1.) Ameneo
Pastor: «Hermanos, ¿cómo están esta mañana?»
Gente: «Amén»
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Amén no es una palabra mágica como Abracadabra o Alojamora o Ábrete Sesamo. Es una declaración afirmativa del Hebreo Bíblico. Osea, simplemente significa «así es» o «así sea», «verdaderamente», «ciertamente», etc.
No es una respuesta correcta a «Buenos días» o «¿Cómo están?». Y aunque puede ser una respuesta correcta a «Dios te bendiga, hermano», nosotros hablamos español, no hebreo, entonces una mejor respuesta es «Gracias», a lo cual puedes añadir: «… y también a ud, hermano» o «…que así sea».
2.) Cristianizar
Pastor: «¿Tienen peticiones de oración?»
Chico: «Sí, pastor. Tengo un examen y no estudié. Quiero que Dios me ayude a que me vaya bien o sino pierdo el semestre»
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Déjemos algo en claro. ¿Puede Dios inyectar conocimiento a tu cerebro? Sí. Pero, ¿va a hacerlo? No.
No podemos ver a Dios como una lámpara mágica que nos concede deseos. Dios actúa en lo que Él decide actuar, no en lo que nosotros queremos que Él actúe. Hay que diferenciar bien la Soberanía y Gracia de Dios, que aunque El es Soberano y está en control de todo, sólo por Gracia decide actuar en nuestras vidas. Dejemos de cristianizar todo y librarnos de nuestras propias responsabilidades.
Dios obra en nuestras vidas, eso es cierto. Pero no espera que lo dejemos todo a Él, espera que tomemos acción según los mandatos de su Palabra.
3.) Satanizar
Pastor: «Hermano, lo extrañamos en la iglesia el domingo pasado.»
Hermano: «Sí, pastor, el diablo me llenó de pereza y no logré salir de la cama. Fue una fuerte lucha.»
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Nuevamente dejo en claro: Satanás sí está constantemente acosándonos «como león rugiente buscando a quién devorar», pero el 80% de las veces atribuimos a él problemas que son netamente nuestros. Porque recuerden que nuestra lucha es tanto contra el mundo espiritual como contra nuestra propia humanidad (carne).
Es parte del instinto humano hechar la culpa (ej.: járdin del Eden). Pero la mayoría de veces, la culpa está con nosotros. No podemos echarle la culpa al diablo y quitárnosla de encima.
4.) Juzgar
Amigo: «Floripondio, tengo un problema con mi esposa quisiera que me ayudes con un consejo…»
Floripondio: «Mira, amigo. El problema que tienes es porque eres pecador. Estás muerto en tus pecados y traes maldiciones sobre ti y…»
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Nadie puede evitar juzgar a los demás. Es parte de nuestra naturaleza humana, nos comparamos constantemente a los demás y los juzgamos según nuestra propia moralidad. Pero lo que sí podemos controlar es nuestra respuesta. Osea, no es malo juzgar, es malo juzgar sin amor.
Nuestra respuesta ante los demás debe ser una de amor como la de Cristo. Aunque juzgó a la mujer samaritana y le mostró su pecado, le dió esperanza y mostró su amor al acercarse a ella de manera humilde y amigable.
«Y si tengo el don de profecía, y entiendo todos los designios secretos de Dios, y sé todas las cosas, y si tengo la fe necesaria para mover montañas, pero no tengo amor, no soy nada.»
5.) Aislamiento
Pastor: «Hermano, ¿qué necesitaba esa persona que vino a la puerta?»
Ujier: «Ah, pastor, era un … mejor le dije que siguiera porque esta es una casa de Dios y no es para los pecadores.»
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La iglesia ha hecho un maravilloso trabajo a través de los años en aislarse de los demás y en especial de los que más los necesitan. La primera iglesia se aislaba de los gentiles, la iglesia católica se aislaba de otras religiones (ej.: Islam), la iglesia protestante se aislaba de los católicos, las denominaciones se aíslan entre sí. Somos expertos en crear micro-sociedades exclusivistas.
Pero Cristo nunca se alejo de nadie, ni pecador, ni santo, ni político, ni común, ni homosexual, ni pastor, ni hombre ni mujer… Cristo se acercó a todos y nunca tuvo un templo ni un edificio porque su trabajo era la gente y no esperaba que vinieran a El, sino que El se inyectó en la sociedad.
No podemos alejar a nadie de la iglesia, y no podemos dejar de llegar a todos.
La línea entre pasión y religión puede ser borrosa y delgada. Constantemente la cruzamos sin darnos cuenta. Recuerda que la mayor enseñanza de Cristo fue el amor (a Dios, a los demás, a mi mismo) y que Dios nos llama a instruirnos y ser cristianos pensantes, no borregos que siguen a los demás porque sí.