Uno de los sueños que se repite en el corazón de todo padre que teme y ama a Dios, es que sus hijos crezcan enamorados de aquel que les dio aliento de vida. La convivencia diaria con adultos que demuestren con sus acciones, pensamientos y sentimientos que Jesucristo es su amor eterno, llevará al infante a verter su corazón hacia el mismo sentido de vida.
Es cierto que los niños y los adolescente son los primeros espectadores de la presencia de Dios en la vida de sus progenitores y que reciben también las bendiciones que el Creador derrame sobre estos; pero el arma estratégica que es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos; que penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón… es la Palabra de Dios
(Hebreos 4:12).
La lectura y el estudio de la Biblia para nuestros hijos son la base del fundamento de su fe y de su caminar en este mundo de aflicción. Tener niños que trasciendan en la vida, que se caractericen por vivir en valores, armonía, paz, justicia y verdad; que más tarde, como adultos se mantengan con estas escasas herramientas en la sociedad, solo lo lograremos inculcando en sus corazones, con perseverancia y dedicación, la Palabra de Dios. “¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra? Viviendo conforme a tu palabra”. Salmos 119:9
Cuando, como padres, leemos la Biblia a nuestros hijos les estamos enseñando acerca de quién es su Creador; de su perfecto e inmenso amor, de quién los cuida, los bendice y les provee. Además, los niños y adolescentes pueden aprender que Dios escucha sus oraciones y guía sus pasos hacia las mejores decisiones. Los menores también descubrirán que Dios tiene grandes planes con ellos que marcarán historia aquí en la tierra y que Él está atento de sus alegrías, tristezas, triunfos y derrotas…, de cada paso que den en la batalla de la vida.
El Todopoderoso se nos revela por medio de su Palabra y nos manifiesta que con ella, como padres, podemos enseñar, redargüir, corregir y preparar a nuestros hijos para lo que enfrentarán en la vida (2 Timoteo 3.16, 17). Ningún otro libro tiene tanto valor en la vida, como este.
Entonces, como padres estamos comprometidos a vivir y compartir de las grandezas que guardan las páginas de la Palabra de Dios, con nuestros niños y adolescentes.
Autora : Tammy Torres