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14 11, 2021

¿Alguna vez se ha preguntado por qué la gente hace lo que hace?

2021-11-14T01:30:15-05:0014 noviembre, 21|

¿Por qué Nik Wallenda cruzó las Cataratas del Niágara en la cuerda floja? ¿Por qué sir Edmund Hillary y Tenzing Norgay escalaron el monte Everest?

Es posible que nunca sepamos qué es lo que realmente impulsa a una persona a hacer lo que hace (y, a veces, es posible que nosotros mismos no seamos plenamente conscientes de lo que nos impulsa). Tengo la intuición de que con frecuencia nos conducen pasiones mixtas, algunas de las cuales son sanas y buenas, otras pueden tener una intención menos pura.

Pensando en el Apóstol Pablo es indudable que era un hombre apasionado. Experimentó encarcelamiento, naufragios, golpizas, agotamiento, hambre y falta de vivienda. ¿Pero por qué lo hizo? ¿Por qué Pablo aceptó la vida terrenal como pasajera, siempre en movimiento, siempre dependiente de los demás? Porque tenía pasión.

No muchos de nosotros sufriremos las molestias físicas, y tribulaciones como lo hizo Pablo. Pero aún así, podemos aprender a ser interdependientes unos de otros como Pablo fue con los primeros creyentes. Francamente, no quiero pasar por ese tipo de aventuras que experimento Pablo, pero quiero – y necesito – caminar con el pueblo de Dios en el proceso de una transformación espiritual y de conocer más a Dios. Nuestra fe se muestra y se vive mejor en comunidad cuando aprendemos unos de otros, nos animamos unos a otros y, a veces, nos desafiamos unos a otros.

Por eso la gracia es tan importante. No solo dependemos de la gracia de Dios para reconciliarnos con Él, también necesitamos ofrecer (y recibir) gracia unos a otros. Como lo dijo Pablo, “Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.” (Efesios 4:32). La gracia lo cambia todo. Cambia nuestra relación con Dios. Cambia nuestras relaciones entre nosotros. Transforma nuestro ser interior para que reflejemos la bondad de Dios (también conocido como el «fruto del Espíritu»). Nos une para ser partes del cuerpo de Cristo.

Sin duda la gracia tiene un efecto inconmensurable en todo aquel que es seguidor de Cristo. Enloquecerá a los psicólogos porque la obra de Dios en cada uno de nosotros es única. Pero el resultado es el mismo: madurez en la fe, crecimiento en el carácter y pasión por las cosas invisibles del Reino de Dios.

Y es por eso que hacemos lo que hacemos: porque la gracia de Dios está obrando una pasión fuerte dentro de nosotros.

 

17 10, 2021

¿Sabes qué hay en tu corazón?

2021-10-17T08:28:57-05:0017 octubre, 21|

  1. «¿Sabes qué hay en tu comida?» Esta pregunta fue el enfoque de una reciente campaña de marketing para ayudar al consumidor elegir alimentos saludables. ¡Después de todo, somos lo que comemos! La siguiente pregunta es igualmente importante:

«¿Sabes lo que hay en tu corazón?» Esta pregunta nos ayuda a tomar decisiones emocionales y espirituales saludables. ¡Después de todo, somos lo que creemos!

La cultura occidental ha reducido el amor a una emoción. Los principios son solo elecciones personales. La integridad en el carácter de las personas se ve desplazado por la tendencia de ir con la corriente. El sacrificio ocurre solo cuando nos resulta conveniente.

La fe auténtica, sin embargo, nos llama a un nivel más alto. Pablo lo expresó de esta manera: «Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás. Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús … que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. (Phi 2:3-7 LBA)”.

Nuestros corazones necesitan nutrirse con elecciones saludables, elegir vivir con humildad, amar con sacrificio con valentía para hacer lo correcto porque es lo correcto, y no solo porque me conveniente. No solo somos lo que comemos, también somos lo que valoramos en nuestros corazones.

1 09, 2017

Bienaventurados los Pacificadores

2019-09-09T00:13:21-05:001 septiembre, 17|

La semana pasada fui a ver la película “Dunquerque”, dirigida por Christopher Nolan.  El director relata con excepcional maestría los eventos acontecidos durante el rescate de las tropas inglesas arrinconadas por el ejército alemán en este puerto de Francia.  Pasé sentada en el filo del asiento durante todo el filme.  La música era un personaje más, que delataba la tensión y el corazón acelerado de los protagonistas.  Observé con espanto cómo caían bombas sobre soldados que esperaban en la playa, sin protección alguna.  Se me escapó un grito cuando, en plena celebración por un avión enemigo derrotado, explotó un misil junto a la cabina.  Lloré de principio a fin, pensando en el dolor que trae una guerra, meditando en cómo es el corazón humano, examinándome a mí misma para darme cuenta de que no soy diferente.

La Biblia dice en Santiago 4: “¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No vienen de las pasiones que combaten en sus miembros? Ustedes codician y no tienen, por eso cometen homicidio. Son envidiosos y no pueden obtener, por eso combaten y hacen guerra”.  Si bien es cierto que no tengo la autoridad para declararle la guerra a Gran Bretaña, sin lugar a duda, he declarado la guerra a muchas personas en mis 38 años de vida.  Mi camino está marcado de contiendas con personas, amistades quebrantadas, guerras y conflictos.  Entonces elevé una oración desesperada: “Señor, ya no quiero ser así.  ¿Cómo puedo glorificarte en mi vida cuando soy una peleona?”  La respuesta llegó a través del libro “Pacificadores” de Ken Sande.

[1]

Jesús comienza el Sermón del Monte con lo que conocemos como “Las Bienaventuranzas”.  Una de ellas expresa: “Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios”.  Los que procuran la paz, los pacificadores, serán llamados hijos de Dios.  No sé si te pasa lo mismo que a mí, pero yo miro a mi alrededor y veo la necesidad crucial de tener pacificadores en nuestras familias, en nuestras iglesias, en nuestra sociedad.  ¿Cómo puedo llegar a ser un pacificador?  Ken Sande propone los siguientes principios, tomados de la Biblia, para responder al conflicto:

  1. Glorificar a Dios. En lugar de enfocarnos en nosotros mismos, nuestra ofensa, nuestra indignación, pensemos en qué es lo que más glorifica a Dios.  ¿Se complace Dios de amistades, familias, iglesias divididas?  ¿Eso le hace bien a Su nombre?
  2. Sacar la viga de nuestro propio ojo. Mi mamá siempre nos castigaba a mi hermano y a mí cuando peleábamos y nos decía: “Para pelear, se necesitan dos”.  Lamentablemente, en el 99.99% de los casos, no somos inocentes palomitas en el conflicto.  También hemos tenido nuestra parte.  Debemos asumir nuestra responsabilidad y pedir perdón, antes de confrontar al otro con su ofensa.
  3. Restaurar humildemente. Si la falta no se puede pasar por alto, seguimos el proceso delineado por Jesús en Mateo 18:15-18.  Primero conversamos en privado.  Si no hay resultados, involucramos a otras personas en el proceso.  Es importante no llamar a otras personas sin conocimiento de la otra parte del conflicto y no buscar que los otros estén de nuestro lado.  Recuerda que la meta es buscar una reconciliación, no tener la razón.
  4. Ir y reconciliarnos. Debemos buscar un acercamiento genuino, así como Dios lo hace con nosotros después de que pecamos.  ¿Te has dado cuenta de que, cuando caes y Dios te perdona, tu relación con Él es más cercana?  Lo mismo debería suceder en nuestras relaciones con otros.  Jesús nos manda a perdonar setenta veces siete y la indicación en Efesios 4:32 y Colosenses 3:13 es perdonarnos unos a otros como Dios nos ha perdonado en Cristo.  Toma muy en serio las palabras de Jesús en Mateo 18:23-35.  Se me eriza la piel lo que dice el Señor en el último versículo: “Así también Mi Padre celestial hará con ustedes, si no perdonan de corazón cada uno a su hermano”.  ¡De corazón!  ¡De corazón!  ¡DE CORAZÓN!

Quisiera poder decirte que domino el tema y que soy una experta en reconciliación, pero recién estoy aprendiendo y clamando al Señor que me permita ser una pacificadora bienaventurada.  Me encanta cómo Sande recalca que la resolución de conflictos es un proceso sobrenatural, que no podemos hacerlo sin la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas.  Oro para que el Señor nos convierta en pacificadores y que Su nombre sea glorificado en el cielo y en la tierra, cuando el mundo que nos observa pueda ver que en verdad nos amamos unos a otros como Él nos ama (Juan 13:34-35).

Si deseas más información sobre cómo ser un pacificador, te recomiendo visitar el sitio web de Peacemaker Ministries: http://peacemaker.net/espanol/

Maria del Carmen Atiaga

[email protected]

[1] Ken Sande, Pacificadores.  Ediciones Las Américas, 2008.

27 10, 2016

Caos, queja y agradecimiento

2019-11-11T09:33:27-05:0027 octubre, 16|

Esta mañana tomé el autobus para ir a mi trabajo, como es usual a esa hora de la mañana estaba abarrotado, no había lugar para que una persona más cupiera pero aun así se acomodaban y entraban más y más, impresionante. Como es de imaginar habían gritos, algunos se quejaban, insultaban y claro, el conductor se llevaba la peor parte.

Seguro esta imagen te resulta familiar, si vives en una cuidad grande donde hay problemas de congestión vehicular sabes de lo que hablo. Vivo en Quito, la capital de los ecuatorianos donde la superficie es de 324 km² en la cual habitamos 2.239.191 (quizás esta cifra no esté actualizada). ¿Puedes imaginarte el caos?. Pese a que la ciudad es pequeña, gente de todo Ecuador o de fuera  imigra y emigra hacia acá todo el tiempo. Yo soy una de esas personas pues nací en una provincia y me mudé a la capital a estudiar y luego hice mi vida aquí.

Son muchos los factores que me disgustan uno de ellos la congestión vehicular antes mencionada pero nada de eso impide que ame este lugar como propio, pues pese a todo tiene un clima loco pero maravilloso podemos tener invierno y verano en un mismo día, tenemos paisajes hermosos, montañas y podemos encontrar todo lo que necesitamos, desde alta cocina hasta los motes y las salchis de la esquina (por nombrar algunos). Pero todo ello se te puede olvidar en un segundo y dar paso a la queja.

Es fácil olvidarse de lo bueno y enfocarse sólo en lo malo dejando así de disfrutar y agradecer por lo que se tiene. A mí me pasa y creo que es uno de esos pecados desapercibidos que están ahí, creciendo y por lo cual el salmista David escribió lo siguiente:

¿Quién está consciente de sus propios errores?
    ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente!

(Salmos 19:12) (NVI)

Seamos agradecidos, Dios ha sido misericordioso con nosotros, no dejemos que las pequeñas cosas nos quiten el gozo y la paz que nos han sido entregadas. Aun en el momento más caótico, ese donde la gente grita e incluso te insulta demostremos que Cristo vive en nosotros, que en nuestras oraciones haya humildad para pedir a Dios que nos enseñe la verdad de nuestro corazón y que su Espíritu nos ayude a ser mejores cada día.

No dejemos que el ruído y el mal humor nos impidan apreciar el paisaje que está frente a nosotros.

22 08, 2016

La verdadera belleza de una mujer (parte 2)

2019-07-07T04:53:43-05:0022 agosto, 16|

Esta es la continuación del primer artículo que trata de la verdadera belleza de la mujer. Para esto nos basamos en Proverbios 31. En este capítulo una madre da consejos a su hijo de cómo debe ser la mujer ideal y cuáles son  las verdaderas características dignas de alabanza.

4. No le teme al futuro

Es segura de lo que vendrá pues está segura de sus cimientos. No confía en ella misma, sino que pone sus angustias y sus preocupaciones en las manos de Dios. Se alimenta de su Palabra para que ningún viento pueda atacarla. En el versículo 25 dice que «Sonríe al futuro» (NVI), pues conoce que todo está bajo el control de Dios ¿Acaso tu lo crees o constantemente te preocupas sobre lo que pasará? Si es así estás poniendo todo sobre los hombros de una persona imperfecta: tú misma.

5. Es sabia

No solo sabe actuar con sabiduría, sino que piensa correctamente. Ella sigue lo que en muchos proverbios afirma qué es la sabiduría:

  • Teme a Dios (le da reverencia y conoce de él) (Proverbios 1:7)
  • Guía sus consejos en la Biblia y no habla por simplemente hacer sentir bien a alguien. Habla la verdad en amor y bondad.
  • Calla y escucha. (Proverbios 13:3; 17:28)
  • Busca consejo en otros (Proverbios 11:14)
  • Viene con conocimiento (Proverbios 8:12)
  • Sabe calmar el enojo (Proverbios 29:11)
  • Es dócil, bondadosa, llena de compasión y BUENOS FRUTOS. (Santiago 1:5)

Abre su boca con sabiduría,
y hay enseñanza de bondad en su lengua. Proverbios 31:26 (LBLA)

7. Ama a Dios y e entrega completamente a Él

Todas las cualidades anteriores no significarían nada si esta última no fuera la primordial. Creo que la madre del rey Lemuel (a quien va dirigida esta carta) quiso cerrar con broche de oro y con lo más importante. Con la cualidad que es la causa de las demás, el motor dela mujer verdaderamente bella: su confianza e identidad en Dios. Es como un árbol, un roble firme en la tierra, que no le teme a nada pues sabe que su corazón está resguardado en el Autor de la vida.

Obviamente sabemos que es humanamente imposible alcanzar todas estas características pues siempre nos vamos a encontrar con una lucha en nuestro interior. Ora, lee la Biblia y memoriza algunos de estos versículos, para que cada día recuerdes que la obra la hace Dios. No te afanes, recuerda que es un proceso y todo tiene su tiempo.

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