El miedo es parte de la naturaleza humana tanto como lo es la capacidad de sentir amor, confianza, alegría o tristeza. El miedo aparece como una respuesta biológica y psicológica ante circunstancias no esperadas. Nos enfocaremos en el temor desde la Psicología, aquí el ser humano teme sufrir un daño personal, sea en su identidad o autoestima.

Creo que no es malo sentir miedo, al contrario debemos familiarizarnos con esta emoción para reconocer nuestros temores, como reaccionamos ante ellos y así aprender a manejarlos. Si no lo hacemos el miedo podría dominarnos, paralizarnos, o hacer que huyamos de aquello que debemos enfrentar.

En la actualidad los miedos están relacionados con la autoimagen y con el cómo me ven los demás. Por ejemplo, podemos tener miedo al futuro porque no sabemos si nos irá tan bien como deseamos, es decir si alcanzaremos el éxito personal. Otro ejemplo es, el temor a los cambios, al pasar de una etapa de vida a otra, especialmente si se requiere más compromiso y esfuerzo. También podemos temer decir lo que pensamos, porque evitamos una situación que debe ser confrontada. En fin, los miedos y temores son muchos pero hay características que debemos saber:

  • El miedo distorsiona nuestra percepción de los hechos. Siempre vemos al problema más grande y a la solución como insuficiente.
  • El temor está para vencerse. No se aplaza, no se ignora, se debe vencer y tenemos el respaldo de Dios 24/7.
  • El temor está presente para generar lo contrario que es confianza, al depender de Dios.

¿Qué piensa Dios acerca de nuestro temor? La respuesta es simple “no temas porque yo estoy contigo”. Lo dice tantas veces y de diferentes maneras para que entendamos que no estamos solos en nuestras luchas. Sus ojos nos ven en todo momento, así que cuando sintamos miedo alcemos nuestra mirada a Él para decir “Señor siento miedo, pero decido confiar.” Dios lleva el invicto porque nunca ha defraudado a alguien que ha confiado Él.

La confianza en Dios es una decisión y no una emoción; es así que está sobre cualquier sentimiento y circunstancia y recordemos que en Él somos más que vencedores…

Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino un espíritu de poder, de amor y de buen juicio.

(2 Timoteo 1:7) (DHH)

 

 

ESCRITO POR: Salomé Añazco