Si te pierdes en las redes, te pierdes de tu familia
Las redes sociales son una parte tan fundamental en las vidas de tantas mujeres que se han vuelto como el aire, algo que necesitamos y de las que dependemos y que las usamos sin darnos cuenta, como la respiración. Pero cuando hablamos sobre las redes sociales, vale la pena detenernos para hacer algunas preguntas como: ¿Estoy evaluando mi uso de las redes sociales? Tal como el aire contaminado puede dañar nuestros pulmones, el uso torcido de las redes sociales puede contaminar nuestras vidas. Y tal como un respiro de aire puro y fresco nos puede avivar, el uso sano de las redes puede bendecirnos.
Para los que vivimos lejos de la familia, las redes sociales pueden conectarnos con nuestros seres queridos. Para más y más personas (especialmente madres) las redes sociales generan oportunidades de trabajo. Pueden ser un lugar para encontrar inspiración, para compartir crecimiento espiritual (con apps de la Biblia y estudios bíblicos en línea), para comunicarse con amigas, para buscar recetas, para difundir información importante… Pero no reemplazan a la vida real.
Me acuerdo que hace algunos años atrás, cuando pasaba todo el día en la casa con mis hijos pequeños, al final del día me moría por conversaciones con otros adultos porque sentía que mi cerebro se estaba atrofiando. Empecé a pasar más y más tiempo en línea, escribiendo a mis amigas, viendo fotos, y leyendo artículos, hasta que llegó el punto cuando mi marido me dijo: “Creo que estás pasando demasiado tiempo en línea. Ya no vienes a dormir a la misma hora como antes y te veo menos en las noches. Eso no me gusta.” Al principio me puse a la defensiva, pero gracias a Dios, por personas como nuestros esposos que nos hacen ver cosas que para nosotros parecen estar bien. Porque tengo que admitirlo, mi espososo tenía la razón, por eso es imporatante tener cerca a alguien a quien podamos rendirle cuentas sobre nuestro uso de las redes sociales.
Todos necesitamos mecanismos para evaluar nuestro uso de las redes. Piensa en los sitios que más visitas. ¿Porque estás visitándolos? ¿Como te sientes después de pasar tiempo en este sitio? ¿Animada? ¿Desanimada? ¿Conectada? ¿Desconectada? ¿Sola? ¿Contenta? ¿Descontenta? ¿Satisfecha con tu vida? ¿Celosa de los de más?
¿Cuánto tiempo estás dedicando a las redes sociales? ¿Estás descuidando a tu familia o a otras tareas importantes por estar en línea? Es muy recomendable y necesario poner límites en el uso de las redes para asegurarnos que estamos cumpliendo con nuestras prioridades en la vida. Un límite podría ser: “No voy a abrir una app hasta que haya leído mi Biblia en la mañana” o “Solo voy a surfear las redes sociales por media hora en la noche, después de haber acostado a mis hijos.” Si piensas que una app podría estar afectándote negativamente, intenta un “ayuno” y quita esa app de tu celular por una semana o un mes. Quizás te sorprenderá por lo bien que se siente.
Pongamos a Dios en primer lugar siempre y estemos abiertas a que Él nos guíe en cuanto a la cantidad de tiempo que podemos dedicar a las redes sociales y cómo utilizarlas para el bien de nosotras y de los de más. Vamos a ser mujeres sabias, que continuamente nos evaluamos en el uso de las redes sociales, para que nos sirvan a nosotros y no nosotros a ellas.
por Beth Saavedra