¿Hemos pasado por ingenuos?
Muchas culturas han tenido a bien reconocer formalmente a los tontos y sus tonterías. En los Estados Unidos y muchas otras naciones, el 1 de abril se conoce como «Día de los tontos de Abril». En otros países lo llaman «Día de todos los inocentes». Para algunos esto es una excusa para hacer alguna broma.
Hay un dicho que dice: «un tonto y su dinero pronto se separan». Otro dice: «Los tontos van donde los ángeles temen pisar.» La mayoría de nosotros hemos sido culpables de formar malas relaciones, realizar inversiones dudosas o tomar malas decisiones que nos dejaron con una inquietud resonante: «¿En qué estaba pensando?» Pero hay una diferencia entre locura ocasional y habitualmente hacer tonterías.
No es de extrañar que la Biblia advierta de las acciones tontas, porque los tontos destruyen pero los sabios construyen. Un tonto actúa impulsivamente, el sabio es prudente. Los tontos se desvían fácilmente de las metas, de los valores y de los compromisos, pero la sabiduría impulsa a las personas a permanecer enfocados en las metas que valgan la pena. Los tontos se apresuran a hablar sin tener en cuenta las consecuencias de sus palabras, los sabios buscan la paz en todo tiempo. El sabio se esfuerza por utilizar los recursos de manera adecuada y con cuidado, pero los tontos lo desperdician y rara vez planifican las necesidades futuras.
«En casa del sabio abundan las riquezas y el perfume, pero el necio todo lo despilfarra». «Al necio le divierte su falta de juicio; el entendido endereza sus propios pasos» (Proverbios 15:21; 21:20).
Así que, vivamos de modo que la tontería no nos sorprenda.