Hoy que estamos ponderando el liderazgo de la mujer, en la Galería de la Fe, emerge el nombre de una mujer, Débora. Bueno en realidad son dos mujeres llamadas Débora, una fue la nodriza que sirvió con la leche de sus pechos en la familia patriarcal de Jacob; y la otra Débora, fue la profetisa y única jueza en la época en que los jueces o salvadores que el Señor levantaba gobernaron Israel.
En realidad hay muchos aspectos que podríamos resaltar de Débora, la jueza-profetiza; al parecer esta era la mujer de un hombre llamado Lapidot, como esposa se desenvolvía con mucho acierto y sabiduría.
Débora es una de las varias mujeres en las escrituras que se distinguió por poseer el don de la profecía, lo que significa la capacidad de discernir la mente y el propósito de Dios y declarárselo a otros. Fue así mismo gobernadora, y sobre todo en aquellos días en que la figura de la mujer era claramente subordinada al del hombre. Todo Israel estaba a su jurisdicción y desde la palmera que llevaba su nombre, ella impartía rectitud, justicia y misericordia.
También fue una guerrera y una inspirada patriota. Tuvo un ejército de 10 mil hombres a cargo de un militar llamado Barac, Débora tenía a Dios como aliado.
Se distinguió así mismo como poetisa, ella es la autora de una canción que está considerada uno de los especímenes más finos de la antigua poesía hebrea, superior incluso al famoso canto de Miriam.
Hoy tenemos a Débora en la Galería de la Fe: profetisa, gobernadora, guerrera, y poetisa. Su cántico es inmortal, así como su nombre porque dedicó su vida a Dios y sus hechos fueron heroicos y sublimes.