Generosidad
La generosidad no solo tiene que ver con dar nuestro dinero. Tiene que ver con una actitud diaria del corazón.
¿Te ha pasado que la gente no reconoce tu trabajo y aun así le sonríes?
¿Te ha pasado que no te piden por favor ni te dicen gracias y aun así tú te animas a decirlo?
¿Has vivido situaciones donde te tratan con ira por las frustraciones de otras personas y tú decides tratarlas con respeto?
¿Sabes qué hacer cuando estás sentad@ en el bus y una mujer cargando a su bebé está parada a tu lado?
¿Qué te nace dar cuando ves a personas pidiendo dinero en la calle, te cruzas la vereda? ¿Oras por ellos? O ¿Le preguntas su nombre y cómo está?
¿Cuánto valoras la educación, el consejo, el acompañamiento de la gente que se esfuerza por darte un Palabra de Dios? ¿Puedes ser agradecido dando del tesoro que tienes?
A veces he sido la que di una sonrisa, aunque no reconocieron mi trabajo y a veces he sido la que no reconoce el trabajo de otros. Es una realidad que puede traer culpa o cambio. La generosidad a veces me ha costado, en especial en los días que me hacen falta cosas, no alcanzo lo que deseo, he sido regañada o tratada injustamente. Ahí es donde me cuesta más respetar, sonreír, dar gracias, orar, preguntar ¿cómo estas?. Estoy segura que no soy la única.
Tal vez tú te sientes así… Aunque sea común no significa que debes decir: ¡ya pues, así soy… es mi personalidad!
Jesús en su relación con nosotros es tan generoso que nos da misericordia y no juicio.
Nos da tiempo y no espera que hagamos todo bien, ni que seamos perfectos.
Es tan generoso que Él es perfecto en lo que nosotros somos débiles, es tanto lo que nos entrega que no nos queda más que dar.
Así que mi reto diario es estar más cerca del corazón más generoso del mundo (el de Jesús) para que cambie mi actitud. ¿Cuál es el tuyo?
ESCRITO POR: Michelle Rojas (adaptado de Verónica Vaca)