¿Cómo estás? ¿Realmente quiero oír la respuesta?
¿Te has preguntado alguna vez sobre lo diferentes que somos unos a otros, las circunstancias que hemos enfrentado para ser como somos y estar donde estamos? ¿Has meditado en los diferentes trasfondos que tus primos, amigos o conocidos tienen, para así entender porque reaccionan como reaccionan, porque hablan como hablan? ¿Has intentado comprenderlos o ponerte en sus zapatos?
Muchas veces nos falta sensibilidad para salir de nuestra comodidad y ponernos en la posiciónde otros. Cuando escuchamos la frase salir de la burbuja pensamos rápidamente en que debemos informarnos más de la situación de Siria o África y está bien, pero ¿qué hay de la realidad de tu familia, la realidad de tu círculo de amigos, la realidad de tus compañeros de trabajo, la realidad de tus vecinos a quienes has saludado por años y muchas veces ni sus nombres recuerdas?.
Nos la pasamos preguntando ¿cómo estás? de manera mecánica sin tener la menor intención de escuchar la respuesta, quizás como una muestra de cortesía o por una costumbre aprendida. Cuando hacemos esa pregunta y nos responden, vemos el reloj de tanto en tanto deseando que la conversación termine, mientras nuestra atención está en cualquier parte pero menos con la persona con quien «estamos hablando».
Esta es nuestra realidad hoy en día, formulamos preguntas de las cuales no queremos respuestas. Nos la pasamos aplazando conversaciones y cafés con amigos por nunca encontrar el tiempo para concretarlas. Queremos saber de la realidad de otros países y desconocemos la realidad de nuestros seres queridos y nos perdemos la oportunidad de formar parte de sus vidas, no reímos ni lloramos con ellos, no tenemos una palabra adecuada en el momento correcto, no tenemos brazos esperando por ellos.
Queremos salir de la burbuja grande mientras que la pequeña que se encuentra a nuestro alcance es completamente ignorada. Cambiemos eso, cultivemos nuestras relaciones invirtiendo interés y tiempo. Un ¿como estás? sincero dispuesto a entablar una conversación empleando toda nuestra atención y sin mirar el reloj cada dos minutos, puede hacer la diferencia.