Y así, nos preguntamos, ¿qué hacemos ahora? Nuestra primera respuesta es odiar, odiar a nuestros enemigos. El ataque a París es un ataque a la humanidad. La mayoría de nosotros no estamos en Francia en este momento, pero nuestros corazones se rompen por ellos en el dolor. Ya sea en París o en otro lugar, e incluso Ecuador, tenemos un llamado a hacer algo en medio de la angustia.

Primero, debemos amar a los que sufren. No debemos ignorar lo que está pasando en este mundo que está lleno de aflicciones. Pero debemos consolar a los seres cercanos a nosotros. En segundo lugar, no debemos odiar. Prodemos sentir el dolor, un dolor que puede producir odio. Pero el odio no nos va a llevar a ninguna parte, salvo a causar más problemas. El amor cambia los corazones; el odio produce más odio. Y por último, tener esperanza. Todos estamos juntos en este mundo, y cuando nos junta,os, podemos hacer que las cosas sucedan; podemos llevar esperanza. Rodéate de gente que amas; y anímense unos a otros

“Pon tu esperanza en el Señor; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el Señor!” (Salmos 27:14) (NVI).