Entre crítica y crítica ¿dónde está la corrección?
Como millenial que soy, a menudo me encuentro en las redes sociales, no sólo por mi trabajo que tiene que ver con ellas, si no que además he de reconocer que me gusta mucho ser parte de los momentos buenos y no tan buenos de la personas. Ver lo que expresan en sus estados, el nacimiento de un bebé, una relación que comienza, matrimonios, viajes, reencuentros, pérdidas, rompimientos, etc. Son algunas de las situaciones que se dan.
Es gracioso ver el comportamiento de las personas, muchas veces se atreven a expresarse por medio de una red social antes que en persona. Discusiones apasionadas sobre algún punto de vista, ya sea en la política, el deporte, religión por mencionar algunas; hasta aquí no hay nada de malo, cada persona se puede expresar libremente, el asunto es que depende de cómo lo hagan y si eso incita a divisiones o no. Porque seamos sinceros, siempre tomaremos parte de un bando o de otro.
Como creyentes pienso firmemente que tenemos la responsabilidad de ser diligentes y corregir al hermano si está equivocado pero de una manera correcta, en amor y no tratando de avergonzarlo o hundirlo. Pero también debemos estar dispuestos a ser corregidos. Las discusiones están a la orden del día, conociendo que somos personas «seguidoras de Cristo» y que queremos agradarlo a él, cómo es que no hemos entendido que la crítica no sirve de nada porque crea resentimiento en el criticado y crecimiento del ego en el crítico, entonces ¿qué hay de bueno en eso?
La crítica no es corrección.
Hay una gran diferencia entre crítica y corrección, palabras hirientes nunca serán bien tomadas (crítica), la corrección es en amor y con el afán de que la otra persona deje su error por el aprecio que se le tiene, porque deseas verl@ bien.
Si vas a corregir a alguien de preferencia sé discreto, para no herir susceptibilidades, y hablando de redes sociales procura hacerlo por inbox. Deberíamos ser cuidadosos en lo que publicamos para evitar situaciones comprometedoras y en el caso de que alguien intente que seas parte de una discusión con indirectas o etiquetas, no le prestes atención e intenta cortar por lo sano porque como sabemos las palabras pueden provocar un incendio que después nos será difícil apagar. Dios nos ayude a expresarnos correctamente, corregir y ser corregidos con humildad.