15 07, 2021

¿PUEDO DESCIFRAR LA VOLUNTAD DE DIOS PARA MI VIDA?

2022-09-21T14:38:20-05:0015 julio, 21|

En mi caminar con el Señor, esta ha sido una de las preguntas más difíciles y estresantes de mi vida cristiana. ¿Cómo sé si estoy en el lugar en el que Dios quiere tenerme? ¿Qué tal si me equivoqué en algún punto de mi pasado y actualmente estoy pagando las consecuencias de no haber sabido discernir la voluntad de Dios? Les confieso que de vez en cuando me vienen luchas, especialmente cuando pienso que pude haber estudiado alguna carrera que me produzca estabilidad económica… pero no… ¡estudié teología! Y me he preguntado si tal vez «metí la pata» y pasaré el resto de mis años sufriendo por no haber tomado la decisión correcta.

Pero ¿qué dice la Biblia acerca de la voluntad de Dios? Para comenzar, podemos definir la voluntad de Dios como Su control soberano de todas las cosas que suceden. Esto parecería fácil de entender, pero en nuestra mente se produce un cortocircuito cuando vemos que en el mundo (y en nuestras vidas) ocurren cosas que no se alinean tan bien con lo «bueno, agradable y perfecto» que debería ser parte de la voluntad de Dios. Veamos qué nos enseña la Escritura sobre esto.

 

1. La voluntad de decreto o soberana de Dios.

Se refiere al plan soberano de Dios que se llevará a cabo en el futuro. El decreto de Dios significa que Él ordena soberanamente todas las cosas. Él controla totalmente lo que ocurre en el mundo. Nada puede obstaculizar los planes de Dios. Tanto la historia como nuestras vidas personales avanzan hacia el destino que Dios quiere. Esta verdad es claramente visible en pasajes como:

Job 42:1-2: «Entonces Job respondió al Señor: “Yo sé que Tú puedes hacer todas las cosas, y que ninguno de Tus propósitos puede ser frustrado”».

Daniel 4:35: «Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada, mas Él actúa conforme a Su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra. Nadie puede detener Su mano, ni decirle: “¿Qué has hecho?”».

Salmo 115:3: «Nuestro Dios está en los cielos; Él hace lo que le place»

Efesios 1:11: «También en Él hemos obtenido herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de Aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de Su voluntad».

 

2. La voluntad de deseo o de la dirección de Dios

La voluntad de deseo o la dirección de Dios se refiere a Sus mandamientos, es decir, cómo Él quiere que vivamos. Mediante la voluntad de deseo, conocemos lo que Dios espera de nosotros. La Escritura no diseña un plan individual para cada uno de nosotros, sino que ofrece una visión universal de la voluntad del Señor para todos los creyentes. Su voluntad es lo que Él nos ordena a hacer. La Ley del Señor se resume en el mandamiento de amar a Dios y al prójimo (Mateo 22:37–40).

La voluntad de decreto de Dios es algo que hacemos inevitablemente, pero la voluntad de deseo podemos cumplir o no. Un ejemplo lo vemos en Mateo 7:21, cuando Jesús asegura: «No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos». Aquí vemos que no todos hacen la voluntad del Padre.

 

¿Y qué de la voluntad «permisiva»?

Normalmente, el término «permiso» sugiere que ha habido una autorización positiva. Si decimos que Dios «permite» el mal, eso no significa que Él lo apruebe. Dios nunca permite el pecado en un sentido de aceptación para Sus criaturas. A lo que se refieren quienes usan este término es que Dios simplemente deja que estas cosas sucedan, es decir, no interviene directamente para evitar que sucedan. Y aquí es donde se encuentra el peligro, puesto que algunos consideran que Dios es impotente para lidiar con el pecado de la humanidad.

Según esta cosmovisión, el ser humano es soberano, no Dios. El rol de Dios queda reducido al de un Padre desamparado que ya hizo todo lo que podía y que ahora solo le queda sentarse a esperar lo mejor. Él permite lo que no puede evitar porque no tiene el poder soberano para ello. Según R. C. Sproul, esta terrible cosmovisión no es simplemente una visión defectuosa del teísmo, sino que más bien es una expresión directa de ateísmo.

 

¿Y eso que tiene que ver con mi vida?

Hay cosas de la voluntad de decreto de Dios que nunca podremos conocer (Deuteronomio 29:29), por ejemplo, por qué hay sufrimiento e injusticia o por qué suceden tragedias. Lo único que sabemos es que Dios tiene un propósito para todo lo que trae a nuestras vidas y al final veremos la culminación de Su gran plan redentor. Anteriormente veíamos que tanto la historia como nuestras vidas personales avanzan hacia el destino que Dios quiere. Esta es una buena noticia porque lo que el corazón de Dios anhela es redimir, sanar y hacer nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21:1–5).

Lo que nos concierne es lo que Dios sí nos ha revelado. ¿Cómo sé cuál es la voluntad de Dios para mi vida? Está descrita explícitamente en la Escritura: «Porque esta es la voluntad de Dios: su santificación» (1 Tesalonicenses 4:3). No hay más vueltas que darle.

Es verdad que lo que quisiéramos saber son cosas más puntuales: con quién quiere Dios que me case, qué carrera debo seguir, en cuál iglesia debo congregarme, etcétera. Tal vez la Biblia no dice exactamente la respuesta, pero sí nos da directrices en las que debemos basarnos para tomar decisiones. Por ejemplo, la Palabra dice que no debemos unirnos en yugo desigual. Eso ya nos da algunos parámetros al momento de elegir pareja. Como principio general, tenemos que buscar a Dios para que nos dé sabiduría (Santiago 1:5), y tomar decisiones considerando honrar a Dios con todo lo que hacemos.

Dios no tiene un plan confuso que debemos descifrar para que nos vaya bien en la vida. Su plan para nuestras vidas incluye altos y bajos para hacernos más como Jesús (Romanos 8:28-29). Recordemos que la voluntad de Dios para Jesús incluía el sufrimiento para un propósito aun más glorioso (Lucas 22:42). Entonces, confiemos en la bondad del Señor al pensar en la voluntad de decreto de Dios y enfoquémonos en cumplir con Su voluntad revelada en Su Palabra, en la obediencia, con el poder del Espíritu Santo, para la gloria de Dios.

 

ESCRITO POR: María del Carmen Atiaga

1 07, 2021

¿DISCÍPULO O FAN?

2022-09-21T14:38:21-05:001 julio, 21|

En los últimos años el auge de las redes sociales ha hecho que el término “fan” sea más popular cada vez. Hay una lucha encarnizada por conseguir “fans” en nuestras redes, nuestros proyectos, cursos, negocios, iglesias y todo grupo en el que nos involucremos siempre quiere conseguir más fans.

Ahora, pensemos un momento en cómo se consiguen y cómo son estos fans, primero solo se necesita hacer un clic en la pestaña correcta y ya nos convertimos en fans de lo que sea, es decir convertirse en fan es de lo más sencillo del mundo. Después, un fan es una persona que solo suma números, no necesariamente interactúa frecuentemente con el personaje o la página de la que se hace fan.

Y esto, ¿qué tiene que ver con ser discípulo?, pues mucho. Lamentablemente, esa misma visión de hacerse fan rápidamente y sin ningún compromiso serio con la causa o persona de la que te haces fan, es lo que ha desencadenado una forma de seguir a Jesús al estilo “fan”.

Para muchos ser discípulo de Jesús solo tiene que ver con poner “me gusta” a mensajes cristianos, compartir versículos, videos, música cristiana; conectarse a las diferentes transmisiones “on-line” que hacen sus iglesias o grupos y hasta ahí todo bien. El problema de este pensamiento es que nada de eso tiene que ver necesariamente con ser discípulo de Jesús, si vamos a la Biblia, Jesús determinó claramente el costo de ser su discípulo y no tiene que ver nada con reacciones, emoticones o mensajes, tiene un costo más alto.

Después Jesús les dijo a todos los que estaban allí: «Si alguno quiere ser mi discípulo, tiene que olvidarse de hacer lo que quiera. Tiene que estar siempre dispuesto a morir y hacer lo que yo mando. Lucas 9:23 TLA

Ser discípulo de Jesús, no tiene que ver con estar de acuerdo con su mensaje, con compartir sus frases o estar “a la moda” cristiana en cuanto a música, películas o libros. Ser un verdadero discípulo tiene que ver con estar dispuesto a morir por su causa y a obedecerlo en todo.

Ese compromiso no lo pide ningún youtuber o influencer, es más si tu quieres dejar de ser su fan solo tienes que darle clic al botón de “dejar de seguir” o “borrarlo de tu lista de preferidos”. Con Jesús no funciona así, pues los que son verdaderos discípulos y no solo fans, tienen un compromiso con Él que durará toda la vida.

Y tú, ¿eres un discípulo verdadero o solo fan de Jesús?

 

ESCRITO POR: Fernando Arroyo

24 06, 2021

IDENTIDAD EN CRISTO

2022-09-21T14:38:22-05:0024 junio, 21|

Para alguien como yo que vivió en 5 lugares diferentes en nuestro país, la sensación de tener una identidad marcada por muchas culturas es inminente. Muchos de mis amigos de la costa bromeaban con mi acento y a la vez cuando volví a la sierra ocurrió lo mismo. Poco a poco el cerebro humano adopta lo que está a su alrededor, dichos, costumbres, pensamientos, incluso expresiones adecuadas para el contexto. Esto sin mencionar las influencias de padres, familiares, maestros, música, televisión, etc. La identidad de Daniela, había ido tomando forma, y pronto tenía cosas que me caracterizaban, acogidas de cientos de fuentes que marcaron mis pensamientos, mis acciones y mi corazón.

Cuando el Señor me permitió nacer de nuevo a través de escuchar Su evangelio expuesto en una preciosa predicación de Su palabra, yo tenía 24 años, mis más profundos deseos, anhelos y costumbres estaban consolidados alrededor de lo que en ese momento hacía. Estudiante universitaria, soltera, hija mayor, amiguera, amante de la naturaleza y los deportes. Hoy tengo 34 años y veo mi vida tan distinta, ¡gloria a Dios!. Seria cuestionable si siguiera viviendo igual que antes de concer a Cristo.

Una de las conversiones que más me impacta en la Palabra es la del apóstol Pablo.

«Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, educado bajo Gamaliel en estricta conformidad a la ley de nuestros padres, siendo tan celoso de Dios como todos ustedes lo son hoy. Hechos 22:3 NBLA

Al presentar su testimonio, lo primero que dice es, “Yo soy Judío”, este es un Pablo que ha nacido de nuevo y que como nuevo creyente, sigue aferrándose a lo que conoce, y me recuerda a una de mis más fuertes influencias, el catolicismo. Yo aún seguía sin entender si debía dejar de decir que era católica o no, o qué debía hacer con lo que había aprendido hasta ese momento. Creo que cuando alguien esta en este proceso se olvida, es casi como un trauma para el nuevo recién nacido pasar por el impacto del parto… de igual manera he pensado en todos los testimonios que han arrancado la identidad de alguien, para reemplazarla por la única a la cual ahora me puedo aferrar, esa identidad es la que Pablo expresaría en una de sus cartas que he estudiado recientemente.

Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia a ustedes y paz de parte de Dios nuestro Padre. Colosenses 1:1-2 NBLA

Cómo es que ahora, no vemos su tan orgulloso “soy judío”, ahora su corazón emana palabras de una nueva identidad “apóstol de Jesucristo” ese “de” a veces pasa desapercibido, pero este hombre ahora sabe con todo su ser a quién pertenece, y lo ratifica al continuar en su adoración al único dueño de su ser…”por la voluntad de Dios” casi casi puedo sentir como su cuerpo se estremece, al escribir esta carta, empezando con poderosas palabras con profunda verdad acerca de su nueva identidad. Esta preciosa identidad ahora es colectiva, es por eso que, así como el sabe a quién pertenece, recuerda a los receptores de esta carta esta misma identidad… “Santos y fieles hermanos en Cristo”. ¡wow! Volvamos un poquito a Hechos y veamos como era su vida antes de Cristo:

Perseguí este Camino hasta la muerte, encadenando y echando en cárceles tanto a hombres como a mujeres, de lo cual pueden testificar el sumo sacerdote y todo el Concilio de los ancianos. De ellos recibí cartas para los hermanos, y me puse en marcha para Damasco con el fin de traer presos a Jerusalén también a los que estaban allá, para que fueran castigados. Hechos 22:4-5 NBLA

Aquel que perseguía hombres y mujeres que estaban en Cristo, buscando que fueran castigados, ahora los saluda con un afectuoso “hermanos” y con este impactante contraste: “Gracia a vosotros y paz,” es fascinante que reconoce la fuente de su nueva condición, la única razón de su nueva identidad, “de parte de Dios nuestro Padre”, a veces me imagino al amigo más cercano de Pablo el judío antes de Cristo, leyendo esta carta a los Colosenses, y me pregunto si podría identificar a su amigo en estas palabras nuevas, en esta identidad cambiada, en este nuevo hombre.

No me sorprende esta alentadora conversación que continua en Hechos:

y vi al Señor que me decía: “Apresúrate y sal pronto de Jerusalén porque no aceptarán tu testimonio acerca de Mí”.

»Entonces yo dije: “Señor, ellos saben bien que en las sinagogas, una tras otra, yo encarcelaba y azotaba a los que creían en Ti. Cuando se derramaba la sangre de Tu testigo Esteban, allí estaba también yo dando mi aprobación, y cuidando los mantos de los que lo estaban matando”. Pero Él me dijo: “Ve, porque te voy a enviar lejos, a los gentiles”».  Hechos 22:18-21 NBLA

Digo alentadora porque es la realidad de todos nosotros, solamente Cristo puede darnos un llamado irrevocable, un llamado efectivo, que sin importar donde estemos, o lo absurdo de nuestra conversión, sea un milagroso testimonio de muerte a vida. Literal. Literalmente si estás en Cristo, sabes que como Pablo, no puedes atribuirte ni un solo paso para tu nuevo nacimiento. Tu nueva vida es por “la voluntad de Dios.”

Este hombre que antes perseguía a la iglesia, ahora dice:

Damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, orando siempre por ustedes, pues hemos oído de su fe en Cristo Jesús y del amor que tienen por todos los santos, Colosenses 1:3-4 NBLA

Este hombre ahora vive para Cristo, su gozo viene de escuchar el testimonio del amor que se tienen unos por otros en Colosas, de su fe en el único que salva, Cristo Jesús, y despliega su vida de oración en gratitud por esta iglesia a la que odiaba y buscaba matar, ahora su adoración está direccionada al milagro de estos santos.

¿Dónde quedó su judaísmo, dónde quedó su sed de justicia y servicio al sumo sacerdote (al hombre), dónde está su orgullo en ser aquel que cumplía la ley a cabalidad?

Y si hablamos de nosotros… ¿Qué hago con mi religión? ¿Qué hago con mi educación formal? ¿Qué hago con mi sed de desarrollarme en determinada área laboral? ¿Qué hago con mi nacionalidad? ¿Qué hago con mi masculinidad? ¿Dónde queda mi orgullo de mujer? ¿Dónde queda mi sed de una buena reputación? ¿Amo más las costumbres de mi familia que ha Cristo?

Hermanos, si estamos en Cristo, Él debe ser supremo sobre todo en cada área que sea la fuente de tu identidad. Él ya es supremo, sobre todo, pero nosotros al igual que Pablo, los Colosenses y muchos otros, ahora debemos estar saturados en Él, renovando nuestra mente, de tal manera que cuando cualquiera vea nuestro día a día, nuestras vidas deben ser reflejo de Su gloria, ¿Si Pablo escribiera una carta para ti, podría decir que se alegra por tu fe en Cristo Jesús? ¿Podría darle gracias al Padre y al Señor Jesucristo por el amor que tienes por los fieles y santos hermanos en Cristo? Vamos a Él y arrepintámonos. Siendo así o no, mantente firme en Cristo, y pídele que tu fuente sea Él más y más. No somos perfectos, pero descansamos en Su perfección, y nos esforzamos por crecer más a Su imagen a través de la revelación de Su palabra y la obra del Espíritu Santo en nosotros, clamamos por fe a Su obra perfecta y completa y adoramos en gratitud y obediencia.

Quiero animarte a estudiar el libro de Colosenses, hay un recurso precioso de Patricia Namnún, que se llama “Completas en Él. Un estudio bíblico de Colosenses” He caminado durante varias semanas agradeciéndo al Señor por Su palabra, clamando que Su Espíritu Santo en mí me permita crecer más a Su imagen, y que mi amor por Cristo me transforme completamente. Nuestra identidad ya no puede estar arraigada en nuestra sexualidad, ni en nuestras aspiraciones terrenales, ni en nuestras relaciones, mucho menos en nuestras buenas obras religiosas o sacrificios.

¿Qué define tu identidad ahora que estás en Cristo? ¿Qué dice tu vida acerca de tu Señor y Salvador? ¿Estamos completos en Él? Oro que el Señor nos permita crecer en el conocimiento de quien es Cristo y nos conceda menguar cada vez más, para que seamos cristianos adoradores en espíritu y verdad.

Si eres un nuevo creyente y te cuesta entender muchas cosas. Si tus días están más llenos de desánimo que de alegría debido a que tus hermanos más maduros en Cristo parece que supieran lo que hacen: no te desanimes, ninguno de nosotros está a cargo, todos nosotros estamos en la búsqueda de una mayor dependencia de Cristo. Si nuestros ojos están en Él, y al igual que Pablo decimos “Señor, ¿Qué debo hacer?” Él será nuestro sustento diario. Descansa en Su fidelidad. Sigue buscando momentos en Su presencia. Sigue enamorándote de tu Señor. Roguémosle siempre por un corazón limpio, como tierra buena, que da fruto para Su gloria. Solo Él puede arar nuestros corazones.

17 06, 2021

¿NIÑOS POR SIEMPRE?

2022-09-21T14:38:23-05:0017 junio, 21|

Jóvenes que crecen de verdad, o que se quedan como Peter Pan

Era 2006 cuando Paramount Picture estrenó la película “Soltero en casa” estelarizada por Mathew McConaughey, quien hacía el papel de un apuesto chico de 35 años y vivía en casa con sus padres. Él parecía todo un adolescente que disfrutaba su dependencia de papá y mamá. Su madre se encargaba de cocinarle, limpiar su habitación, lavar su ropa y hasta comprarle sus videojuegos.   Con este excelente trato, a pedir de boca, el joven McConaughey no tenía ningún apuro por salir de la “casa-hotel” de sus padres. La película estuvo en el número uno en los Estados Unidos las primeras tres semanas luego de su lanzamiento. Aunque la película era clasificada como comedia, para muchos llamó la atención porque parecía poner el dedo en la llaga de un drama real.

Soltero en Casa comenzó a crear repercusión en los medios. Los noticieros comenzaron a sacar historias de jóvenes adultos tal cual Peter Pans reales, que parecían estar más preocupados por pasar al siguiente nivel de su videojuego favorito que con hacerlo en la vida real. La tierra del nunca Jamás podía ser el sótano de la casa de mamá y papá o un apartamento compartido con otros hombres niños de igual mentalidad, pero sí había algo que común entre estos Peter Pans: No tenían ambición alguna en la vida, narra la escritora Vicki Courley en su libro Conversaciones que usted debe tener con su hijo.

La tendencia de una juventud que no quiere crecer se la ha definido incluso en EEUU como “falla de lanzamiento” haciendo alusión a las muchas fallas ocurridas en los lanzamientos de los transbordadores al espacio exterior.

¿Por qué hay tantos jóvenes que no quieren crecer y comportarse como adultos? Aunque parezca sorprendente, las corporaciones y especialistas de mercado están sacando buen partido de este síndrome, ya que han descubierto que, a lo súper lago del camino del autodescubrimiento, estos jóvenes compran muchísimos juguetes para pasar el tiempo. De hecho, hasta la definición tradicional de “juventud” ya no se determina por la edad cronológica cuando se trata a la hora de comprar. “La juventud contemporánea debe definirse ahora como la ausencia de madurez funcional y/o emocional, como reflejo del hecho de que la aceptación de responsabilidades tradicionales como hipotecas, hijos, y el desarrollo de un sentido firme de auto-identificación y perspectiva está ocurriendo cada vez más tarde en la vida, dice Vicki Courley.

Para muchos podría parecer normal y hasta natural las nuevas definiciones para los roles y comportamientos sociales. Sin embargo, para otra gran mayoría el hecho de que haya una juventud que oscile en los 34 años sin un plan de vida es altamente preocupante porque hay valores universales que se están erosionando y eso es peligroso. ¿Por qué?  La cooperación, por ejemplo, valor que se fundamenta en los principios de la generosidad y el compromiso de responsabilidad garantizada está en peligro de extinción, porque los jóvenes adultos, tipo Peter Pan, piensan primero en sí mismos, son egoístas por antonomasia, relativistas y proclives a la anarquía, según definiría Zygmunt Bauman a estas nuevas generaciones “líquidas”.  Para el cristianismo, la generosidad es una expresión del amor, “…recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Hay más bendición en dar que en recibir.”» Hechos 20:35 RVC. Incluso la máxima expresión del evangelio se fundamenta en dar lo mejor de sí por el bien del otro. Por esto Jesús dijo: Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no muera, sino que tenga vida eterna. Juan 3:16 TLA.

Lo que confunde de manera particular en este desplazamiento cultural hacia la adultez demorada o tardía es la falta de expectativas propias de una persona que ha crecido. Eso nos lleva a la pregunta: ¿Qué caracteriza oficialmente a un adulto? Para muchos, y tal vez, la única aspiración de los “Peter Pans” es la independencia económica libre de compromisos. Este reduccionismo materialista en la expectativa de vida, para muchos jóvenes modernos, pone en peligro a la misma especie humana porque lo que ha definido a la adultez por siglos ha sido el compromiso integral y a ultranza por la vida, lo cual ha sido legado al hombre y mujer, en pareja.

La adultez tardía por lo tanto amenaza de manera particular a la vocación de la familia; es a este llamado divino que la generación Peter Pan está atentando. Porque los “niños-adultos” se preguntan: ¿Casarme? ¡Ni loco! Por lo visto, la renuencia al matrimonio y formar familia está de moda. Pero es una tendencia que destapa otra inquietud: el manejo de la sexualidad de los jóvenes adultos. La cultura moderna del sexo libre a calado tanto incluso en las filas de la Iglesia. El placer del sexo, como privilegio y derecho reservado para el matrimonio, ahora es una licencia que los jóvenes adultos reclaman sin el compromiso del matrimonio. Las tendencias son modas que un adulto está llamado a filtrar porque las cosas de niños deben ser sepultadas en el corazón de quien quiera llegar a ser hombre. Cuando yo era niño, hablaba, pensaba y razonaba como un niño; pero cuando crecí, dejé atrás las cosas de niño”. 1 Corintios 13:11 NTV.

 

ESCRITO POR: Duval Rueda

10 06, 2021

TRES ENEMIGOS EN EL MATRIMONIO

2022-09-21T14:38:24-05:0010 junio, 21|

Este mes mi esposo y yo cumplimos tres años de casados. Debo comenzar contándoles que Andrés y yo somos muy diferentes y, durante estos primeros años de matrimonio, no todo ha sido color de rosas. Luego de los primeros meses de luna de miel aparece el verdadero desafío del matrimonio: APRENDER A AMAR.

¿Que si yo sabía amar antes de casarme? Diría que sí. Mi amor no era perfecto, pero creo que lo hacía bastante bien con la ayuda de Dios. Al menos eso era lo que pensaba. Después de tres años estando casada, me doy cuenta de que no había sido tanto así. Mi amor ha sido perfeccionado en el matrimonio y aún continúa siéndolo.

Amar al prójimo es una cosa: amar a los padres, a los hermanos, a los amigos, a los colegas de trabajo, a los vecinos, a la viuda, al huérfano, al extranjero, al indigente, al enemigo, etc., etc. Venimos toda una vida practicando este amor.

Amarnos a nosotros mismos es otra cosa que venimos practicando toda una vida. Pero algo distinto es: “amarse a ‘uno mismo’ y que ese ‘uno mismo’ no sea uno”.

¿Qué es eso? Se preguntarán. ¿Qué significa esa frase tan rara que acabas de lanzar? Ya sé que parece un enigma o algo que no tiene sentido, pero es lo que es. Amar al cónyuge es amarse a uno mismo. Va más a allá de amar a alguien con el que se convive. Dicen algunos que el matrimonio se vuelve difícil debido a que el factor “convivencia” entra en juego. Pero no es solo eso, se trata de un desafío y compromiso de amor altamente espiritual que no se lo tiene con ninguna otra persona.

Para darles un ejemplo: En mi familia de origen, cuando vivíamos aún en casa ya de adultos teníamos la costumbre de que cada uno se arregle como pueda en las comidas. Es más, cada uno hacía sus compras y dentro de la refrigeradora se etiquetaban con nombre ciertas cosas para no confundirlas. Esto lo hacíamos para llevar un orden y por respeto a los demás. Si alguien comía algo, nadie estaba obligado a brindar nada, aunque muchas veces lo hacíamos. Pero no era nada de “vida o muerte” cuando alguien no lo hacía. En la casa de origen de mi esposo, las cosas eran diferentes. Todos compartían en la mesa las comidas y hasta ahora lo hacen. Todos los alimentos en casa eran de todos.

Desde que Andrés y yo nos casamos, compartimos la mayoría de las comidas juntos, no porque lo hubiéramos planeado, sino porque se dio orgánicamente de esa manera. Nunca habíamos hablado de este tema hasta que un día me atreví a comer sin él y no le brindé lo que había preparado. En ese momento me abrió su corazón y me contó que para él significaba mucho el compartir las comidas.

¿Qué hacer con los valores diferentes que hemos aprendido en nuestros hogares? ¿Cómo llegar a un acuerdo con nuestro cónyuge al momento de formar un nuevo hogar? Es muy importante tomar en cuenta estas diferencias porque éstas, así como pueden potenciar nuestro matrimonio, también lo pueden acabar.

A continuación, quiero resumir tres enemigos que podrían estar ocultos en medio de lo que llamamos “nuestros valores familiares” con los que entramos al matrimonio y a los que hay que erradicar en el amor de Cristo.

1) Individualismo

Hay un viejo y conocido refrán africano que dice: “Si quieres llegar rápido anda solo, pero si quieres llegar lejos anda acompañado”. Siempre será más rápido, y a veces más fácil, hacer las cosas uno solo. Uno de los valores del mundo, que en este artículo llamaré “antivalores”, es precisamente el individualismo. ¡Y qué tan lejos de la esencia de Dios está esto! Los llamo antivalores porque están directamente en contra de los valores del Reino. Dios es trino (2 Corintios 13:14) y muy bien conocemos que Él ama la comunión o términos como compañerismo, unidad, intimidad o relaciones (Juan 10: 30, Juan 13:34-35, Juan 17:21-23). Él mismo encarna este valor al ser Padre, Hijo y Espíritu Santo, y gozarse en su identidad.

Él desea que sus hijos experimenten lo mismo viviendo una vida en base a relaciones. Al ser humano, por cuanto es pecador, se le torna difícil relacionarse con otro pecador al igual que él. Es por eso que opta por la opción más fácil de vivir individualmente para ahorrarse los conflictos que pueden darse en las relaciones.

En el caso particular del matrimonio, esta intimidad entre dos seres humanos es mucho más profunda. Dios lo determinó así, de manera que le dijo al varón y a la mujer que serían una sola carne (Génesis 2:24). Este concepto de una sola carne es una locura para el mundo. Es algo imposible de entender y peor de practicarlo. Lo que el mundo dice acerca del matrimonio es:

“Juntos, pero no revueltos. Te dejo entrar a mi vida, pero hasta cierto punto. Comparto contigo el paraíso, pero tus demonios y los míos, mejor no los topemos. Quédate con los tuyos y yo me quedo con los míos, así podremos vivir en armonía”.

El hombre individualista atesora para sí lo suyo. Es por eso que los demonios (pecados) nunca se van de su vida porque no han sido expuestos y enfrentados en el contexto de una relación (Proverbios 27:17).

El considerar en cierto punto que “mi cónyuge no tiene nada que ver conmigo” nos hace egoístas. “Si mi esposo se equivoca en algo, pues que se la arregle él sólo, como bien pueda, que solucione el problema sin mi ayuda, para que aprenda”. Si queda mal, pensamos: “pues se lo buscó”. No consideramos que, si mi pareja queda mal, yo también quedo mal.

Muchas veces somos muy duros con nuestros cónyuges porque nos olvidamos de que somos una sola carne, o porque sencillamente nosotros somos duros con nosotros mismos, y de la misma manera tratamos a nuestra pareja, con altas exigencias y con poca gracia.

El ser una sola carne, tiene que ver con lealtad y complicidad. Le decimos a nuestra pareja: “Si tú ganas, yo gano, si tu pierdes yo pierdo, si a ti te duele, a mí me duele, si a ti te alegra a mí me alegra” (Romanos 12:15).

2) Hedonismo

La RAE describe al hedonismo como la tendencia a la búsqueda del placer y el bienestar en todos los ámbitos de la vida. El ser humano en su naturaleza pecaminosa es hedonista. Busca el placer y huye de todo lo relacionado con el dolor. Muchas parejas se casan con altas expectativas de poder ser felices por siempre. Lamentablemente en la mayoría de los casos, los votos matrimoniales “juntos en la riqueza y en la pobreza, en la salud y la enfermedad”, se los dicen de la boca para afuera, sin estar realmente comprometidos con ellos. Muchos matrimonios se terminan al desvanecerse la ilusión de que todo iba a ser color de rosas. Muchos no están dispuestos a vivir la arista sufrida del amor que la misma Biblia la menciona (1 Corintios 13:4).

Al vernos decepcionados muchas veces de nuestro cónyuge, optamos por apartarnos, por hacernos a un lado, por rendirnos y no seguir amando. El hedonismo no cumplido en nuestra vida nos lleva en muchos casos al individualismo. Vivir en el mismo techo, pero separados en alma y espíritu. Pagar con la misma moneda: “Si no me das lo que necesito o lo que yo quiero, yo tampoco tengo porqué darte nada”. Una pareja viviendo juntos, pero remando en direcciones muy distintas y a veces hasta apuestas.

La cooperación no existe y en muchos casos llega la famosa competencia y finalmente el abandono. El que verdaderamente ama no abandona, no se rinde, lucha hasta las últimas consecuencias y apuesta hasta el final por el bienestar de la relación (Mateo 5:38-48).

3) Falso amor

Hace pocos días escuché a un famoso psicólogo dando una charla on-line sobre relaciones de parejas. En su tesis explicaba que existía una diferencia entre el amor universal y el amor entre parejas. Decía que el amor universal es el que uno siente y expresa por la humanidad, por ejemplo, cuando se ayuda dando de comer a los niños de África sin esperar nada a cambio. Pero que el amor de pareja no es lo mismo. Este amor debe ser correspondido, sino no es amor y no funciona.

Lejos de quedarme sorprendida de su afirmación, me confirmó una vez más, los conceptos tan equivocados que el mundo maneja sobre el amor. Me dio hasta un poco de gracia escuchar esta definición de amor universal, un amor que para mí no es amor, ni siquiera porque no espera nada a cambio, “supuestamente”. Esas obras altruistas, muchas veces están lejos de ser amor, son simplemente manifestaciones de nuestro ego, de querer ayudar a otros porque sencillamente esto nos hace sentir bien (1 Corintios 13:3).

Ya Dios lo determinó, el amor no es egoísta, el amor es sufrido. Muchas veces no será correspondido y no por eso deja de ser amor. Todo lo contrario, el amor da sin esperar nada a cambio (1 Corintios 13).

En conclusión, ya sea que estés soltero o estés casado luchando por la causa, no te olvides que primero vas a tener que estar dispuesto a morir.

Para terminar, les dejo esta frase que alguna vez la leí o la escuché por ahí:

“Yo me casé porque tenía tanto amor de parte de Dios que quise entregar lo que me sobraba”.

Les dejo esto por aquí y me retiro lentamente. ¡Hasta una próxima!

 

ESCRITO POR: Daniela Cotrina

3 06, 2021

CRISTIANISMO TÓXICO: LA DOBLE CARA DEL CRISTIANO

2022-09-21T14:38:25-05:003 junio, 21|

Lobos rapaces vestidos de ovejas. (Mt 7:15)

Sepulcros blanqueados. (Mt 23:27)

¡Serpientes, generación de víboras! (Mt 23:33)

Imagina que dijeran eso de ti. Peor aún, imagina que Jesús dijera esto de ti: el Príncipe de Paz, el hijo de amor que murió por la humanidad. ¿Quién puede hacer surgir en los labios de Cristo estas palabras como dardos afilados? – Los hipócritas.

Cuando pensamos en hipócritas, como cristianos, inmediatamente, pensamos en los fariseos. En nuestra mente se forma una imagen maquiavélica de hombres que enriquecen sus bolsillos y se ríen de los desdichados que logran engañar para su propio beneficio. Es cierto, que muchos eran así. Pero más cierto es que la verdadera imagen de la hipocresía no siempre está en los fariseos de hace 2.000 años. El rostro de la hipocresía lo vemos cada domingo en la iglesia. Nos saluda afectuosamente mientras entramos. Nos dirige en canciones y toca los instrumentos de manera hermosa. Nos lidera en oración y nos enseña sobre la palabra de Dios. Se sienta a nuestro lado y es nuestro amigo, nuestro hermano. Pero más que todo esto, la cara de la hipocresía la vemos todos los días en el espejo.

Cristianismo Light

Muchos recordarán cuando las bebidas bajas en azúcar salieron al mercado y empezaron a ser populares. Todo llevaba la palabra light, zero o diet al final. Nos vendieron la idea de tener los mismos beneficios del producto original (sabor) sin tener las consecuencias negativas de algunos ingredientes como el azúcar. Pero como dice la sabiduría popular “si parece demasiado cierto para ser real, entonces lo es”. Años después salieron estudios comprobando que los edulcorantes no calóricos realmente pueden ser nocivos para la salud. En grandes cantidades puede ser incluso peor que el producto original.

Así es el cristianismo light. Promete que puedes seguir a Jesús, pero seguir disfrutando de lo que hacías antes. Puedes ir a la iglesia, pero puedes salir a tomar con tus amigos. Puedes publicar versículos cristianos en tus estados, y puedes seguir acostándote con tu pareja sin estar casados. Puedes decir que amas a Jesús, pero puedes subscribirte también al horóscopo, la ley de la atracción, el misticismo ancestral, etc. El cristianismo light, te vende gato por liebre. Si no es Jesús; 100% Jesús, entonces no es el Evangelio.

Nos subscribimos a esta corriente de pensamiento incluso sin pensarlo. La gente no estudia la palabra, no se preocupa por buscar a Dios, no busca corregir y renovar su pensamiento con la Palabra. Por eso nunca nos damos cuenta de que lo que hacemos está mal. El ser humano tiende naturalmente a la hipocresía, es parte de nuestra naturaleza de pecado. Si no estamos continuamente renovando nuestras mentes y enfocándonos únicamente en el evangelio de Cristo, vamos a dejarnos engañar por corrientes que nos alejan de Dios. Como la parábola de los cimientos en Lucas 7. Todo lo que no es Cristo es como arena. Solo Cristo es la roca firme, y si construimos nuestras vidas sobre algo que no sea completamente Cristo, se va a derrumbar eventualmente. La arena va desapareciendo y nuestra vida se derrumba. La hipocresía nos dice que podemos tener a Cristo y a la vez una vida que no lo refleja a Él. La hipocresía nos vuelve tontos (sin ánimo de herir susceptibilidades) .

Hipocresía en la Iglesia

Creo que podemos dividir las hipocresías del cristiano en 2 grupos. Aquello que ocurre dentro de nuestras comunidades cristianas y aquello que ocurre fuera de nuestras iglesias. Lo que nos afecta como hermanos y lo que afecta el testimonio de la iglesia. Lo interno y lo externo.

Interno

La hipocresía interna de la iglesia se manifiesta de dos formas: no hacer lo que predicamos y juzgar a los demás siendo iguales o peores. En la iglesia no suele faltar ninguna de estas dos manifestaciones. No importan qué tan grande o pequeña sea la congregación siempre habrán chismes, palabras necias, sospechas y mentiras. Santiago nos habla mucho sobre la lengua y el poder de las palabras.

Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.

Santiago 3:9-10

Hace 2.000 años lucharon con esto y hoy en día también. Santiago es muy claro: no debe ser así. Cuidemos nuestra lengua. La gente bendice a Dios y maldice a la gente con la misma boca. ¿Cómo estamos usando nuestra boca? Como cristianos no debemos ser así.

Otro problema es que damos una falsa apariencia de quienes somos. Un fenómeno extraño es que cuando los cristianos entran por las puertas de su iglesia de repente les crecen alas, les sale un halo sobre su cabeza y comienzan a flotar sobre el piso. Todos nos volvemos tan santos como los ángeles. Pero tan pronto salimos por esas puertas, botamos el halo al piso y nos parecemos más a los ángeles caídos.

Ponemos una pantalla de cristianismo, una apariencia, una máscara. De hecho, la palabra hipocresía viene del griego “actor”, literalmente significa ponerse una máscara. Muchos cristianos creen que con aparentar algo que no son, es suficiente. Tristemente ninguna apariencia falsa dura para siempre y el engaño eventualmente se descubre. No puedes “falsearlo hasta lograrlo”.

Hace poco una amiga me contó que de joven tuvo una gran amistad con una familia misionera. Eran casi como familia. Un día viajó a su país y decidió saludarlos, pero la trataron de la peor forma, casi como a una delincuente. ¿Dónde quedó el amor de Cristo? ¿Dónde quedó el corazón del misionero? Eso no puede suceder entre nosotros. No podemos ser una persona en la iglesia y en el campo de misiones y otra persona completamente diferente en otros ámbitos.

Exterior

Fuera de la comunidad cristiana también demostramos hipocresía y es una de las cosas más dañinas para el testimonio de Cristo. He perdido la cuenta de cuántas personas me han dicho que no creen en la Biblia o en Cristo por culpa de la hipocresía cristiana.

Me gusta su Cristo; no me gustan sus cristianos. Los cristianos son tan diferentes a su Cristo. Mahatma Ghandi

Cuando proclamamos el amor de Jesús con nuestra boca, pero nos damos vuelta e insultamos a las personas, no es ser como Cristo. Hace poco un auto me cortó el camino de manera peligrosa y por poco causa un accidente. Cuando sucedió lo primero que noté fue el pescado de Jesús (IXOYE) en la parte de atrás. Me pregunto qué tipo de cristianismo predica esa persona en su vida diaria, si conduce sin temor a Dios o a las personas.

Quizás ustedes conocen también personas que hablan muy bonito de Dios en persona pero sus redes sociales cuentan una historia completamente diferente. En realidad, si soy honesto, yo fallo en esto continuamente. Algo me causa gracia y lo publico, pero luego de algún tiempo considero que quizás a Jesús no le habría agradado eso. Es una lucha constante, reconozco que soy débil y fallo en esto. A veces tomamos nuestra naturaleza pecaminosa como excusa y justificamos nuestro pecado. Qué peligrosa es la hipocresía. Pablo acuso a los Corintios de gloriarse en el pecado. ¿Cómo reaccionaría Pablo al ver lo que publicamos y las cosas de las que nos reímos?

Nuestro humor, nuestros memes, nuestro trato con amistades, todo debe reflejar claramente a Cristo. Como la luna refleja al sol y deslumbra en la oscuridad más fiera. Cualquier cosa que no es Cristo en nuestra vida opaca Su reflejo y no es digno de un cristiano.

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad.

Filipenses 4:8

De la abundancia de nuestro corazón hablan nuestras redes sociales. Ese es nuestro testimonio de Cristo al mundo. Tengamos cuidado de no destruir la imagen de Cristo.

¿Qué puedo hacer?

Toda la vida lucharemos con la hipocresía en nuestra vida. Es la naturaleza del cristiano porque somos de una manera (pecadores) y aspiramos ser de otra (santos). Pablo dice en Filipenses “yo no pretendo haberlo ya alcanzado”. No debemos pretender ser lo que no somos. Pero, aunque todos somos hipócritas, aspiramos a algo mejor. Ponemos nuestros ojos en Cristo y proseguimos hacia la meta.

No somos llamados a ser perfectos, pero somos llamados a ser cada día más como Cristo. Si alguien dice o parece ser perfecto, ten por seguro que no lo es. No es más que falsedad lo que aparenta en su vida. Seamos honestos sobre nuestras fallas y no esperemos perfección de una humanidad caída. Más bien animémonos unos a otros a ser más como Cristo, entendiendo que, así como mi herman@ falla yo también fallo, y más. Saquemos la viga de nuestro ojo antes de criticar la mota en el ojo de los demás.

El problema de la hipocresía es en sí un problema de enfoque y falta de humildad. Cuando estamos ensimismados en nuestra vida, fallamos. Tratamos de vivir por nuestras propias fuerzas, mostramos lo que hay en nuestro interior, hacemos nuestro mejor esfuerzo, pero nunca es suficiente. No podemos decir que somos seguidores de Cristo si realmente nos seguimos a nosotros mismos primero y a Jesús después. Cristo debe ser nuestra meta. Jesús es nuestro objetivo. Si nuestros ojos están puestos en Él, nos acercamos más a su perfección y lo logramos con sus fuerzas. Lo que reflejamos es Cristo porque es quien ilumina nuestro rostro. Pero si vivimos solo en nuestras capacidades, lo que reflejamos es nuestras propias fallas y pecaminosidad. Todo se vuelve una máscara de hipocresía.

Pon los ojos en Cristo y prosigue hacia la meta. Admitamos que somos pecadores, pero que aun así buscamos ser mejores. No es hipocresía admitir que somos pecadores aunque seguimos a Cristo. Hipocresía es pretender ser perfectos cuando la Biblia claramente dice que no lo somos. No seamos hipócritas. Seamos reales. Seamos cristianos.

 

ESCRITO POR: Bryan Rubio

27 05, 2021

EL ROL DEL HOMBRE EN LA IGLESIA

2022-09-21T14:38:26-05:0027 mayo, 21|

Este es un tema complicado de tratar ya que ha sido discutido de muchas formas y maneras a lo largo del tiempo, en el presente artículo, más que debatir sobre el tema intentaré presentar varios puntos de vista que nos permita llegar a conclusiones prácticas, quizá no sean reflexiones en sí mismo, expondré varias ideas que con la bendición de Dios nos ayuden a pensar diferente.

Primero debo destacar que el rol bíblico del varón está absolutamente definido y perfectamente explicado, creo que desde la perspectiva bíblica no hay nada que debatir o discutir, por lo tanto, el analizar el rol del varón en el entorno iglesia es más bien un tema de funcionalidad y por qué no decirlo de cultura tanto personal como religiosa. Bíblicamente hablando no existe una diferenciación entre hombre y mujer, Jesús en la práctica devuelve la dignidad a la mujer de muchas maneras, ciertamente hay que considerar que la cultura judía daba una mayor visibilidad a los hombres por sus funciones sociales, sin embargo, si acudimos al Evangelio nos encontramos a Jesús haciendo una misma pregunta a Pedro y a Marta de Betania. Pedro, ante la pregunta: “Y vosotros ¿quién decís que soy yo?” Responde: “Tu eres el Mesías el Hijo de Dios vivo” (Mateo 16, 13-20; Marcos 8, 27-30; Lucas 9, 20). En Juan 11, 26-27 hay un diálogo muy parecido, intenso y profundo, previo a la resurrección de Lázaro. Al terminar de hablar Jesús pregunta a Marta: “¿Crees esto?” A lo que Marta responde: “Sí Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios que había de venir al mundo”. La pequeña diferencia es que a Pedro le señala que no sale de él la respuesta, sino que le ha sido revelada por el Padre, mientras que a Marta no le dice nada. Y la respuesta ha sido idéntica. No podemos decir que Pedro (y con él los varones) haya sido ni más sincero, ni más inspirado que Marta (y con ella las mujeres). Por lo tanto, los hombres no se pueden atribuir más méritos que las mujeres.

En la cultura latina y por la manera en que se han desarrollado las personas con relación a sus vivencias religiosas, la mujer ha sido la que predominantemente ha tenido presencia física en la iglesia, de hecho algo que es muy frecuente ver en nuestro entorno es que la mujeres suelen buscar ayuda antes que los varones y de esto también se desprende que la mujer al estar más visiblemente cerca del entorno eclesial evidentemente se vincula con mayor facilidad a las actividades y por lo tanto asume muchas veces un rol protagónico aunque no necesariamente muy visibilizado y eso se evidencia en que es más fácil tener reuniones de damas que de caballeros; por otro lado cuando el varón desarrolla una fe práctica y vive una relación solida con el  Señor se vuelve un líder de opinión y puede con facilidad influenciar para bien a quienes le rodean, debo resaltar que mi criterio lo estoy tratando de enfocar en el individuo (varón), y no en grupo objetivo como varones adultos, solteros o casados.

Hoy en día hay un debate claro que se desprende del hecho de que si las mujeres están de muchas maneras presentes en la iglesia, deberían ser ellas las que tomen un mayor protagonismo ocupando cada vez más posiciones de liderazgo  y por qué no decirlo de poder, y aunque ese no es el tema de este artículo y por lo tanto no emitiré criterios en esta dirección, debemos evitar que ciertas ideologías se inserten en la iglesia del Señor, Dios sabe a quien usa y a quien levanta para Su obra, he visto procesos de iglesia en los que se habla de equidad de género y de respetar derechos adquiridos, sobre cualquier cosa hay que cuidar la Palabra y sus principios con profundo celo sin que eso signifique volvernos legalistas y cerrados a lo que Dios haga en y con las personas, independientemente si son hombres o mujeres.

Retomado el tema que nos compete, creo profundamente que un varón asume el rol que le corresponde cuando centra su vida en Cristo y no antes, es necesario redefinir el rol del varón desde su identidad como hijo de Dios; solo hombres transformados por la misericordia de Cristo y viviendo un evangelio integral logran ubicarse en el lugar que Dios ha preparado para ellos y esto aplica a todas las áreas del ser humano, así que el debate real está en ¿qué hacemos como iglesia para formar y cuidar (discipular) varones que desarrollen un corazón conforme al corazón de Dios?. Creo que este realmente es el tema medular a considerar, ¿qué estamos haciendo para formar varones que amen a Dios y crezcan en su conocimiento? ¿Cómo nuestros procesos de discipulado cumplen las expectativas reales de nuestros miembros varones? ¿Qué intencionalidad tenemos como iglesia local para formar a nuestros miembros más allá de nuestras múltiples actividades? Todas estas preguntas y otras en la misma dirección deben ser formuladas con seriedad dentro de nuestros planes de cuidado a los varones.

Una de las constantes quejas en los círculos cristianos es la manera en que nuestras actividades absorben el tiempo y los recursos de los asistentes, hay personas que se involucran profundamente en las actividades de la iglesia local aun considerando que el involucramiento no necesariamente es señal de conversión real o de una vida transformada, muchas veces hay circunstancias que en un momento de nuestras vidas nos permiten entregar más tiempo a las actividades de iglesia, para chicos adolescentes o estudiantes en general, personas solteras, hay  ciertos momentos de su vida en que la iglesia y sus actividades pueden ser más fáciles de asumir, sin embargo, los tiempos y las prioridades cambian en la medida en que asumimos nuevas responsabilidades o que exploramos otras experiencias que nos pueden parecer más emocionantes aunque no necesariamente más edificantes. Creo que para analizar este tema debemos considerar varios puntos de vista:

  1. Muchas iglesias centran sus objetivos en la cantidad de eventos que realizan y la manera en que a través de ellos captan gente, muchas veces esto los lleva a medir su éxito ya sea por el involucramiento de la gente o por la cantidad de eventos que se realizan, sin considerar que esta estrategia a corto o mediano plazo cansa y desgasta, además que puede hacer que los involucrados en un momento se sientan utilizados por el sistema.
  2. Varios modelos consideran que mientras más involucremos a los asistentes, más fuerte será su compromiso con Dios, de hecho, llegamos a pensar que menor compromiso con las actividades o con los líderes implica una mala relación con Dios mismo.
  3. Nos centramos más en la calidad de los eventos que realizamos que las necesidades de nuestros miembros.
  4. Realizamos proyectos de captación de gente y no de cuidado pastoral y discipulado constante.
  5. No equilibramos los tiempos del pastor y su involucramiento en la iglesia con las actividades y prioridades de los miembros, no pocas veces abusamos del voluntariado.
  6. Muchas veces no medimos el impacto de nuestras acciones y en vez de juntar familias las dividimos. Exigimos que los jóvenes asistan a nuestras reuniones, pero no los animamos a ser parte de sus núcleos familiares, pedimos a nuestras mujeres compromiso con la iglesia aunque sabemos que eso puede significar descuidar su casa, pedimos a las personas priorizar actividades a veces a costa de sacrificar trabajo o responsabilidades elementales.

Solo para acotar lo mencionado, quiero reflexionar en el hecho de que solo un discipulado claro, bíblico, relacional y de largo plazo nos ayuda a asumir con claridad nuestros roles y funciones, debemos trabajar desde un evangelio que forme la ética, que provea herramientas prácticas de vida y no modelos que muchas veces pasan por alto el pecado o se vuelven tolerantes mientras las acciones de las personas no afecten la economía o la imagen de la iglesia local.

Debemos entender la vida de los hermanos y con ello entender sus tiempos y necesidades, si dedicamos más tiempo a formar personas conforme a la palabra, también debemos entregar herramientas que les permitan tomar decisiones basadas en sus convicciones, aunque eso pueda significar que se alejen de las actividades de la iglesia, sin que esto signifique dejar de congregarnos, los varones debemos de urgencia trabajar en:

  1. Volver a la palabra, a su estudio, a su análisis, debemos adquirir herramientas que nos ayuden a entender la palabra para vivirla en nuestro día a día, es imprescindible enseñar a los varones a amar la Biblia y desarrollar pasión por ella.
  2. Hay que enseñar a nuestros varones a desarrollar integridad, a vivir su fe desde sus hogares y extenderlo a sus lugares de estudio o de trabajo, hay que ayudarles a luchar contar el pecado en todas sus formas, pornografía y demás  adicciones, infidelidad, codicia y eso solo se logra con un discipulado que modele en todas sus formas a Cristo y solo a Él.
  3. Hay que enseñar a nuestros varones a depender de la oración y buscar intimidad con Dios, solo hombres que dependen de Dios logran superar las adversidades que el mundo propone.
  4. Hay que enseñar a los varones a ser sensibles y vulnerables para que sepan cómo llorar, cómo pedir un abrazo, cómo abrazar con santidad, cómo hablar con liberalidad y por sobre todo cómo ser ejemplo sin dejar de ser humanos.
  5. Hay que enseñar a los varones a que no somos autosuficientes y todopoderosos, necesitamos ayuda y apoyo. Cuando un hombre no pide ayuda inevitablemente miente y a veces se convence que mientras menos cuente, menos daño hace, esto pasa solo hasta que todo se derrumba.

Creo profundamente que el rol del hombre en la Iglesia empieza cuando el varón reconoce su necesidad de Dios, cuando las personas dependemos de Dios y cuando nuestra relación con Él se solidifica, el servir y asumir responsabilidades se vuelve una necesidad, la iglesia no necesita más hombres asumiendo su rol, “los hombres que aman a Dios, necesitan asumir su rol dentro de la iglesia como una parte vital de sus vidas”.

 

ESCRITO POR: David Rodríguez

20 05, 2021

IDOLATRÍA EN LA MATERNIDAD

2022-09-21T14:38:26-05:0020 mayo, 21|

Lo que realmente hace frustrar a una madre está en su corazón.

En estas últimas semanas he estado leyendo varios libros de la Biblia conocidos como los libros históricos, y una cosa que me molestaba mucho mientras leía Reyes y Crónicas, es que varios monarcas de Israel y de Judá “hacían lo bueno ante los ojos de Dios”, pero… ese pero me molestaba: “pero tal o cual rey NO quitó los lugares altos donde se adoraba a dioses falsos.” Mi enojo fue mayor cuando uno de esos reyes malvados (Acab), quien llevó a la idolatría al pueblo de Dios, en el momento que estuvo en problemas, se humilló delante del Señor, y ¡Dios lo perdonó! ¿Cómo es posible que Dios lo perdonara? Me molestaba pensar en la bondad de Dios con un rey tan idólatra. Fue ahí cuando me cayó el balde de agua fría, porque Dios trajo convicción a mi corazón mostrándome que también soy idólatra; quizás no tenga una imagen para inclinarme o un amuleto que lleve conmigo, pero como mamá tengo un corazón con la tendencia a crear ídolos.

Bien lo describió Juan Calvino, “nuestros corazones son fábricas de ídolos.” O como lo explicó G. K. Chesterton: “Cuando nuestro corazón deja de adorar a Dios, no es que no adoramos a nada, sino que adoramos a cualquier cosa”.

Si lo meditamos con sinceridad, la maternidad puede convertirse en un ídolo que desplaza a Dios de nuestras vidas. Quizás me digas que eso no es posible porque la maternidad es buena, y estoy muy de acuerdo contigo, pero aún lo bueno y hermoso que viene del Padre de las luces puede convertirse en un ídolo cuando desplaza a Dios. Brad Bigney dijo: “Un ídolo es cualquier cosa, persona (yo le añadiría y circunstancia) que capta nuestro corazón, nuestra mente y afectos más que a Dios.” Algo bueno como la maternidad, si se convierte en algo que capta nuestro corazón más que a Dios, es un ídolo.

La idolatría de la maternidad puede lucir diferente en distintas etapas de nuestra vida, aún antes de llegar a ser madres. En la Biblia encontramos a mujeres que no podían tener hijos, como fue el caso de Raquel.

Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana,

y decía a Jacob: Dame hijos, o si no, me muero. Y Jacob se enojó contra Raquel, y dijo:

¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el fruto de tu vientre?

Génesis 30:1-2

Raquel se sentía devastada porque no podía ser madre, se consumía por dentro al punto de desear morir y reclamar a un mortal algo que solo Dios lo puede hacer. Incluso, en esa desesperación por quedar embarazada, al parecer, hizo un trueque con Lea por unas mandrágoras (ver Génesis 30: 14-16). En la antigüedad, las mandrágoras eran consideradas plantas afrodisiacas con propiedades reproductivas. Es posible que, por el profundo deseo de llevar una vida en su vientre Raquel acudió a “remedios supersticiosos” (ídolos) que lo único que lograron fue llenar de tristeza y frustración su corazón.

Hace varios años, conversaba con una mujer muy sabia y amante de Dios, algo que ella dijo captó mi atención, ella me contó que de joven tenía una meta, casarse con un hombre muy atractivo para que sus hijos sean guapos. Esta mujer dijo: “Tuve hijos bellos y me enorgullecía de ellos, pero el costo que pagué fue alto, sufrí mucho y mi matrimonio terminó. Bendita gracia de Dios que llegó a mi corazón para sanar mi vida y las vidas de mis hijos.”

Esa conversación se quedó grabada en mi corazón, y se convirtió en un llamado de atención a mi vida, porque aún como mujeres solteras puede haber el deseo de ser mamás con las motivaciones equivocadas. Pablo dijo en Colosenses 3: 4 “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” (énfasis añadido). Es interesante que Pablo diga que la avaricia es idolatría. La pregunta que surge es ¿qué es la avaricia? Bueno, es desear algo con tanta intensidad y vehemencia que nos hace creer que Dios no es suficiente. Ese tipo de avaricia nos lleva a tomar decisiones idolátricas; en el caso de la maternidad, puede distorsionar un deseo genuino y hermoso en un deseo de tener hijos para presumirlos, olvidando que los hijos nos han sido dados para criarlos en el temor del Señor y para su gloria (Isaías 43:7).

Cuando te enteras que estás embarazada, tienes una mezcla de emociones (y es otra etapa en la que podemos ser tentadas a fabricar ídolos en nuestros corazones). En el proceso de gestación nos preparamos leyendo todos los libros que están a nuestro alcance, los tutoriales de todas las redes sociales posibles, idealizando en nuestra mente lo excelentes madres que seremos, al punto de llegar a pensar que todo lo tenemos bajo control. No digo que está mal prepararnos y recibir consejos, es necesario y válido, pero lo importante es tener cuidado y buscar la sabiduría de Dios primero en el proceso para tener la actitud correcta mientras albergamos a una preciosa vida en nuestro vientre.

Confía en el SEÑOR totalmente, no en tu propia sabiduría.

Ten en cuenta a Dios en todo lo que hagas,

y él te ayudará a vivir rectamente.

Proverbios 3:5-6

Déjame contarte un poco de mi primer embarazo. Todo estaba “fríamente calculado” según mi planificación: parto normal, esposo en el quirófano para las fotos, estaba lista para recibir a mi primera hija, mis planes eran perfectos… Dios tenía otros planes. En el último momento tuvieron que realizarme una cesárea; mi esposo no pudo estar en el quirófano (gracias a Dios pude verlo a través de una ventana). Lo único que hacía era llorar, porque lo que yo quería que pase no pasó. Tuve hemorragia en la cirugía, estaba muy débil; al siguiente día seguía perdiendo sangre, llegué a tener anemia crónica. Mientras estaba con suero en un brazo y con una pinta de sangre en el otro brazo, no podía dar de lactar a mi pequeña que lloraba de hambre. En medio de ese proceso doloroso le reclamé a Dios por todo lo que estaba viviendo. Mi ideal de traer al mundo a una bebé se había convertido en una historia de angustia y desesperación. Le dije a Dios llorando: ¡me rompiste Señor!

En la cama del hospital Dios me recordó una parte del relato de Jeremías 18.

Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que, como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.

Me identificaba tanto con el pueblo de Israel, estaba rota, quebrantada, adolorida. No lo entendí en ese momento, pero al mirar atrás me doy cuenta que había hecho un ídolo de mí mismo y de la idea de maternidad que había dibujado en mi mente. Por amor (aunque no lo sentía así), Dios me había quebrado para volverme a hacer.

Quisiera decir que con esa experiencia mi tendencia a idolatrar la maternidad desapareció, pero cada etapa de esta gran aventura tiene momentos donde el ídolo de la “súper mamá” quiere invadir mi vida. He descubierto que esa tendencia idolátrica no desaparece cuando das a luz, ni cuando tienes a tu bebé en brazos. Ese ídolo quiere gobernar el corazón cuando una mujer adulta te da un consejo y te enojas porque no te gusta que te digan lo que tienes que hacer. O cuando pones a tus hijos por encima de tu cónyuge alegando que tus hijos te necesitan más que tu esposo. O cuando miras al hijo de otra mamá más saludable, inteligente, o “más dotado” que el tuyo, y empiezas a “arreglar” a tu hijo para que no se quede atrás de los demás.

La lista sigue, cuando los hijos tienen ciertos comportamientos o actitudes que nos hacen quedar mal como mamás, al punto que podemos llegar a “usar” a Dios para que supla ese deseo idolátrico que tenemos. Me explico, oramos para que nuestro hijo sea obediente a fin de que no dañe nuestra reputación de madres ejemplares que queremos irradiar en nuestro barrio, iglesia o en las redes sociales. Tengo que aclarar que orar por la obediencia de nuestros hijos no está mal, esa oración es necesaria, pero lo que he aprendido es que debo escudriñar la razón por la cual estoy pidiendo algo a Dios, por más bueno que sea.

Codiciáis, y no tenéis; … y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. (Santiago 4: 2-3). Ese deseo de ser vistas como madres modelo nos puede llevar a pronunciar oraciones que solo buscan nuestro deleite, dejando de lado a Dios para entronar al dios de la autosuficiencia en nuestras vidas.

No quiero que te sientas desanimada mientras lees esto. Puedo decir que la maternidad es uno de los regalos más bellos que Dios me ha concedido, he aprendido mucho, créeme, y sé que me falta camino por recorrer. Pero al escribir estas palabras mi intención es que juntas recordemos nuestra necesidad de Dios para ser la clase de madres que Él quiere que seamos, porque algo que compruebo una y otra vez es que sin la ayuda de Dios nuestro buen desempeño en la maternidad puede terminar decepcionándonos y no nos permitirá disfrutar de este regalo hermoso de ser siervas de Dios para criar hijos que le den gloria.

Cada día luchamos con nuestra fábrica de ídolos, donde nuestras motivaciones santas se chochan con nuestras motivaciones pecaminosas. Necesitamos ser intencionales y pedir a Dios que nos ayude a identificar los ídolos de nuestro corazón. No es en la superficialidad donde vamos a identificar nuestros ídolos como madres, es al sumergirnos en la verdad de la Biblia en donde podremos identificar esos altares que han desplazado a Dios para robarnos la paz y la satisfacción que solo nuestro Padre Perfecto puede darnos.

Para derribar los ídolos que están en los altares de nuestro corazón necesitamos una vida de constante arrepentimiento y fe, de esa manera podremos experimentar que Jesucristo realmente es suficiente. Cuando permitimos que Cristo sea nuestro todo en todo, podemos entender que no es el buen comportamiento de nuestros hijos, o sus buenas notas, o lo guapos que son, o lo jóvenes y saludables que nos vemos como mamás lo que llena nuestra alma, sino solo Cristo, en quien estamos completas (Colosenses 2:10).

La idolatría de la maternidad trae sed a nuestro corazón mientras tratamos de saciarla con el agua salada del control. Es ese “si tan solo” que nos autoimponemos o imponemos a nuestros hijos provoca en nosotros esa sed de aceptación. Solo Cristo es nuestra fuente de vida inagotable que trae frescura y plenitud a nuestro corazón.

Jesús dijo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

Juan 7:37-38

Identificar los ídolos de nuestro corazón requiere de trabajo y esfuerzo porque muchos de ellos están tan arraigados en los rincones más profundos de nuestros corazones que será difícil identificarlos a primera vista. Por eso necesitamos orar como lo hizo el rey David:

Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos;

Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.

Salmo 139:23-24

Hacernos preguntas difíciles a la luz de la Palabra de Dios nos ayudará a identificar esos ídolos que no nos dejan vivir en el gozo y plenitud que solo Cristo nos da. Comparto contigo algunas preguntas que me han revelado los ídolos que mi corazón de mamá ha albergado:

· ¿Cómo reacciono cuando mis hijos me decepcionan?

· ¿Cuáles son mis temores más frecuentes como madre?

· ¿Cuáles son las cosas que me irritan de mis hijos?

· ¿Cuáles son las cosas que me producen descontento en la maternidad?

· ¿Qué es más importante para mí, sus calificaciones o su corazón?

· ¿Por qué cosas estoy orando sin evaluar mis verdaderas motivaciones?

· Con la mano en el corazón y delante de Dios: ¿por qué realmente quiero ser una buena madre?

Puede ser que responder a estas preguntas revelen verdades dolorosas, como lo hicieron conmigo, pero este es el mejor lugar para mirar a Cristo, pedirle perdón y derribar esos ídolos que nos alejan de su amor, gracia y paz. Pedir perdón a Dios aclara nuestra visión y nos permite estar cerca de nuestro Padre Eterno y cerca del corazón de nuestros hijos. Pedir perdón a Dios por nuestra idolatría nos permitirán contemplar la belleza sublime de nuestro precioso Salvador.

Mi oración por ti y por mí es que la gracia de Cristo y el conocerle más por medio de su Palabra nos permita llegar a abrumarnos de su hermosura al punto que Él sea nuestro mayor anhelo y satisfacción, que estemos tan llenas de su amor para pelear con fidelidad esta batalla contra los ídolos de nuestro corazón. Cristo es quien se ofreció en la cruz para saciar nuestra vida y darle un nuevo sentido a todo lo que somos y todo lo que hacemos. Solo Cristo puede darnos esperanza de vida eterna. Experimentar esta verdad cada día, nos ayudará a estar más conscientes de los ídolos que quieren apoderarse de nuestro corazón.

Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento

para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo.

Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.

Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén.

1 Juan 5: 20-21

 

ESCRITO POR: Verónica Saavedra

13 05, 2021

CRISTIANISMO TÓXICO: SECTARISMO

2022-09-21T14:38:27-05:0013 mayo, 21|

Decidí desinstalar la aplicación de Facebook en mi celular.

Hace poco cometí el grave error de unirme a un grupo “cristiano” de apologética en Facebook. Yo esperaba encontrar, por la descripción que leí del grupo, una comunidad de personas que siguen a Dios y buscan intercambiar opiniones sobre temas importantes de la cristiandad. Esperaba leer comentarios que me hicieran pensar profundamente y explicaran con pasión y humildad su posición.

Lo que encontré fue un tanque de pirañas tratando de comerse vivos los unos a otros.

Lo que entristece más mi corazón es saber que esto no es un caso aislado. Desde que tengo memoria he formado parte de la comunidad cristiana y desde que tengo memoria he escuchado las riñas y problemas que existe entre nosotros. La crítica, el chisme, los comentarios… ya me cansé de eso. Hemos permitido que nuestras iglesias fomenten el odio y la división del pueblo de Dios. Es deplorable y quebranta el corazón ver este tipo de «cristianismo tóxico» en nuestras iglesias.

El problema del sectarismo

Desde el Nacimiento de la iglesia cristiana hemos sido identificados con el nombre de secta. La iglesia de Cristo inició como una secta del judaísmo y la iglesia protestante surgió como una secta de la iglesia católica. Nos hemos acostumbrado a la idea tanto, que se ha vuelto parte de nuestra identidad. Nos dividimos por cualquier razón. Porque el uno canta esto y el otro no, o porque ese grupo quiere la alfombra rosada y el otro la quiere azul. Las iglesias se dividen, el pueblo de Dios se divide, y tenemos miles de grupos distintos. Lo que hoy llamamos denominaciones (incluidos no denominacionales).

El sectarismo se ha desarrollado en nosotros al punto que hoy en día existen brechas irreconciliables por temas menores como la comida, la vestimenta, la música, etc. Cuando pienso en esto siempre vienen a mi mente las palabras de Cristo al orar por su iglesia en Juan 17. Este pasaje conmueve mi corazón cada vez que lo leo. Cristo, el omnisciente Dios-hombre, conoce que está a punto de sufrir la crucifixión y decide orar por nosotros, sus seguidores.

Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.

Esta es la primera petición de Jesús al Padre, por sus discípulos. Que seamos uno. Y más adelante vuelve a repetirlo:

Juan 17:11b

 

Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.

Juan 17:20-21

Cuando una persona publica su opinión en internet y la respuesta inmediata de un “hermano” es un insulto, una condenación y una larga fila de palabras en desamor, me pregunto cómo estamos cumpliendo con la unidad de la iglesia. Porque lo que más me asusta es que el Evangelio y el nombre de Cristo está en peligro. Jesús dice “para que el mundo crea que tú me enviaste”. Si creamos división demostramos que el espíritu de unidad de Cristo no está en nosotros.

Existe un momento y un lugar para denunciar las herejías y los falsos maestros. Cristo lo hizo frecuentemente. Sin embargo, no somos Jesús, y debemos usar sabiduría. Con tu comentario enojado no va a cambiar la opinión de nadie. Con tu chisme en la iglesia no ejerces el ministerio de reconciliación al que somos llamados. Con condenar a alguien sin conocerlo o hablar personalmente con ellos para corregir el error, no avanzas el evangelio de Cristo. Simplemente impones tus propias opiniones y actúas por ira y contienda. En la Biblia, los hijos de ira no son los hijos de Dios (Ef 2:3).

En Hechos 18 Apolos enseñaba a la iglesia fervientemente pero tuvo sus fallas. No enseñó todo correctamente. Los líderes Priscila, Aquila y Pablo no lo tacharon de hereje ni lo condenaron al fuego del infierno. Lo tomaron aparte, le explicaron la correcta doctrina, lo corrigieron y lo apoyaron como enviado de Dios para que continúe bendiciendo y propagando la obra del Evangelio.

¿Cómo cambiará tu reacción ante lo que escuchas o lees de otros, si tomas en cuenta este ejemplo? Los discípulos vinieron a Jesús y se quejaron por una persona que echaba fuera demonios, pero no andaban con Jesús. La respuesta de Jesús no fue condenarlo. Él dijo: “No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí. Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es” (Mr 9:39-40). Jesús nunca nos enseñó a condenar a nuestros hermanos, sí a confrontar en amor y ministrar reconciliación (Mat 18:15-22).

Como ven, Cristo mismo aboga una y otra vez por evitar las divisiones y buscar la unión. Si Jesús lo oró, es porque también sabía que sería uno de nuestros más grandes problemas en la vida cristiana. No caigamos en la trampa del sectarismo. Es muy fácil pensar que sólo mi iglesia tiene la verdadera doctrina, pero no es así. Debemos mostrar unidad en lo primario, gracia en lo secundario y tolerancia en lo que no es importante.

Evitar los extremos

Finalmente es importante considerar el otro extremo del asunto. Si bien nos hemos ido por el lado de las divisiones y la intolerancia, también es peligroso caer en la unión sin discernimiento, lo que comúnmente se llama ecumenismo. El ecumenismo puede sonar como una idea maravillosa, la unión y el trabajo conjunto de grupos con diferentes creencias para el bien de la humanidad. Pero fundamentalmente es peligroso.

Existen algunos principios importantes a los que nos debemos atener todos para ser considerados verdaderos cristianos: la muerte y resurrección de Cristo, la divinidad y humanidad de Cristo, la salvación por gracia, la autoridad de las escrituras, entre otros. Todas estas son cosas básicas para la salvación y la vida correcta en Cristo, pero existen temas secundarios como el gobierno de la iglesia, las formas de adoración y el culto a Dios, el día de adoración, la forma del bautismo, etc. que son temas secundarios y otros aún menos importante que estos.

Si alguien dice que es seguidor de Cristo, pero niega a Cristo como salvador o alguna de sus naturalezas divina o humana, no puedo considerarlo como mi hermano. Por el bien de la comunidad no podemos permitir que cualquier idea extraña del evangelio tome el nombre de Cristo. Existen grupos que claramente van en contra de la ortodoxia cristiana y debemos cuidarnos de no avalar o impulsar estos grupos, pues alejan a la gente de la fe salvadora en Cristo. Pero si enseñan la salvación de Cristo, no podemos condenarlos y causar división entre nosotros mismos.

Por ambos lados tenemos problemas. Si nos asociamos con aquellos que no evidencian una vida en Cristo, deshonramos el nombre de nuestro Salvador. Pero a su vez, si nos dividimos entre hermanos por temas insignificantes estamos poniendo en vergüenza a nuestro Señor al ser divisivos y no buscar la unidad.

Ni el ecumenismo ni el sectarismo deben formar parte del pueblo de Dios. Ambos lados nos llevan a continuar fomentando las tendencias tóxicas del cristianismo moderno. Pidamos sabiduría, actuemos con prudencia y dejemos de lado las tendencias del cristianismo tóxico de este siglo.

 

6 05, 2021

LAS ADICCIONES: UN PROBLEMA DEL CORAZÓN HUMANO

2022-09-21T14:38:28-05:006 mayo, 21|

En la obra clásica de Homero, La Odisea, encontramos un relato muy interesante. En el texto se cuenta cómo Odiseo se embarca en una peligrosa travesía en su camino de vuelta a casa. Uno de los peligros más mortales, y que es parte de varias fábulas griegas, viene de las sirenas. Estos seres míticos, atraen a los marineros con sus cánticos y belleza; y los seducen a una muerte segura.

Odiseo entiende este peligro y pide a sus compañeros de viaje que lo aten al mástil del barco. En sus indicaciones deja claro que ignoren sus suplicas, aunque implore. Además, les pide que se tapen los oídos con cera para no poder escuchar los hermosos cánticos de las sirenas. El plan funciona y se dice que Odiseo fue el primero en no sucumbir a las sirenas.

En cambio, los Argonautas idean un plan distinto para resistir el peligro inminente. En este plan, el gran poeta y músico Orfo toca su lira de manera hermosa y con fuerza. La música invade los oídos de los marinos y ahoga los cánticos de las sirenas. En esa fábula el plan no requiere de cuerdas fuertes y oídos tapados, si no del uso de algo más bello que reemplace la tentación.

Muchas veces al hablar de las adicciones y al pensar en personas que están luchando con hábitos destructivos, existe una tentación de enfocarnos meramente en detener el comportamiento. Puesto en el contexto de las fábulas griegas ya mencionadas, podríamos decir que se lucha con las adicciones solamente con un enfoque de Odiseo y no de Orfo.

La Biblia, que no es una fábula, pero es nuestra autoridad máxima, nos da una mejor perspectiva al hablar de las adicciones y tentaciones. La Biblia muestra que el detener el comportamiento es primordial. Cristo mismo enseñó el principio de amputación radical. Este principio enseña que hay momentos donde es necesario arrancar ojos, y cortar miembros. Es mejor entrar al cielo de esa forma que ir con todo el cuerpo al infierno (Mateo 5:29-30).

Al buscar parar comportamientos adictivos o cuidarnos de las tentaciones es importante el cortar accesos y tomar medidas al estilo “atar al mástil del barco”. Esto puede incluir el poner filtros en una computadora, ir donde un médico si el comportamiento incluye factores físicos, ir a un lugar que bloquee acceso a las tentaciones, bloquear números de teléfono, reestructurar actividades, cortar relaciones, etc.

Al mismo tiempo, Jesús enseña que tan solo detener el comportamiento no es suficiente si no se llega a la raíz del problema. Bíblicamente, pese a que el detener comportamientos es una de las herramientas en contra de las tentaciones, La Biblia muestra que una perspectiva completa del problema busca no solo detener el comportamiento, si no además cautivar el corazón.

 

¿Qué es una adicción?

Para entender esto, tomemos como punto de partida la definición de adicción que encontramos en el diccionario de La Real Academia española.

1. Dependencia de sustancias o actividades nocivas para la salud o el equilibrio psíquico.

2. Afición extrema a alguien o algo.

Es interesante que estas definiciones usan los términos dependencia y afición ya que estas palabras tienen una gran conexión a una cosmovisión bíblica.

En primer lugar, una perspectiva bíblica de la primera definición nos recuerda que la humanidad fue creada para vivir en dependencia de Dios (Génesis 1, Colosenses 1). Desde la caída la humanidad busca ser autónoma y en ese proceso reemplaza una dependencia del Dios creador, bueno, sabio y perfecto por una dependencia a uno mismo.

En segundo lugar, tenemos que definir la palabra afición. Afición denota una atracción, inclinación, interés, cariño, y afecto a algo. Bíblicamente esas palabras están conectadas a la adoración. Quizás te sorprenda el hablar de la adoración de esta forma. Cuando pensamos en adoración nos viene a la mente la parte del culto dominical donde se cantan las canciones que son estilo baladas para Jesús (las canciones suaves y tranquilas).

Sin embargo, el concepto bíblico de la adoración tiene menos que ver con tus labios y más que ver con tu corazón. Es mediante la adoración que nuestro corazón muestra qué es lo que valora y de lo que depende.

Es de esa dependencia y confianza en nuestro corazón que nuestros labios deberían cantar y hablar (Lucas 6:45). Cristo deja este punto claro al decir que es desde el corazón de donde sale nuestro comportamiento y vida (Marcos 7:14–23). Otro ejemplo claro es en Proverbios 4.23 que dice “Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida.” Otros ejemplos incluyen Génesis 6:5, Mateo 22:34–40, 1 Samuel 16:7, Salmo 111:1 y Proverbios 23:7.

En resumen, es nuestro corazón quien decide en qué aficionarse. Es nuestro corazón donde atesoramos lo que apreciamos, deseamos, valoramos, nos motiva y en qué o quién buscamos refugio, paz, satisfacción, etc.

 

Adicción, corazón y adoración

Con este entendimiento de la humanidad, podemos concluir que una adicción es un problema de adoración y no meramente un comportamiento que se debe modificar. La idolatría es adoración desordenada.

Como en tiempos bíblicos, esta idolatría nos miente que podemos encontrar en algo o alguien lo que solo Dios nos puede proveer y promete. Estos ídolos nos exigen que hagamos sacrificios y nos prometen que, si seguimos volviendo a ellos, eventualmente encontraremos lo que buscamos. Al final pasa lo que dice en Jeremías 2.13, abandonamos a Dios, y buscamos agua viva en cisternas agrietadas que no retienen agua.

El Dr. Ed Welch lo explica claramente al decir:

“…La Escritura nos permite ampliar nuestra definición de idolatría, de modo que incluya cualquier cosa en la que ponemos nuestros afectos y nos complacemos como un apego excesivo y pecaminoso. Por lo tanto, los ídolos que podemos ver… ciertamente no son el problema entero. La idolatría incluye cualquier cosa que adoremos: el deseo pecaminoso de placer, respeto, amor, poder, control o ser libres del dolor. Es más, el problema no está fuera de nosotros, localizado en la licorería o en la Internet; el problema está en nuestro interior. El alcohol y las drogas son esencialmente elementos que satisfacen ídolos más profundos. El problema no es la sustancia idólatra: es la falsa adoración del corazón”. – Ed Welch, Addictions: A Banquet in the Grave (P&R, 2001), 49.

Ya que nuestro corazón fue creado para adorar, si no abordamos el corazón, podemos terminar en un problema común. ¿Cuántas veces escuchamos de personas que dejan una adicción para reemplazarla por otra? Además, ya que el problema está en el corazón y todos tenemos un corazón, tenemos que humildemente darnos cuenta que todos tenemos el potencial de ser adictos. Esto ocurre cuando permitimos que nuestro corazón ancle su satisfacción, esperanza, paz, refugio, en un substituto (en un algo o alguien) que no es Dios.

 

Entonces, ¿qué hacemos?

Primero, tenemos que recordar que el único que puede cambiar corazones es Dios. Es necesario, en primer lugar examinar nuestra condición espiritual. Dios promete que el verdadero creyente ha tenido un cambio fundamental en su interior y tiene un nuevo corazón. Este nuevo corazón puede tener momentos donde lucha con este mundo caído pero junto con el Espíritu Santo (quién mora en el creyente) van a plantear una batalla muy distinta con las tentaciones y adicciones que un no creyente.

Segundo, no nos enfoquemos nada más en cambiar comportamientos. Tenemos que hacer el trabajo de evaluar y discernir los deseos del corazón que llevan a comportamientos adictivos. Recordemos que Dios es bueno y que tenemos el bisturí perfecto para esta obra. Hebreos 4.12 dice “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón.”

La experiencia humana es compleja y el corazón profundo y engañoso. Tengamos cuidado de generalizar que es lo que una persona busca en su adicción. Una persona con una adicción a apostar puede apostar con distintas motivaciones:

· Desea hacer dinero fácilmente.

· Desea sentir la emoción de tomar un riesgo.

· Desea estar en el ambiente donde se apuesta.

· Desea proyectar un estilo de vida distinto.

Como cristianos muchas veces nos encanta hacer planes que requieran nada más tener cuerdas fuertes que nos mantengan lejos de la tentación o planes que nos tapen nuestros sentidos para no tener que luchar con deseos desordenados.

Dios es amoroso y tiene un mejor plan. Dios quiere que nuestros corazones crezcan enfocándose en algo de suprema belleza que cautive el corazón. Recuerda que el punto no es el matar los deseos. ¡Dios nos creo con deseos! El punto es santificar esos deseos y moldearlos a que se alinean con el designio de Dios. Eso es para Su gloria y nuestro gozo.

 

ESCRITO POR: Juan Fernando Moncayo

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