¿Te ha pasado que sientes que la vida ha pasado muy rápido? Muchas veces me pongo a pensar y a veces me digo a mí mismo “parece que fuera ayer cuando era un adolecente”.
Es en ese momento cuando me doy cuenta de que la vida pasa a un ritmo que a veces es muy difícil de seguir o de entender, pues la vida no se entiende, se vive.
Creo que todos nosotros buscamos el verdadero significado de la vida, o el secreto para la felicidad y muchas veces cuando no encontramos respuestas a estas preguntas viene la frustración que a veces es difícil de manejar, y comenzamos a buscar respuestas en sensaciones, sentimientos, emociones o cosas efímeras, que si bien te distraen por un rato, no te ofrecen una vida feliz ni te llenan el vacío que en este momento sientes, te pueden esclavizar y quitarte esa libertad para que luego dependas de ellas y no las puedas dejar.
Ese vacío que es difícil de llenar pero que sabes que está ahí, aunque no lo ves, lo sientes.
Si bien la vida pasa tan rápido que no reparamos de su velocidad, puedes hacer que cada día cuente, y ¿cómo puedes hacerlo?.
La respuesta la conoces y te aseguro que es la correcta, Jesús.
Aquel personaje que hace más de dos mil años dividió la historia en dos partes, un antes y un después de aquella maravillosa demostración de amor. Lo que hizo lo hizo por ti, para que puedas tener una vida a plenitud y llenar ese espacio que sientes en el alma.
Él quiere que seas feliz y también que seas libre, esto no quiere decir que no vayas a tener problemas, pero vas a tener más fuerza para enfrentarlos y vas a bailar tranquilamente al ritmo de la vida.