, dejar de pensar que soy poeta y mirarme como un poema del Creador. Quitarme la indumentaria pulcra y seguir al inspirador de naciones. Ensuciarme en busca de enfermos, pecadores y deprimidos para decirles que hay esperanza. Ser reconocido como el comunicador de las buenas noticias. Concluí ir tras los pasos de Jesús. Es que decidí dejar de llamarme cristiano y empezar a serlo.