Hace poco mantuve una converación interesante con una amiga en ella hablábamos de los sueños que las personas solemos tener como: casarse, tener una familia, viajar a algún lugar lejano, trabajo fuera del país, etc.
Ella me contó sus anhelos y en un punto de la conversación le pregunté ¿qué haría si el plan de Dios era diferente a lo que ella desea? ¿Dios seguiría siendo el mismo, si no le concedía lo que ella tanto pedía? ¿Lo vería de la misma manera? No es la primera vez que esta pregunta sale a colación en una conversación, aún yo me la he formulado con el fin de entender si estoy viendo al Dios soberano cuando pido algo en oración.
Muchas veces intentaremos entender lo que sucede o lo que no sucede, tenemos oraciones que aparentemente no han sido contestadas (al menos no de la forma en que esperamos), y ahí es donde más difícil se nos hace aceptar su voluntad, pero también es donde más clara es a nuestros ojos su soberanía.
Cuando pedimos en oración que Dios nos conceda algo que anhelamos con todo nuestro corazón también pidamos aceptación en el caso de que las cosas no se nos den. Y que aún en la respuesta negativa podamos glorificar y exaltar el nombre de Dios. Nuestro descanso es que DIOS SIGUE SIENDO DIOS pese a todo lo que pueda pasar.
Yo conté el final desde el comienzo
y mucho antes de que sucediera.
Yo afirmé: “Mi plan se cumplirá
y haré todo lo que yo quiero”.(Isaías 46:10) (PDT)