Amigo cristiano, seamos honestos Pt 3
…continuación de Parte 2
7 – Tengo agendado el tiempo en que Dios puede afectar mi vida
Seamos honestos: la celebración del domingo, la oración de los martes y cada noche antes de dormir es el momento en que permito que Dios esté en mi vida, el resto del tiempo es para mí. Tu conoces tu horario y sabes que has programado (y limitado) a Dios en ciertas horas.
El Dios eterno, quien habita fuera del tiempo y no necesita limitarse, por amor decidió hacerse hombre y ser limitado como humano. Este es uno de los misterios y muestras de amor más grandes. Ese mismo Dios dedicó cada momento de su vida en la tierra para redimirte, aún cuando por tu pecado te rebelaste y fuiste su enemigo (Rom 5:10). Es el mismo Dios a quien le dices «Ahorita no puedo pensar en Ti, o poner atención a Tu voz; debo escribir este correo. Pero esta noche hablamos, Dios». Y llega el domingo y entonces sí estás ultra espiritual y entregado solamente a Él.
Si no te confronta la ironía de nuestro comportamiento, necesitas considerar tu relación con Dios. Porque lo celestial y eterno es más importante SIEMPRE que lo terrenal y efímero. No limites a Dios (o no limites lo que Dios quiere hacer por ti).
8 – Pienso que mi «testimonio es mejor» entonces soy mejor que los demás
Seamos honestos, en la iglesia nos preocupamos tanto por el comportamiento de los demás que sólo falta colgar un tablero con puntajes para ver cómo va el testimonio de cada persona; según su asistencia a la iglesia, vida de hogar, escándalos, si llevó o no Biblia ese día… Y en las reuniones de oración aprovechamos la oportunidad de hablar (chismosear) sobre los demás y decir que «me preocupa el testimonio del hermanito».
Mira, si te crees tanto, lee un momento Romanos 3. Pablo entendía bien que ninguna persona por más «cristiana» que sea es mejor que otra. Todos somos pecadores, no existe ni una persona justa, nos apresuramos a engañarnos… y ninguno es merecedor de la gloria de Dios. Tu falsa humildad no te hace mejor que los demás y solo sirve para engañarte a ti mismo. Deja que Dios juzgue, tu mejor dedícate a amar.
9 – Me intereso más por el «alma» que por la persona
Seamos honestos, la cultura de evangelización en nuestras iglesias está anémica y enceguecida. Constantemente buscamos cumplir con cuotas, conversiones, templos llenos, eventos, campañas, etc. Y cuando salimos a conversar con alguien no vemos el problema familiar, la falta de amor, las dudas existenciales, la depresión, solo vemos «almas» para llevar a la iglesia.
Hay una frase que me gusta, no conozco su origen, pero dice más o menos que: «un estómago vacío no tiene oídos». Si nos preocupamos por el alma de la persona, pero olvidamos que existe frente a nuestros ojos una persona estamos gravemente equivocados. Ese no fue el ejemplo de Jesús, NUNCA. Cuando vio a la mujer Samaritana no le dijo «arrepiéntete pecadora»; se interesó en su vida, conversó sobre su sed y la necesidad física de tener agua y luego se mostró a ella en su grandeza. A los enfermos, ciegos, paralíticos, no los hizo repetir una oración ni asistir a un culto de iglesia, les dió lo que necesitaban porque sabía que su fe estaba en el lugar correcto, en el Hijo de Dios. Si no te interesas en la persona, no eres mejor que un vendedor ambulante tratando de cumplir con la cuota de ventas para tratar de ser empleado del mes.
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