¿30 años y todavía en casa?
Coco es un producto producido por Pixar y distribuido por Walt Disney el cual ganó el Oscar a mejor película animada 2018, al igual que otros grandes éxitos de la industria cultural, Coco se basa en una realidad social y logra generar sentimientos de manera fuerte en quienes lo ven. Una de las escenas que puede permitirnos entender esto es el momento en que «Mamá Coco» logra acordarse de su papá después de entonar la canción: «Recuérdame».
Este producto cinematográfico logra captar el modelo de la familia hispana de clase media, media baja: una casa antigua, repleta de personas, tíos, padres, abuelos, quienes están ahí en las buenas y en las malas. Al ver esta película recuerdo la base de la familia hispana, pero también intento identificar el rol que los jóvenes Millenialls (nacidos en las décadas de los 80 y 90).
El modelo de familia que observamos en esta película es uno que poco a poco va perdiendo su valor. Ahora la gran mayoría de jóvenes tienen la sensación de que este modelo ha fallado y por ello las prioridades cambian. Observamos jóvenes que se enfocan más en los estudios que formar una familia, que prefieren criar perros a tener hijos.
También vemos una mayor apatía por el interés de casarse y esto podríamos estudiarlo desde varias aristas, pero creo que la base es que los millennials venimos de una familia en la que la mayoría de matrimonios de los padres falló, también de una sociedad donde la exigencia académica es superior y dónde la inestabilidad de los jóvenes se debe en parte a la falta de ofertas estables en el mundo laboral.
Presiento que esta generación tiene una nueva manera de pensar con respecto a la familia, el amor y el trabajo. También se puede evidenciar una crianza diferente, una en la que por miedo a que pasen lo mismo, sus padres les ofrecieron confort y «estabilidad», por ello se vuelve típica la frase: «No quiero que sufras, como yo lo hice».
En conclusión, existen dos extremos: aquellos jóvenes que se acomodaron en sus casas y por ello siguen ahí, pero existen los otros, que por la exigencia social de estudiar por más años y el miedo a cometer los errores de la otra generación, también pernoctan en casa. De nuevo, insisto en la importancia de no prejuzgar con tanta rapidez, ahora cada vez que mires a un joven viviendo solo o aún en casa de sus padres puedas leer su historia antes de sacar tus propias conclusiones.